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El blog de Tomás Simón

Una decisión no tomada es una deuda no pagada

20 abril, 2021 Tomás Simón HAZ UN COMENTARIO

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Conozco en mi entorno personal y profesional personas que todavía piensan que, en el trabajo, cuantas más horas trabajes, mejor. Y no se paran en ningún momento a pensar que la realidad es bien distinta.

Todavía hay directivos que consideran que hay que “llegar el primero y marcharse el último” y no parar de trabajar. Sin embargo, deberían dedicar más tiempo a pensar que a ejecutar. ¿Es posible que un directivo con una agenda ‘superapretada’ y cargada de reuniones pueda encontrar tiempo para pensar con claridad en el corto y medio plazo?

El mal de la desorganización

Estas personas probablemente padecen una enfermedad que se llama “desorganización”, que les impide planificar a su equipo. Ah!, y luego nos encontramos con aquellos que trabajan la mitad de lo que dicen y tratan de dar ejemplos con correos a deshoras y utilizando un lenguaje impositivo.

En mi opinión, la realidad está alejada de todo esto, me explico: esta forma de trabajar de “sol a sol”, a todas horas, es la excusa perfecta para justificar los errores e incumplir los objetivos. Son aquellos que piensan que haberlo intentado todo y trabajar duro se consideran atenuantes del fracaso; cuando creo que es al revés, es decir, es un agravante.

El trabajador se quema (burn out) por invertir muchas horas de esfuerzo.
El trabajador quemado o burn out es un problema que se produce en muchas organizaciones empresariales.

Este tipo de personas son gente que entra demasiado rápido en materia, lo que con frecuencia significa invertir horas en una “probablemente mala idea”, obtener unos bajos resultados y con un mayor coste para, finalmente, acabar teniendo que volver a repetir la tarea, ahora sí con un poco más de cabeza.

Carecen de foco y disparan a todo lo que se mueve, sin control. Recuerdo en este instante las palabras que nos dijo un profesor, en un curso de Alta Dirección, después de que cada uno de los asistentes (directivos) les describíamos nuestro día a día: “vosotros no sois directivos, sois bomberos centrados en los fuegos que se generan cada día”. Y llevaba razón: la misión del directivo es mirar un poco más allá y no centrarse en el día a día.

Pensar antes de actuar

No siempre la solución es trabajar más horas y seguir y seguir. Cuanto más complicada es la tarea, la solución no es insistir, sino pararse a pensar, hablar con terceros que puedan dar otra visión diferente de las cosas, o incluso dar un paseo para despejar la mente. Hay que tener en cuenta que cuando el coste de la tarea es mayor que el beneficio obtenido por ella, estamos confundiendo persistencia por cabezonería.

Ningún exceso es sostenible en el tiempo, porque al final acaba saliendo por algún lado: te quemas, te agotas, te sientes injustamente tratado, o quizás algunas cosas peores. Echar horas por echarlas es, a mi entender, una manera de evitar ciertas tareas críticas, complejas y que no son agradables.

Tomarse un respiro y ver más allá del corto plazo es aconsejable en las empresas.
Tomarse un respiro para pensar y mirar más allá del corto plazo es aconsejable en las organizaciones empresariales.

Puede que, además, pueda coincidir que este tipo de personas estén en una empresa no muy bien organizada, donde todo es para ayer; entonces la hemos fastidiado del todo porque acaban convirtiéndose en “torpes voluntariosos”, que están cometiendo errores de manera constante con el consiguiente gasto de tiempo y de dinero para la empresa.

En todas las empresas existen personas con este tipo de comportamiento; quiero decir que son fácilmente detectables, pero, sin embargo, es muy difícil corregirlos. En la mayoría de las ocasiones las personas por encima de ellos, jerárquicamente, hacen la vista gorda, por lo que al final se convierte en “una decisión no tomada que se convierte en una deuda no pagada”, con sus intereses correspondientes.

Todos debemos trabajar donde disfrutemos de lo que hacemos y veamos su fruto, pero eso no significa trabajar de modo permanente y dedicar muchas horas. Por favor, hay que pararse a pensar más antes de ponerse a la tarea.

¡¡Que seáis buenos!!

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Tomás Simón

Tomás Simón

Después de acabar la carrera de Ingeniería Industrial, aterrizo en el sector eléctrico en 1986 comenzando mi andadura profesional con el colectivo de instaladores, en FENIE (la Federación Nacional). Posteriormente, he pasado por el resto de estamentos del canal profesional, es decir, por la distribución de material eléctrico: comenzando en ABM Rexel, entonces MISA, para posteriormente recalar en Ramos Sierra, así como en el ámbito del fabricante de material eléctrico (Lledó Iluminación, Indalux y Orbis Tecnología Eléctrica). También desempeñé el cargo de director comercial de la empresa distribuidora Lucero de Levante y asumí a posteriori la dirección comercial de Inael Electrical Systems.

Finalmente, a comienzos de 2022, he retomado la empresa que inicié en 2014, CONSULTA T Global Services, ofreciendo servicios de consultoría, dentro del sector eléctrico.

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