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Comercio electrónico por aplastamiento: otra fiesta logística

Este post podría haberse titulado “¿Quién va a pagar la fiesta logística? (II)”, otro episodio con entidad propia que encadenar al publicado hace unas semanas. Esta otra “fiesta” también vamos a tener que pagarla. Y muy cara si ni ponemos cartas en el asunto. Por ahora gana el comercio electrónico por aplastamiento frente a las consideraciones medioambientales.

El camino estaba trazado, tímidamente, eso sí. Compromisos por doquier para reducir la huella del CO2, al menos sobre el papel que, ya saben, lo aguanta todo. La COVID-19 ha venido a trastocar muchos planes. También estos.

Las posibilidades de las compras on-line están siendo el salvavidas de la economía de “guerra” en un escenario de encierro, que no parece tener fin. Es más, a raíz de las últimas medidas de este fin de semana –y puede de las que vendrán- se antojan unas Navidades muy diferentes en lo social y en lo comercial. Incluida su antesala del Black Friday. Lo que no hará sino aumentar la actividad de las compras on-line y sus consecuentes entregas.

Hasta ahí las buenas noticias. Tenemos una válvula para escapar del tremendo panorama que nos asola. La mayor parte de las empresas comerciales pueden trabajar y vender por este canal. Algunas como nunca. Y la logística cabría decir que está de enhorabuena, aunque suene a humor negro.

El único problema, la “fiesta”, es lo que vamos a respirar. España fue el país que más redujo sus emisiones durante la primera ola de la pandemia por el impacto de la reducción del transporte viario y la aviación. Tan solo en la primera semana de confinamiento total, en la segunda quincena de marzo, la reducción de dióxido de nitrógeno fue del -83 por 100 en Barcelona, del -73 por 100 en Madrid y del -66 por 100 en Bilbao. En verano volvimos a la casilla de salida. Y ahora la amenaza es el efecto pendular ¿Quieren una prueba de lo que hay que mejorar? Ahí va.

Un problema de gestión logística

Los líderes tienen la responsabilidad de tirar del resto de la cadena. Marcando pautas. Por eso este ejemplo es muy reciente y del líder de los líderes del comercio electrónico: Amazon. Comprar en el mega-portal, es fácil. Recibir lo adquirido, rápido. Devolver lo rechazado, cómodo. Tres actividades claves en el canal on-line para la satisfacción del comprador.

La cuestión es desenfocar lo visible y observar la “trastienda” y sus costes en CO2 y NOx. Porque ¿cómo calificar la entrega de un mismo artículo que se sirve, por error, dos veces, al mismo destinatario (yo mismo), en el mismo lugar, el mismo día y con apenas dos horas de diferencia y por dos servicios de mensajería diferentes? ¿Qué coste en contaminación tiene esa ineficiente gestión? ¿Cuántas toneladas de partículas nocivas serían evitables? ¿Cuántas se van a volcar a la atmósfera por exceso y mala gestión en un panorama de crecimiento exponencial de las compras on-line asociadas a las limitaciones de la pandemia?

Lo irrelevante del ejemplo es que se trate del mismo artículo. Aunque es la guinda de este penoso pastel. Seguro que muchos de ustedes han recibido el goteo de entregas una a una de diferentes artículos, con intervalos de minutos, u horas en el mejor de los casos.

Me niego a pensar que en el estado actual de la gestión logística (de la tecnología, del software) no se pueda eliminar este dispendio en contaminación, tiempo y ocupación de la vía pública. Con una organización como la que tiene Amazon cabe preguntarse si hay interés por asumir este reto y resolverlo. Si hay algún compromiso en RSC o no a este respecto. Si busca o si se prima a los proveedores de entrega (empresas o particulares) con vehículos cero emisiones. Y si alguien, dentro de la compañía global, ha pensado que la opción de entrega cuando estén listos todos los artículos de la cesta, en una determinada horquilla temporal, debería ser la norma y no la elección discrecional.

La sensación que destilan sus prácticas es que no. Y tampoco parece existir preocupación por mejorar el exceso de volumen ocioso en embalaje. La tecnología de lectura dinámica de pequeños volúmenes también debe mejorar en esto, presionada, exigida si es preciso, también por quienes más mercancía mueven.

Con todo, el objetivo de esta y otras plataformas –al líder se le imita- no parece ser otro que el volumen y con ello el (cuasi) monopolio. No la eficacia, ni la eficiencia. Ganar en el comercio electrónico por aplastamiento. Como estrategia puede ser acertada o discutible. Como compromiso, es desastroso.

¿A quién le importa?

Cuídense y cuidarán a los demás

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