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La falta de suelo y el café logístico para todos

Por Ricardo J. Hernández

Somos un país de extremos. Pasamos de un lado al otro, exageradamente, sin detenernos en el justo medio. En la economía, en el consumo, en el mundo virtual y hasta en la climatología. El sector logístico no se libra. Al menos en una de sus necesidades estructurales. Las infraestructuras. El suelo.

Ahora que la situación económica vuelve a impulsar el consumo y que el comercio electrónico crece como la espuma, cargadores y, sobre todo, distribuidores y operadores de la cadena logística (3PL, couriers, plataformas venta on-line, etc.) aumentan exponencialmente su actividad y precisan de más, mejores y más dispersas infraestructuras. Le ocurre al líder “amazónico” y también al comercializador del  más modesto y especializado producto que podamos comprar física o virtualmente. El problema para todos estos es que no hay suelo logístico.

Las razones para esta falta son, al menos, cuatro:
Especulación. Al río revuelto… Quién tiene es suelo, mayoritariamente los ayuntamientos, no quieren soltar la pieza a la primera y guardan celosamente sus terrenos a la espera de las mejores y más suculentas oportunidades. Es más, la cosa puede complicarse con la propiedad particular, pues en muchos casos los terrenos susceptibles por superficie para ubicar una plataforma logística, son un minifundio de pequeñas parcelas individuales, cuya venta hay que negociar con cada propietario.
Falta de voluntad –no absoluta pero sí frecuente- de las corporaciones locales gobernadas por partidos o coaliciones de la nueva izquierda, que ven la posibilidad de implantación de naves logísticas, y lo que ello conlleva en tráfico viario, etc., como el turismo: una “ocupación non grata” del territorio comunal.
Orografía. España no es, precisamente, un país cómodo orográficamente para la construcción de grandes infraestructuras en lugares oportunos para la distribución. El ejemplo más notable es Barcelona, encajonada entre mar y montaña, y con serias dificultades de desarrollo norte-sur.
– Y concentración del mercado nacional, prácticamente, en dos únicos polos, Madrid y Barcelona, que asumen la mayor parte de los flujos logísticos, donde todos quieren estar y disponer de infraestructuras.

A pesar de todo esto, el mercado crece, de hecho está en su mejor momento tras una época muy difícil, se desarrolla, crecen los precios de los terrenos por la demanda –excesivamente, según los actores del sector- y las rentas, o aunque no en la misma proporción.

Un problema logístico, pero con soluciones

La falta de suelo es y será un problema para el sector logístico en los próximos años que se antoja muy complicado resolver, pues hay causas estructurales contra las que será imposible (orografía) o muy difícil (concentración) luchar, además de algunos fantasmas ya conocidos que pueden aparecer en un armario cualquier día.

Se resolverá parcialmente el entuerto: si se consigue dispersar la actual concentración en favor de otros lugares (Valencia, Zaragoza, Sevilla, Valladolid, Burgos,…) con superficie disponible que, al menos, sirvan de pulmón para los dos grandes núcleos de consumo; si se acepta situar las infraestructuras logísticas a más –quizás mucho más- de una treintena o cuarentena de kilómetros del centro urbano de esos dos grandes núcleos; y si se hace una planificación (de espacios y viaria) adecuada y no caemos, de nuevo, en la errónea interpretación del “café logístico para todos” y las corporaciones locales se lanzan, desenfrenadamente, a construir en cada pueblo y cada rincón una zona logística que ni hace falta, ni nunca se llenará de naves o camiones.

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