Conozco en mi entorno personal y profesional personas que todavía piensan que, en el trabajo, cuantas más horas trabajes, mejor. Y no se paran en ningún momento a pensar que la realidad es bien distinta.
Todavía hay directivos que consideran que hay que “llegar el primero y marcharse el último” y no parar de trabajar. Sin embargo, deberían dedicar más tiempo a pensar que a ejecutar. ¿Es posible que un directivo con una agenda ‘superapretada’ y cargada de reuniones pueda encontrar tiempo para pensar con claridad en el corto y medio plazo?
El mal de la desorganización
Estas personas probablemente padecen una enfermedad que se llama “desorganización”, que les impide planificar a su equipo. Ah!, y luego nos encontramos con aquellos que trabajan la mitad de lo que dicen y tratan de dar ejemplos con correos a deshoras y utilizando un lenguaje impositivo.