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¡Carmena! Tenemos un problema… logístico

Por fortuna para muchos conductores –y mucho más para los maltrechos pulmones de quienes vivimos o trabajamos en Madrid- los índices de contaminación capitalinos, que habían rebasado el escenario 2 y amenazaban con dejar hoy (2 de noviembre) varados a la mitad de los automóviles, se han reducido y todos los que lo han decidido así han podido circular normalmente.

La norma tiene su escenario concreto, se refiere a la llamada “almendra central”, es decir el interior del anillo de la vía de circunvalación M-30 y no afecta a todos los vehículos. Están exentos los híbridos y eléctricos, los de las fuerzas de seguridad, el transporte público y los vehículos comerciales de distribución urbana. La logística de aprovisionamiento a los comercios y particulares es tan importante para asegurar los suministros a ciudadanos y transeúntes, que se permite esa excepción, lo cual, amén de lógico, libera a la logística de un escenario  de complicación superlativa.

Sin embargo, esta situación –que probablemente se repetirá y alcanzará los escenarios más extremos que prevé la norma municipal- aunque no afecte a la cadena de suministros, merece una reflexión, porque contaminación, sostenibilidad, distribución urbana, liberalización de horarios y comercio electrónico forman un cóctel con una resaca monumental.

Ya he dicho desde esta tribuna que no termino de entender el desenfreno por disponer a la carrera de todo cuanto se compra en Internet, por más que el líder marque esa pauta. Ello provoca que una inmensa flota de vehículos de reparto tomen las ciudades (que es de lo que hablamos) cada mañana. Y  sobre todo desde ahora hasta el mes de enero con promociones varias y Navidades. Por otra parte, la liberalización total de horarios en la Comunidad de Madrid trae la necesidad de más frecuencia de suministros, aunque las limitaciones que impone la normativa municipal de Madrid a este respecto son muchas. Finalmente, el desarrollo de los vehículos eléctricos de cuatro ruedas para esa tarea de reparto, aunque avanza, no va al ritmo del comercio electrónico y sólo la fuerza muscular (bicicletas, triciclos) está paliando en parte este problema.

No se trata de parar en seco, pero sí de reducir la marcha ligeramente. Los líderes del comercio electrónico y los que no lo son tanto, los desarrolladores tecnológicos de vehículos comerciales de distribución, las administraciones locales (en este caso con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, a la cabeza), los comerciantes y los gestores y vigilantes del medio ambiente, deberían sentarse juntos y cuanto antes, a decidir qué escenario queremos y cuál nos podemos permitir ahora sin hipotecar el futuro y el medioambiente.

Porque, quizás, de no ser así, cualquier día haya que tomar medidas medioambientales más severas que condicionen absolutamente el escenario y mucho más la vida urbana, incluidos los suministros y, por ahora, aunque lo intenta cada día, la logística hace lo que hace, pero no consigue milagros.

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