Inicio / Opinión / Cuando falta imaginación, impuesto al canto

Cuando falta imaginación, impuesto al canto

La logística, como el transporte –quizás por el transporte- tiene la desgracia de atraer los impuestos como la miel a las moscas. Y cuando falta imaginación –y se quiere recaudar, de esto no se dice nada- impuesto al canto. Barcelona y Madrid se han puesto manos a la obra para luchar contra el cambio climático. O eso debería ser.

De momento, han expulsado a los vehículos más antiguos y contaminantes de sus centros urbanos. Sin reparar en si se trata de particulares o herramientas de trabajo. Sin pensar en medidas alternativas para el “currante” y con exiguos plazos transitorios (solo en Barcelona). Más aún, el consistorio de la capital catalana anuncia  “medidas de fiscalidad verde para gravar la actividad de distribución de mercancías de las grandes plataformas tecnológicas”. Eufemismo que no engaña a nadie. Lo dicho, impuestos.

Lo de las “grandes plataformas tecnológicas” tiene un nombre propio. Un mensaje del ayuntamiento de izquierdas a la multinacional norteamericana. Curioso. Quizás la señora Colau y su corporación ignoren que quienes trabajan en la distribución para esa y otras grandes plataformas, son autónomos de base, con un vehículo muy antiguo que no pueden sustituir en el plazo de un año, porque los precios que se pagan por las entregas urbanas son ridículos.

Curioso, también, que las corporaciones de las dos grandes ciudades españolas coincidan, siendo de signo político tan diametralmente diferente. “Los extremeños se tocan”, decía Muñoz Seca. Ítem más, la máxima responsable del gobierno regional de la comunidad uniprovincial madrileña, la señora Díaz Ayuso, dice que la contaminación no mata a nadie y el alcalde matritense no la rectifica. Se califica solo.

Falta un verdadero plan

Pero esto es pecata minuta para los políticos. Falta imaginación y falta un plan o unos planes que permitan el mantenimiento y aseguren la pervivencia del canal comercial on-line. Y que, de forma paralela, cree un escenario mucho más sostenible. Que de eso no hay duda.

La fórmula escogida por ambos ayuntamientos (y habrá otros) es: prohibir y pagar. Fácil, rápido y escasamente imaginativo. Nada de planes tipo “renove”; nada de escenarios transitorios con el tiempo suficiente para un cambio radical y necesario; y nada de escuchar y empatizar con la distribución. Lentejas con embudo, vamos.

Las asociaciones gremiales deberían tomar cartas en el asunto y liderar esos planes. Porque tienen el prestigio, la representatividad y el conocimiento. Decididamente.

Ahí no queda la cosa. Para el puerto marítimo de Barcelona Colau quiere, además, la electrificación de los muelles y la reducción de terminales. Buenas ideas que esconden, sin embargo, una fijación significativa contra los cruceros y cruceristas. No se estudian los datos ni lo que suponen: menos del 10 por 100 de los flujos que llegan al puerto de la Ciudad Condal pero una fuerte inyección de ingresos. En logística entre otras cosas.

La imaginación al poder. O cerca, por favor.

Al margen de todo esto y, si me permiten, estoy de celebración: Este post hace el número 300. Gracias por permitirme seguir aquí

Notificar nuevos comentarios
Notificar
guest
1 Comentario
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Pedro Puig
Pedro Puig
20/01/2020 10:50

Una vez estuve en Cuba para dar unas charlas. También oí una del ministro de economía de la isla. Habían descubierto que la forma más barata de transportar mercancía entre punta y punta del país era el tren. El problema empezó cuando hicieron una ley para obligar a todo el mundo a usar el tren. Les costaba mucho descargar/cargar entre camiones y tren. Resulta que los túneles del tren no admitían camiones encima de los vagones,… La culpa,… de los rusos, que no reparaban las grúas que les habían regalado y que se estropeaban.

La gente debe ser libre para ensuciar, aunque a mí me parezca fatal, o mantener limpio el planeta, yo creo que nos jugamos la vida con ello, y que esa LIBERTAD nos ha traído hasta aquí, aunque sea con populismos.

No he vuelto a Cuba. La pobreza y la insistencia de la joven prostitución, entre otras cosas, alejada habitualmente de los turistas, me explicaron lo que el populismo puede hacer.

Scroll al inicio