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¡Se hace saber!

Por Ricardo J. Hernández

Cuando no existía otro medio de comunicación que la voz humana, y aún coexistiendo con el incipiente papel prensa, en los municipios españoles, en todos, un funcionario municipal era el encargado de vocear las “noticias” o acuerdos municipales que afectaban a los convecinos. El funcionario hacía sonar una trompetilla tras la cual gritaba ¡se hace saber! y a continuación, generalmente con la introducción “por orden del señor alcalde…” citaba la orden o cuestión a conocer. Así recorría vociferando calles y plazas hasta recorrer todo el pueblo, villa o pedanía. El crecimiento del tamaño de las urbes sustituyó al pregonero municipal por Bandos escritos pegados en las paredes y luego… luego las gacetas de prensa locales, la radio, la televisión e Internet.

El pregonero o el bando recogían los acuerdos de “Ordeno y Mando” de los regidores locales, que eran -como todo antaño- indiscutibles.

Llevo tiempo dando vueltas a una tesis que se presenta también como indiscutible –la comenté brevemente hace más o menos un mes en otro post- y que sostiene que el problema de crecimiento desordenado que se ha ocasionado por las entregas de las compras en el canal de comercio electrónico, se solucionará de un plumazo cuando los ayuntamientos legislen y pongan coto y regulación a esa actividad. Entonces no habrá nada que discutir: ordeno y mando.

Pero por más que lo pienso, no lo veo tan claro ni mucho menos indiscutible. Es más, ya hay jurisprudencia al respecto, la creada con ocasión del auto fechado el pasado 14 de diciembre, que daba la razón a la patronal de logística y transporte UNO, en su demanda contra el Ayuntamiento de Madrid, reclamando libre circulación para las mercancías.

Originalmente, nadie creía en la absoluta universalidad de Internet; en la universalidad de sus contenidos; en la universalidad de su gratuidad; en la capacidad para ser un inabarcable canal de compra para empresas y, sobre todo, para particulares. Pero aquí está. Y ahora todos hablan de compra on-line y de omnicanalidad.

Con este escenario, con los pingües beneficios que produce a las compañías, con el cambio de hábito y comodidad que supone para el comprador, etcétera, etcétera, díganme quién va a poner el cascabel al gato de limitar a unos días o unas horas, a estos o esos volúmenes, a estos o esos sistemas de entrega, o aquí sí y allá no.

Y si los ayuntamientos regulan y lo hacen en sentido estricto, para sacar de las calles a una parte importante de esos vehículos y sus conductores ¿Qué será del canal comercial de los canales? ¿Y qué será de sus empresas proveedoras logísticas? No lo veo claro. Y creo que no soy el único.

Por cierto, de esto vamos a hablar mañana en una mesa redonda a puerta cerrada, en el marco de la feria Encaja 2017, en Valencia.

¡Tirirííííí! “Se hace saber que por orden del señor o señora alcaldesa, quién tenga una idea sobre el particular de las entregas urbanas de Internet lo diga ahora, pues hace mucha falta y será bueno para todos los vecinos” ¡Tiriríííí!

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