Inicio / Opinión / Historia de un paquete

Historia de un paquete

Por Ricardo J. Hernández

Les voy  a contar una historia. La historia de un paquete. Su periplo, desaparición y llegada milagrosa a su destinatario.

El tránsito de mercancías es la esencia de la logística. Ya saben. Gestionar el transporte y la entrega –delivery– entre el punto A (origen) y el punto B (destino), en tiempo (el menor posible) y forma (sin que la mercancía sufra daños). Dos puntos, A y B, que sin embargo, pueden tener entre ambos un alfabeto completo. Ese universo dinámico se alimenta cada vez más de comercio electrónico. La compra online y el envío inmediato de lo adquirido. Ni importa donde sucedan ambos sucesos: compra y entrega. Un mercado verdaderamente global.

La estadística de crecimiento de ese canal parece la de un cohete interplanetario. Arriba, arriba. No para de crecer. Aún más con el espaldarazo de la pandemia. Lo contamos en nuestra próxima edición (Cuadernos de Logística, mayo 2022). Claro, que siempre contamos lo que se puede sumar con las estadísticas de los que compran, venden y entregan. Que es lo que luce. Lo fetén, que diría un castizo. Lo mollar.

¿Y el paquete que no llega?

No forman parte de esa estadística A) las devoluciones, que en algunos casos (retail en determinados países centroeuropeos) llegan a la nada despreciable cifra del 70 por 100 de lo que se entrega, pero que nadie tiene demasiado interés en hacer transparente. B) la llamada “pérdida desconocida”, un eufemismo que siempre me ha movido a la hilaridad, para describir lo que va a manos de lo que se quedan con lo ajeno: robos. Y C) lo que se pierde o extravía y llega, pero en condiciones de tiempo y forma tan lejanas a lo previsto, que no cumple con el contrato de compra venta implícito en la operación.

Y aquí volvemos a la historia el paquete que como ¿algunos, tantos, muchos…? ha sido fallido en su rastreo o trazabilidad, dado por perdido (incluso abonado el importe de compra) y que aparece mucho tiempo después… sin saber cómo ni por qué.

Los datos son estos: compra hecha en un market place del Reino Unido los últimos días del mes de octubre de 2021; peso 100 gramos; valor en origen 46,4 Libras esterlinas; puesto en manos del servicio de correo local de la Isla de Jersey (Canal de la Mancha), el 2 de noviembre de 2021. No llegó, o más exactamente, eso lo sabemos ahora, no llegó en el tiempo comprometido y luego dilatado por el Brexit, las Navidades y todo tipo de excusas que escondían una absoluta falta de trazabilidad.

Finalmente, el paquete fue dado por perdido por el vendedor a finales de enero de 2022. La consiguiente reclamación de abono fue uno de esos indeseables dolores de cabeza, ahora multiplicados por ser el vendedor una empresa extracomunitaria. Por su parte, Correos (España), que debía gestionar la entrega en nuestro territorio y era por ello eslabón intermediario, lo consideró igualmente perdido el 17 de febrero.

Dos meses después, sin más explicación, el comprador recibe un comunicado de la oficina de Correos de su distrito postal, en Madrid que, para su sorpresa, supuso a la postre la entrega, el 18 de abril de 2022, del paquete: etiquetado y referenciado sin errores respecto al destinatario y con todo su contenido intacto. Cinco meses y 16 días después ó 167 días, si lo prefieren desde su puesta en manos del Jersey Post service, distante 2.170 km del punto de destino. Sin explicación, ni disculpa.

¿Qué ha ocurrido? ¿Qué parte de lo sucedido debe achacarse a la barrera espinosa que se ha establecido ahora entre la Europa comunitaria y el Reino Unido, tras el Brexit? ¿De quién es la responsabilidad? ¿Por qué el receptor no ha recibido explicación alguna? ¿Son suficientes los sistemas de control y trazado actuales para el volumen de comercio B2C?

Y, sobre todo ¿Cuántos envíos sufren la misma suerte y están enmascarados por una estadística inexacta o inexistente, o por justificaciones –a veces erróneas- como que el receptor no estaba en destino?  O, lo que es lo mismo ¿Qué nivel de calidad y eficacia tiene el conjunto de la logística de comercio electrónico, más allá de las capacidades de los líderes? ¿Es, además, sostenible?  

Llamen anécdota a esta historia, si quieren. Pero  a falta de datos –muchos-, la reflexión está ahí.

¿No creen?

La guerra contra el virus –convertido ahora en costumbre- nos ha puesto a prueba ante un enemigo invisible. La guerra en Ucrania es mucho más reconocible. Por ello, debería ser más fácil de resolver. Y de encontrar la paz. Debemos hacer cualquier esfuerzo con ese objetivo.

Notificar nuevos comentarios
Notificar
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Scroll al inicio