Inicio / Opinión / Lloro por ti, logística

Lloro por ti, logística

Por Ricardo J. Hernández

La semana pasada se celebró el IV Encuentro Empresarial de UNO, la patronal logística. Muy interesante, como los anteriores. Temas y ponentes del máximo atractivo. Debates y mesas redondas sobre temas de actualidad o del futuro más inmediato. Por poner algún “pero”, faltaron muchos. Ellos se lo perdieron.

Entre los temas de debate más atractivos, la distribución del comercio electrónico, que sigue su particular travesía del desierto. Todo por hacer. Mucho por ajustar. Una logística de proximidad repleta de retos y cuestiones por resolver.

Y aquí sorprenden dos cuestiones para un sector de la distribución, el B2C, que no para de crecer.

La primera es, una vez más la constatación de que somos un país de plañideras: lagrimones como puños. Que si este problema, que si este otro; que si los márgenes para las entregas son bajísimos; que si hay una permanente guerra de precios; que si cada vez hay más restricciones, y las que vendrán; que si pocas entregas se hacen al primer intento; que si el porcentaje de devoluciones aumenta; que si los puntos de conveniencia, no convencen, etc. etc. Y venga de llorar y de llorar.

Porque eso sí, todos saben y cuentan los problemas, pero casi nadie plantea soluciones. Y hasta a quien su logística de último kilómetro le va bien, parece costarle –y mucho- contar su buena experiencia en el canal de la distribución y entrega de compras on-line. Nos gusta quejarnos y nuestro problema es siempre el mayor: “y yo más”.

Claro, que no es de extrañar. Además de la quejosa idiosincrasia patria, este subsector logístico en particular no medrará si quienes los protagonizan se empeñan en ocultar la importancia de la cadena de distribución y entrega.

Sí. Hay dirigentes logísticos –los hubo en ese evento- que justifican como una herramienta de marketing la opacidad de los costes de entrega: vamos, aplauden y venden el “todo gratis”. Dicen que las cosas obtienen su cimiento de solvencia cuando se les da un nombre: ahí empiezan a crecer. Y, también, cuando se les reconoce un valor y, con ello, la necesidad de satisfacer un coste. Fuera de esta ecuación queda lo banal.

En sentido contrario, mientras eduquemos (engañemos) al consumidor en la creencia de que hacerle llegar un paquete de compra on-line a su domicilio es gratis, deducirá –siquiera como percepción no consciente- que las empresas que prestan el servicio y quienes desempeñan ese trabajo, lo hacen poco menos que “por amor al arte” y… Ya está: quod erat demonstrandum.

Hay que empeñarse en hacer transparente la distribución de comercio electrónico. Su logística. Es la única manera de reconocerle valor y coste. La única por la que el consumidor sabrá que ocurre en ese último tramo. La única por la que sabrá que hacerla sostenible requiere pagar un precio o aceptar determinadas reglas en la entrega. Esto no es gratis. Y si alguien se empeña en regalar la logística, que lo haga; que asuma su coste a favor del consumidor. Pero que lo diga. En forma de descuento o como quiera. Que pague lo que deba y haga que la logística sea transparente a la sociedad.

De otra forma no se evita que lloremos por ti, logística.

Notificar nuevos comentarios
Notificar
guest
1 Comentario
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Agustín
Agustín
25/06/2018 07:48

Me parece una reflexión muy acertada. He estado vendiendo en la Feria del Libro de Madrid. A la hora de hacer balance, prácticamente nadie se acuerda de los repartidores, de esos autónomos que llevan sobre ellos el peso de cargar y descargar miles de cajas de libros. ¿Cuánto cobran? Parece que es gratis dado lo que se envía y lo que se devuelve a los almacenes al final. El coste logístico se percibe como “despreciable” en lo que es el monto total de la Feria.

Scroll al inicio