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¡Llamen a la logística!

Por Ricardo J. Hernández

Imaginen que tienen  una empresa de fabricación de productos de consumo bien implantados en su mercado, o son responsables en ella de algún área. Piensen que es viernes y que dejan su trabajo en busca del ansiado descanso semanal. Y supongan que una llamada interrumpe su oasis dominical para contarles que esa fábrica está siendo pasto de las llamas. De la noche del viernes a la mañana del domingo todo se ha reducido a cenizas. No hay fábrica, ni materias primas, ni almacén; tampoco producto ni tarea logística. Sólo lágrimas y olor a humo y materiales carbonizados. Toca tragarse las primeras –o dejarlas para más tarde- y limpiar los restos de los segundos.

El mercado no espera. La prioridad es fabricar. Aguas arriba, acopiar materias primas y empezar a producir. A la carrera. Es imprescindible. Aguas abajo, hay que saber qué se puede producir primero y qué después; a qué ritmo; dónde almacenarlo y cómo gestionarlo para que la fuerza comercial sepa qué puede vender y con qué plazos de entrega; y cómo distribuirlo y entregarlo.

Deshechos los nudos de las gargantas y aún con el olor acre del humo muy presente, un término se abre paso sobre los demás, respondiendo a todas esas preguntas: logística.

Resuelta la disyuntiva de la vuelta a la fabricación –en absoluto baladí para una compañía productora- lo demás queda en manos de la logística. Y no solo por el diseño de una cadena de suministro circunstancial para responder a este momento de desastre. También por la necesidad de un nuevo almacén/plataforma con sus correspondientes medios de almacenaje (racks u otros sistemas) y medios de manipulación (carretillas, apiladores, preparadores de pedidos, etc.); su sistema informático para gestionar ubicaciones y flujos; y su transporte y envío. Nada menos.

Quizás otros departamentos pudieron sentarse –aunque por poco tiempo- a pensar en cómo levantar una nueva unidad fabril; qué recursos humanos, financieros y materiales eran necesarios; cómo gestionar, de la noche a la mañana, a un personal inicialmente ocioso, etc. etc. Logística, no. Más aún, debía responder a todos sus retos de inmediato, en un escenario huérfano de herramientas y recursos.

Hechos reales

Esta crónica es absolutamente real. Los nombres, detalles y fechas podrán leerlos en nuestro próximo número (Cuadernos de Logística nº 50; reportaje sobre Instalaciones). Aún queda sin embargo, la mayor lección. Como las matrioshkas rusas que se esconden unas dentro de otras, lo que necesitaba esta industria maltrecha por el fuego era la logística dentro de la logística. Los mejores proveedores de equipamiento logístico funcionando como un reloj, en perfecta coordinación logística y a la mayor velocidad de respuesta posible. Todo para renacer de sus cenizas cuanto antes: en el momento justo y en el sitio oportuno.

Y lo consiguieron. Sus responsables logísticos, que estiman sobre todo el acompañamiento de esos proveedores por encima de otros valores, lo recuerdan ahora como una locura (“un portátil sobre un palé era todo lo que teníamos para empezar”) de la que, sin embargo, salieron reforzados: en una semana estaban produciendo, vendiendo y distribuyendo de nuevo. Créanlo. 

– “Houston: tenemos un problema”
– “¡Llamen a la logística!”             

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Vicenç Ripoll
Vicenç Ripoll
15/06/2019 16:42

Por supuesto lamentando en primer lugar la impactante situacion descrita y padecida por las personas que conforman la empresa
, hechos, de los que nos hace sabedores la serena prosa de Ricardo Hernande , debo destacar, aunque lo hace con luz propia, una frase, que Ricardo desliza con agudeza: “lo que esa empresa necesita es la LOGISTICA dentro de la LOGISTICA”, asi de sencillo y asi de efectivo.

Las empresas debemos mucho a la logistica y a los logisticos . El personal logistico incluye parametros mentales y de conducta , a mi parecer, mas resilientes y resolutivos frente a hechos que nos perturban gravemente.
Pongamos un poco mas de logistica en nuestra vida diaria, igual resulta !!!

Pedro Puig
Pedro Puig
10/06/2019 09:37

Solidaridad
En mi experiencia he conocido situaciones horrorosas, como caerse una estantería encima de un preparador en el almacén. Algunas han sido del tipo que comentas, capaces de destruir en minutos, una obra de años y generar lágrimas que podían haber llenado un lago.
El país en el que viví esto, el incendio devastador de un almacén, la logística “se le presume” y lo que contribuyó a secar las lagrimas fue la solidaridad, muchos competidores hicieron cola (fila ahí) para ayudar en lo que fuera y conseguir montar el tinglado otra vez.

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