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Mi compañero C3PO

En la película de Star Wars, estrenada en 1977, que dio comienzo y nombre a la saga, uno de los primeros “personajes” en darse a conocer es el dorado robot humanoide. Apenas iniciado el film, se presenta ante los mercaderes del desierto como “C3PO, relaciones cibernéticas humanas”. Quizás estemos muy cerca de que algo parecido.

Si hay una constante en las últimas ferias logísticas nacionales e internacionales –escaparates generales del sector y sus tendencias- es la automatización y la robótica. Y es una tendencia creciente.

Casi coincidiendo con el fin de la pandemia en su estadio más extremo y, por ello, con la vuelta de las ferias profesionales presenciales, donde se despliegan novedades y miradas al futuro, la automatización, los sistemas autónomos, los robots y todo lo que conllevan, han tomado la delantera en protagonismo. Y no parece que esto vaya a parar.

La logística, donde la repetición de movimientos y la necesidad de asegurar la intensidad y certidumbre de los procesos en el tiempo, ha buscado siempre el auxilio de la automatización. No hay proceso más fácil de automatizar que aquel que se repite –o casi- una, otra y otra vez. Ese ha sido el primer estadio.

El segundo, más cercano en el tiempo, ha sido ir un paso más allá, dotar de flexibilidad a esos sistemas automáticos para gestionar aún más procesos en ese ámbito –controlado- que se ha dado en llamar intralogística. Ya no es necesario que los flujos y sucesos que tienen lugar “intramuros”, en el tramo intermedio de la cadena de suministros, donde se producen la mayor parte de los eventos logísticos, sean iguales. No. En este estadio hemos visto que variaciones y permutaciones ya pueden gestionarse con idéntica fiabilidad.

La tercera fase ha sido la liberación, la ruptura de las cadenas de máquinas y equipos móviles, libres de ataduras, carriles y tránsitos siempre por la misma ruta. Autómatas desanclados. “La robótica móvil que está enlazando los diferentes procesos en uno solo proceso de producción robotizado”, como nos decía hace muy poco Sergi Martin, managing director de Robotics and Discrete Automation de ABB, compañía que ha adquirido recientemente a la española ASTI… y no por casualidad.

Compañero, colega, robot

Y la cuarta y última fase –por ahora- tiene que ver, de alguna manera, con el cinematográfico C3PO y su “tarjeta de presentación”. Es la relación humano-robot, o viceversa. Estos nuevos robots tiene el apellido “colaborativo”, porque ya no son herramientas. Empiezan a ser co-…. Es decir, trabajan en unión y compañía. Colaboradores, compañeros, colegas.

Se especula acerca del estatus laboral-legal que tendrán esos robots, en el futuro de las cadenas de producción, con una población notable y creciente. Si debieran, o no, ser cotizantes que contribuyan a las pensiones de los humanos ¿ciencia ficción? Desde luego que no. La diatriba es muy oportuna.

Como también lo es el aprendizaje continuo en base a la experiencia –ya es un hecho- de esos autómatas. Y aun más allá. La empatía con el humano. Sus relaciones con los seres orgánicos pensantes. Ayer mismo podía leerse en prensa como se está experimentando con piel humana –un dedo- para recubrir las extremidades de un robot.

De ahí a que C3PO exija vacaciones, un horario y se ponga en huelga cuando quiera reivindicar mejores condiciones, quizás solo haya ¿una, dos generaciones?

¿Es posible o mera especulación literaria? ¿Qué creen?     Un escenario futuro apasionante ahí… a la vuelta de la esquina.

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