La logística es cada vez más necesaria y, sin embargo, cada vez más transparente, casi etérea. No necesitábamos llegar a este punto con el maldito coronavirus, que nunca olvidaremos, para saber que trabajamos en un sector estratégico, imprescindible y ahora, además, clave para que al menos en lo cotidiano, compra y alimentación, mantengamos una cierta normalidad.
La logística y el transporte han sido declarados, en toda Europa, como excepciones a la regla del confinamiento, allí donde ya ha llegado, para asegurar la distribución de bienes básicos (alimentación humana y animal, productos sanitarios, combustibles, información escrita). La cadena de suministros, sobre todo de estos productos –pero también de otros del canal de comercio electrónico- no solo no ha parado: al menos en los primeros días de pánico ente la incertidumbre ha debido responder a la tensión de una demanda desbocada.
Quienes almacenan y distribuyen mercancías han seguido –y siguen- manipulándola, en almacenes convencionales con carretillas elevadoras y equipos de manipulación, o en almacenes automáticos. Han seguido gestionado entradas y salidas, codificando, controlando con herramientas informáticas toda esa cadena. Han seguido y siguen distribuyendo en tiempo y forma. Y siguen llevándola y “capilarizándola” allí dónde está el punto de consumo. Un bálsamo para el ánimo inquieto y la incertidumbre de los ciudadanos confinados. Y eso ocurre constantemente. Cada hora. Cada día. En cada lugar.
Sin reconocimiento
Por eso no es de extrañar que el sector de logística y transporte proteste y se manifieste contrariado –cuanto menos- por el casi nulo reconocimiento a su labor por parte del Gobierno y de su gabinete de crisis. Sin obviar la labor de otros colectivos, la logística y el transporte también está aquí: carretilleros, mozos de almacén, directores de logística, jefes de tráfico, responsables de cadena de suministros, mensajeros, conductores, etc.
Sólo el domingo 15, el Ministro de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos en su comparecencia pública, dedicó un tímido “agradecimiento a los profesionales del transporte público y privado que garantizan el suministro de bienes”. Ya era hora.
El sector de logística y transporte no esperaba tener que dar su verdadera medida y compromiso en una situación tan extrema como esta. Ninguno lo esperábamos.
Lo está haciendo. Poco cuesta reconocer esa necesidad y que deje de ser socialmente transparente, invisible. Ah y ¡Quédate en casa!