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Las ferias eran esto

Por Ricardo J. Hernández

Llevábamos bastante tiempo preguntándonos por el papel de las ferias profesionales. Tanto como el que ha pasado desde la irrupción y protagonismo de Internet como canal de información, sin límites de espacio o tiempo, instantáneo. Llevábamos mucho tiempo buscando nuevas ideas para el modelo ferial de nicho: “hay que hacer algo para reinventarlo sin perder su diferencial, el contacto personal”. Yo he defendido esa condición humana de las ferias muchas veces, sin por ello dejar de sugerir –e incluso participar- en ese cambio necesario.

Y, de pronto, la bofetada de la pandemia lo ha cambiado todo. Y ahora los recintos que acogen a ferias profesionales –y que volverán a hacerlo- se han convertido en pulmones hospitalarios circunstanciales para descongestionar la maltrecha y colapsada red sanitaria: IFEMA (Madrid), Fira de Barcelona, Feria de Valladolid, de Asturias, de Tenerife, etc. Los recintos feriales que acogen ferias como Logistics & Automation o SIL, ya están siendo utilizados para hacerlo con contagiados por el COVID-19.

Su puesta en marcha ha sido toda una lección de logística en tiempos de catástrofe, admirable por la eficacia, la rapidez y la solidaridad. Una eficacia liderada por el Ejército español. No en vano la logística le debe todo al ámbito militar y fue en la II Guerra  Mundial cuando obtuvo carta de naturaleza y estableció las bases que la convirtieron en herramienta para la gestión de acopios y distribución.

El 27 de enero –qué lejano parece ahora- publicaba un post desde esta tribuna en el que ponderaba la capacidad china para construir dos hospitales, para un total de 1.996 camas en apenas 15 días. Sólo el de IFEMA, que ocupa los pabellones 5, 7 y 9, puesto en marcha en menos de una semana (eso sí aprovechando edificios y servicios ya existentes) tiene capacidad en estos momentos para un total de 1.400 camas,  pero podría crecer hasta las 5.000 y 500 plazas de UCI si fuese necesario.

Una logística admirable

Cuando publicaba aquel post, incrédulo y derrotista, lo asumo, admiraba la capacidad del gigante asiático y me parecía incomparable con la que pudiéramos desarrollar aquí. Me equivocaba. He aquí un dato logístico que lo demuestra. En tres fases, para cada unos de esos pabellones feriales, dos empresas especializadas han organizado a 300 operarios que han montado desde cero más de 35 kilómetros de tuberías de gases medicinales para los enfermos. Y equipamiento, camas, colchones, lencería, mobiliario, cocina y alimentación, climatización, infraestructura médica, personal… todo en grandes números y a la mayor velocidad, aunque con las consabidas limitaciones [vídeo]. El próximo Congreso de Logística Hospitalaria del CEL –pospuesto por la pandemia- debería hacer un hueco a este admirable caso de éxito. 

Las conversaciones comerciales, habituales en los recintos feriales profesionales, el cansancio por el deambular por la moqueta ferial, las quejas recurrentes por la carestía de los servicios de restauración o el coste del suelo para un stand, el cuidado de la imagen de marca, el acopio de consultas para futuras referencias comerciales, el jamón y el vino, las apretadas agendas de actos paralelos y esa duda –casi permanente- de si participar o no en esta o aquella feria, parecen ahora cuestiones tan ajenas como extrañas y alejadas de esta nueva realidad temporal.

Por fortuna para las enormes necesidades hospitalarias actuales, estos lugares son también útiles para la esperanza y reflejo de la logística más exigente. La que no puede esperar. La de los enfermos. Que tiene su recompensa diaria no en la cuenta de resultados y sí en la cuenta de altas de los que, cada vez en mayor número, vuelven a sus casas curados.

Los recintos feriales tantas veces visitados y “vividos”, también eran esto. Y no lo sabíamos.

Cuídense mucho.

#Quédate en casa

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