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Decisiones logísticas urgentes

Por Ricardo J. Hernández

Sin más dilación hay que tomar decisiones logísticas. Incluso quizás ya sea tarde. La Cumbre del clima de Nueva York, los informes que se están publicando simultáneamente y la realidad que nos rodea, plena de picos escarpados y profundos valles en las temperaturas y precipitaciones, no ofrecen ninguna duda, sr. Trump. Hay que hacer algo y hacerlo ya. La logística pude ser una magnífica herramienta.

La disciplina que compartimos va, por su propio espíritu y por el acompañamiento de la tecnología, dos o tres pasos por delante –puede que más- de decisiones políticas y reglamentaciones. De objetivos 2050, reglamentaciones municipales y uso de combustibles limpios. Tal y como se comporta en  velocidad y eficacia, sólo las limitaciones físicas la separan de la quintaesencia logística en transporte y entrega, el teletransporte, que queda por ahora en territorio de la ciencia ficción.

Volviendo a lo posible, por mucho que pudiéramos volver a la Luna, o ir a Marte por primera vez, su coste y los recursos necesarios, sustraídos de otros más terrenales y urgentes, no lo justifican. Con la logística ocurre otro tanto.

Se la ha reclamado más y más, sobre todo, pero no solo, desde el comercio electrónico y sus “hiperexigencias”: velocidad, exactitud, frecuencia, coste cero, devoluciones… Ha respondido. Y de qué manera. Desde la gestión informática del almacén al manejo de mercancías; de la gestión de rutas y transportes de largo recorrido hasta la última milla; o desde el flujo de contenedores al servicio puntual a retail o farma.

Timón logístico: cambio de rumbo

Pero si se puede lo más, se puede lo menos, y en todo caso si el entorno no es sostenible, se pone de manifiesto la necesidad de un cambio de rumbo: una toma de decisiones logísticas con urgencia.

La logística debería de estar, ponerse e imponerse, como servicio al servicio de lo más urgente: la preservación del medio ambiente. Y si es capaz de gestionar con velocidad y exactitud pedidos frecuentes, que se haga no porque “lo puedo pagar y lo quiero ya” –donde la necesidad no está en la ecuación- sino para evitar desperdicios y derroche de embalajes que llenan océanos. Y si es capaz de gestionar y mover  super portacontenedores con millones de pedidos, que se haga para que esos transportes lo sean en menor número. O si es capaz de crear flujos logísticos inversos, que lo sea para reutilizar, reciclar… y así sucesivamente.

La necesidad y no el consumo, o la oferta por encima de la demanda, debe ser la clave de la bóveda logística a partir de ahora.

El planeta Tierra, nuestra casa común, no es un mundo mágico y eterno que todo lo aguanta. Es ahora o ahora. La logística puede ser un potente aliado en este reto global.             

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