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Ceder el paso a las mujeres

Por Ricardo J. Hernández

Llevo varias semanas queriendo escribir este blog. Pero me han asaltado dudas. Se pretende poner igualdad en el rasero de hombre y mujer, iluminando dos monigotes –ella y  el- en los semáforos. O se sugiere reformar todo el lenguaje y su sintaxis, de arriba a abajo. Y cosas similares. Pero no se va –o no se quiere ir- al meollo de la cuestión de la discriminación por género. De ahí mi cuita. Porque, a veces, la voluntad o el simple hecho de poner el foco en femenino, se tacha también como una forma de discriminación.

Aún así, creo que es un momento adecuado -el sábado pasado, 25 de noviembre, fue el Día Internacional contra la Violencia de Género– de poner ahí el énfasis. Habrán visto y leído estos días que no hay sector, ni país, ni cultura que se libre. Por desgracia, es lo único en lo que el mundo es uniforme. Con ello, no hay día sin trágico titular en la crónica de sucesos. Acoso, violencia, muerte. Un género, el masculino, masacrando al otro: 50.000 víctimas anuales.

He mirado a nuestro sector logístico –en este país y en otros- intentando buscar algo que modere esa trágica balanza. Un mínimo consuelo, si quieren. Y casi (es imposible el equilibrio) lo he encontrado.

No he necesitado demasiado para señalar a mujeres relevantes en logística, en puestos relevantes, haciendo cosas relevantes. Tanto como cualesquiera otros. Y no me refiero sólo –aunque también- a aquellas que desempeñan las más altas responsabilidades. Me refiero en realidad a todas. De arriba abajo en los escalafones.

Creo que esa imagen conjunta, esa multitud que hace su trabajo, asume su papel profesional y solo se distingue por su desempeño –nada más importa, o nada más debería importar- es el mejor camino para evitar que la espiral de violencia y desigualdad crezca aún más. La desigualdad de oportunidades y recompensas en el trabajo, es uno de los pilares fundamentales en los que se sustenta esa lacra global.

Mujeres en logística

Sólo citaré unos pocos ejemplos. Que ninguna se sienta excluida por olvidada. Mujeres, sí, que dirigen grandes, medianas y pequeñas compañías (Cortefiel, ASTI, ET Systems…); son gestoras de su logística (Inditex, Heineken, Lactalis, Bel…); manejan y articulan su comunicación y marketing (Linde, PBX, ToolsGroup, Viastore, Securitas, Toyota, Jungheinrich, Fieldeas…); son responsables de diferente nivel en espacios y operadores logísticos (DHL, Puerto Seco de Azuqueca, Ecomvalue21…) o empresas de transporte (Gefco, Moldtrans…); en colectivos del sector (CEL…); en ferias y salones profesionales (SIL, Logistics…); blogueras en nuestro medio (VFM, ASTI), carretilleras anónimas (muchas y muy buenas) y, también, colegas de la prensa logística. No intentaba ser exhaustivo.

Esto, en logística, es un hecho ya común. Y sólido. Con todo, como en el resto de sectores, el camino no ha sido sencillo. Ni aún lo es, por desgracia: menos de uno de cada cuatro puestos en logística lo ocupa una mujer. Pero a cada paso va siendo más inútil la discriminación positiva. Y se empieza a percibir como algo pasado y casi, casi, trasnochado. Lo que es mucho.

Debemos congratularnos por ello y hacer de esa cada vez mayor presencia femenina, generalidad, naturalidad opaca, en vez de singularidad sobresaliente. Lo que no significa caer en la mojigatería y la tontuna, en pos de una igualdad de género que se confunda con uniformidad. Yo al menos, voy a seguir cediendo el paso, educadamente. Que conste.

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