Quién no ha escuchado alguna vez en su vida: “hijo, tú tienes que trabajar en un banco o sacarte unas oposiciones a la Administración porque eso es un sueldo seguro y, además, debes comprarte un piso. Tomás, tú tranquilo, sigue estudiando y busca un trabajo seguro y no corras riesgos inútiles”. Este era el discurso constante de mis padres y supongo que el de la mayoría de los vuestros, evitar arriesgarse.
Esto era lo normal en la sociedad española, y digo “era” porque creo que afortunadamente está cambiando y se está orientando hacia el pensamiento de los países anglosajones, donde las cosas se ven desde otro punto de vista. Donde se fomenta el emprendimiento aunque fracases. No pasa nada, te vuelves a levantar las veces que sea necesario.
Arriesgarse para aprender y crecer
Por tanto, os animo a que os arriesguéis, porque, de lo contrario, estáis perdiendo oportunidades para cambiar, para crecer, para aprender. Puede ser que no consigas aquello por lo que te arriesgaste, pero lo que sin duda habrá pasado es que has adquirido experiencia, fuerza, orgullo y vida. El entusiasmo por la vida te llena de valor para seguir peleando.