Mientras que el top del ciber-consumismo occidental daba su vuelta de calentamiento este pasado fin de semana, otro evento, mundano, real, manual y solidario, y con mucha logística de por medio, tenía lugar en toda Europa: la Gran Recogida de Alimentos. En España articulada por FESBAL, la Federación Española de Bancos de Alimentos.
Estas organizaciones, que tienen mucho de logísticas, se encargan durante todo el año de hacer llegar sustento alimentario a los más necesitados. Y lo hacen cada día, gracias a donaciones y al trabajo de miles de voluntarios en cada provincia y en muchos municipios. Una sacudida de realidad, que ahora se hace superlativa, apenas a unos días de las fechas de mayor y más desenfrenado consumo, que también tienen todo que ver con la logística.
Sólo en la Comunidad de Madrid, los miles voluntarios de esta Gran Recogida reciben de los solidarios ciudadanos de a pie, que hacen su compra en supermercados y grandes superficies, más de 2 millones de kilos de alimentos. En el total de España, esta operación de corazón abierto, supera los 21 millones de kilos, casi el 50 por 100 de los recogido en toda Europa (46 millones). Repito, casi la mitad de lo recogido en todo el continente europeo. En un país “tradicionalmente” derrotista, conviene no olvidar estas cosas.
Con la logística, sí se puede
Con la logística se puede conseguir este objetivo, pues aporta gran parte de lo necesario para este Día D de la solidaridad por el sustento.
- Los voluntarios (se lo recomiendo, con muy poco se ayuda mucho) hacen el picking de segundo nivel a pie de caja, recogiendo los productos donados. El de primer nivel lo hacen quienes escogen los productos a donar de los lineales. Sobre todo: pasta, arroz, aceite, conservas, alimentos infantiles, legumbres… aunque en realidad “un kilo de cualquier producto”, vale, como dice Margarita, una de las coordinadoras del Banco de Alimentos de Madrid.
- Algunos de esos voluntarios hacen, además, en el mismo establecimiento, una clasificación por tipos y categorías de productos alimentarios, y los depositan en grandes contenedores de cartón sobre palé (llamados bañeras) y en box palés de plástico.
- Concluido el fin de semana de la Gran Recogida, los contenedores son conducidos (transporte de mercancías) a diferentes almacenes (flujo logístico de entrada). Como ejemplo, el Banco de Alimentos de Madrid, que dispone de tres ubicaciones permanentes, debe contar con la solidaridad de empresas que puedan prestar temporalmente (dos o tres meses) almacenes adicionales para recibir esa gran cantidad de alimentos.
- Allí voluntarios de toda edad y condición (desde particulares a grupos de trabajadores de empresas o estudiantes) realizan un nuevo picking, clasificación y preparación, comprobando las caducidades de los recogido (aunque no se trate de perecederos de corto plazo), ordenando y almacenando los productos.
- Almacenes, especialmente los estables, sostenidos por colaboraciones, infraestructuras y equipos, donados o facilitados por proveedores de equipamiento logístico.
- Tras ello, el penúltimo eslabón de esta cadena de suministro, que parte de los que tienen más (aguas arriba) y llega a los que tienen menos (aguas abajo), es el de los propios Bancos de Alimentos, que hacen llegar lo recogido (flujo de salida) a organizaciones solidarias con los necesitados. Otro dato, esta Gran Recogida arroja un stock que, de nuevo con el ejemplo de Madrid (donde más se recauda), llega hasta marzo o abril del año siguiente, como mucho.
- Finalmente esas organizaciones entregan lotes con alimentos a los que no tienen que comer, o preparan comidas en comedores solidarios (otra sacudida de realidad).
La conexión entre la logística y la solidaridad es frecuente. Diría que una constante. Especialmente en momentos, lugares y situaciones que exigen dar lo mejor para los que más lo precisan. Sí se puede el Black Friday, se puede la Gran Recogida de Alimentos. Y, sí, se puede.
