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La sonrisa del jefe del almacén

Por Ricardo J. Hernández

El desempeño profesional te ofrece de vez en cuando regalos inesperados. Yo acabo de recibir uno. La oportunidad de hacer un “máster” de almacén. Concentradas en el tiempo, he podido realizar una decena de visitas a sendos almacenes de diferentes sectores. Y si ya de por sí esto es interesante para el conocimiento y la comunicación logística, si es en otros países, aún más; y si además se trata de otro continente, ni les cuento. Bueno, sí, les voy a contar.

Acompañado por Pedro Puig, presidente del Grupo Leuter, en todos esas instalaciones esta compañía tiene implantada su solución Adaia para gestión de almacén, WMS en sus siglas en inglés.

Ferretería, pinturas, distribución, carga general, depósito aduanero, consumo, cerámica, repuestos de automoción o conservas, tienen como actividad principal las empresas cuyos silos han sido objeto de este tour en países de la Centroamérica caribeña.

Muchas han sido las conclusiones de esta observación directa del almacén, que sigue siendo, en cualquier lugar y sector, el centro neurálgico de la actividad logística. Conclusiones que iremos desgranando desde nuestros canales impresos y on-line: cifras, datos, dimensiones, volúmenes, pedidos, transporte y características propias de la actividad y país, algunas comunes ambos lados del Atlántico, otras singulares de esas regiones.

Los rostros del almacén

Al margen de los datos, me traigo la experiencia y el contacto con los directivos, con los técnicos y responsables de almacén. Pegados al negocio cada día y con visión tanto periférica como de la trayectoria de la actividad bajo su responsabilidad.

Grupo Leuter podrá hacer –si  no lo ha hecho ya- un estudio de mercado y pulsar la satisfacción de sus clientes, detectar las mejores prácticas, evaluar el antes y después de la instalación de su software, medir parámetros, etc. de todas estas instalaciones. Y las conclusiones serán positivas.

Lo que difícilmente podrá reflejar cualquier informe, propio o ajeno, es la sonrisa del jefe de almacén.

Miguel Ángel Monestina (derecha) y Vicente Carela. Distribuidora Corripio, República Dominicana

Y es que, de entre todas mis experiencias de estos días, me quedo con una: la visión del rostro de un responsable de almacén, que se torna abiertamente sonriente al conocer y estrechar la mano de mi acompañante, quien ha desarrollado el sistema que le permite hacer más sencillo y eficaz su trabajo. Y eso es mucho.

Si una imagen vale más que mil palabras, esa sonrisa valía en ese momento al menos diez mil. Por eso no escribo ni una más.

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José Luis Torres
José Luis Torres
09/07/2018 12:00

Esperamos ansiosos nos cuentes tu gratificante Experiencia

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