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¡Qué barbaridad!

Por Ricardo J. Hernández

Es imposible permanecer impasible ante esto. Al menos si se tiene un mínimo de preocupación, conciencia si me permiten, de lo que pueda suceder. Pese a ello me temo que el hecho haya pasado desapercibido. Enterrado entre las devociones políticas y deportivas de los últimos días. Aunque la imagen sea además de chocante, una auténtica barbaridad.

La noticia se produjo el pasado miércoles en la toledana localidad de Sonseca (Toledo), según recogieron varios medios. Un conductor, vecino de la localidad, empotró su vehículo contra la iglesia de San Juan Evangelista, destrozando las puertas de templo y algunos bancos.

Hasta ahí, el texto aproximado de lo que recogían varios rotativos digitales. Poco más que una breve noticia de agencia que etiquetar en las crónicas de sucesos. Por fortuna sin daños personales. O casi.

Porque, además, la noticia mostraba a través de las fotografías distribuidas por la agencia EFE, los primeros trabajos tras el destrozo y en ellos una práctica que muy bien podría haber causado daños personales graves: un operario encaramado a un contenedor metálico que a su vez sostiene una carretilla elevadora contrapesada. Eso sí, bajo un halo solidario, pues fueron los vecinos quieren se pusieron manos a la obra para deshacer el desaguisado, según fuentes de la policía local consultadas por Cuadernos de Logística.

Captura on-line de la imagen distribuida por la agencia EFE (Ángeles Visdómine) y publicada por varios medios.

Desde el punto de vista de la seguridad, suspenso cum laude; desde el punto de vista del uso correcto de la carretilla, cero patatero; desde el punto de vista del acceso oportuno a un punto elevado, todo un manual de lo que NO debe hacerse. Y además, sin casco, arnés de seguridad y con un buen número de personas a su alrededor.

Práctica demasiado común

Con permiso de la autoridad o sin él, con urgencia o no por retirar los restos de las puertas arrancadas y evitar su caída –eso cabría deducir- la práctica, demasiado común, de utilizar una carretilla elevadora como sustituta de una plataforma aérea de trabajo o un andamio móvil, es del todo incorrecta, ilegal y eso sí, aclara por qué las cifras de accidentabilidad laboral siguen siendo excesivas. Por cierto, de estas prácticas, concurra o no un accidente, no es “responsable” la máquina, y por lo tanto tampoco su fabricante o empresa alquiladora, sr. Juez.

Pero alguien sí que es responsable de poner al operario y a su entorno (mirones) en peligro. Aunque sea con la mejor voluntad. Lo más lamentable con todo no es que se actúe de esta manera, si no que no he visto crítica o comentario alguno al respecto junto a la noticia o como información paralela.   

Lo dicho: una auténtica barbaridad

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Eduardo
Eduardo
13/01/2020 14:35

Completamente de acuerdo.
Una barbaridad, se mire por donde se mire.

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