No suelo defender, ni pública ni privadamente, ni en este blog ni en otras plataformas, a quienes trabajan o han trabajado para la Administración, en cualquiera de sus niveles de responsabilidad y ámbitos. Si acaso, lo contrario. Creo que algo hemos aprendido de los últimos años de la democracia: ni siquiera tirando la primera piedra se puede asegurar que nadie esté libre de pecado. Los tribunales acumulan centenares de miles de folios de sumarios de procesos y los gestores de la cosa pública se sientan por docenas en los banquillos. De lo que deberíamos avergonzarnos.
Sin embargo, uno de los pilares que definen una democracia y un Estado de derecho, es la presunción de inocencia, muy diferente a la patente de impunidad. Si a esto unimos la querencia impropia –pero evidente- hacia uno u otro lado del espectro político, de los grandes medios de comunicación, el cóctel es explosivo. El “señalado” pasará a ser, de facto, acusado, y de ser inocente, le resultará casi imposible quitarse ese sambenito –o saco bendito- de los condenados.
Me atrevo a suponer que esto es lo que ha podido ocurrir con Carlos López Jimeno, el ex director general de Industria de la Comunidad de Madrid, que dimitió el pasado viernes tras las acusaciones y lo que él mismo definía como “juicio público” al que se le ha sometido desde los medios generalistas. El detonante, haber aparecido citado en un informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil redactado a propósito de la investigación de la denominada trama Púnica.
López Jimeno habla de falsedades e informaciones sesgadas a este respecto y de informes policiales plagados de inexactitudes, en unas breves declaraciones y en un comunicado a modo de despedida. Pero ya se sabe, aquí ya nada es presunto: todo lo que aparece negro sobre blanco, ya sea impreso o en Internet, es “pata negra” y “palabrita del niño Jesús” para la mayoría.
Carlos López Jimeno ha estado en su cargo de director general de Industria de la CAM 16 años, con cuatro presidentes y seis consejeros. Esta trayectoria no se antoja casual y por sí sola ya debería decir mucho en favor de un hombre profesional, serio y comprometido con su tarea: y ahí están los Planes Renove, entre ellos el reciente de carretillas elevadoras, como ejemplo.
Y no es de ahora. Por motivos profesionales conozco al ya ex director general desde antes de su desempeño en la CAM, cuando desarrollaba su labor en la Escuela de Minas de Madrid (donde ahora vuelve) y yo velaba mis primeras armas periodísticas, allá por el inicio de la década de los 90 del siglo pasado. Tampoco entonces le encontré tacha alguna y por lo que he podido escuchar desde el pasado viernes, no soy el único.
¿Y si, al menos pública y periodísticamente, esperamos a que se demuestran los hechos para condenar a los señalados, como debe hacer todo buen informador? ¿O es que hemos pasado de ser infor-madores a difa-madores? Digo yo
Estoy de acuerdo completamente contigo , Ricardo.
Como sabes, yo conozco a Carlos desde hace tiempo, también tengo mi pasado Minero
Te felicito por tu escrito y por tu honradez profesional. Me alegro saber que todavía quedan BUENOS PERIODISTAS
Quejarse es muy fácil. Y Usted lo hace en su blog. Vivimos en una sociedad donde ser «progre» es lo politicamente correcto y ser liberal-cristiano-conservador y capitalista es ser «facha» esto ha provocado una perdida total de valores donde los derechos están por encima de las responsabilidades y la sospecha por encima de los derechos. Hemos perdido el sentido común, y nos guste o no, tenemos un presidente del gobierno que lo hace todo con sentido común (acierte o no) y parece que tenemos un dictador.
Alguien dice que los partidos son corruptos y todos como corderitos al matadero nos lo creemos, y nadie, excepto muy pocos como yo, pensamos y creemos que la corrupción es de las personas no los partidos
Saludos
Comparto todo lo recogido por Ricardo Hernández en su Blog.
Carlos López Jimeno, se merece todo el respeto y presunción de inocencia que los periodistas no le han concedido.