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Opiniones y vacaciones

Uno de las mejores prácticas que siempre ha fomentado la prensa –originalmente la prensa diaria en papel- ha sido la posibilidad de que los lectores expresaran sus opiniones, públicamente. Lo que tradicionalmente se ha llamado “cartas al director”. Una forma de interactuar entre el medio y el lector a través de las opiniones de éste, sobre temas de actualidad o sobre los propios contenidos del medio.

Hoy, los medios on-line permiten que esas opiniones lleguen mucho antes, instantáneamente, se haga pública a la misma velocidad, sin esperar a la “próxima edición” y que esa interactuación no esté limitada por el espacio de un hueco en una página impresa. Pero aún existe una barrera para que el escenario de opiniones y comentarios cumpla con estas bondades que ahora permite la tecnología.

La limitación la ponen ahora los lectores… y su educación o discreción. Tuve un superior jerárquico que, hace mucho tiempo, me enseñó casi todos los mimbres que entrelazan esta profesión periodística, sin diferenciar tipos de prensa o canales. Una de esas urdimbres –me decía- refleja la educación de las personas, en este caso en el ámbito profesional. De manera que son muchos, los más, quienes escudados en esa educación, primaria si se quiere, rara vez expresan sus opiniones –sobre todo si son negativas- de un medio de comunicación, sus contenidos y sobre todo su marca editorial, lo que on-line sería este blog. Y mucho menos las expresarán en público.

Me consta –gracias por ello, un medio de comunicación lo es por sus lectores y nada más- que tenemos un buen número de lectores, la mayoría fieles. Tanto en nuestro boletín electrónico diario como, específicamente en este blog semanal. Y me consta por comentarios personales en algún evento, feria, etc. donde nos vemos las caras y, también, por los comentarios que me llegan, esas “cartas al director”… pero en ámbito privado. A mi correo electrónico.

Como el público, el lector es soberano. Por supuesto. Puede interactuar o no con el medio. Y hacerlo por el cauce que quiera. Sin embargo pongo el énfasis en que gran parte de esas opiniones que me llegan y no se hacen públicas, verbalizadas o escritas, son sumamente enriquecedoras y en general coincidentes. Tanto las que se alinean a los posts como las que expresan tesis en contra.

Muestra de opiniones “invisibles”

Y para muestra tres botones: el post “El conejito de las pilas y la Reina de Alicia o el respeto al auditorio”; “La sonrisa del jefe del almacén” o “Mentiras inconfesables”, sobre los que he recibido más de un comentario pero fuera del dominio público.

Me animo, por ello, a llamar a su atrevimiento. A invitarles de nuevo a “colgar” públicamente esas opiniones. A perder algo de ese miedo escénico por educación o idiosincrasia. A compartir reflexiones –siempre interesantes- con otros profesionales logísticos. No lo duden: el debate es una de las mejores escuelas.

Les dejo con esta sugerencia y reflexión, para las vacaciones. Nos “vemos” en septiembre.

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