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Lo que nadie dice, pero nadie ignora

Por Ricardo J. Hernández

El entorno en el que nos hemos movido los últimos años, en los que hemos pasado de perseguir el sueño del Estado del Bienestar a añorar el del Pluriempleo, nos ha dejado la huella marcada a fuego de las cifras del paro, que sigue estando presente una vez superada la crisis. La herida ha sido tan profunda, que pese a la recuperación, firme según unos –este fin de semana se cifraba oficialmente el nivel de desempleo por debajo de los 4 millones, después de muchos años- precaria según otros, la consecución y retención del trabajo sigue siendo una de las mayores preocupaciones de los españoles y quizás de todos los países desarrollados.

Por ello, la sensibilidad ante los temas de empleabilidad, puestos de trabajo, longevidad y solidez de los contratos, poder adquisitivo de los trabajadores, primer empleo, etc. está muy por encima de otras cuestiones.

Así las cosas, cuesta hablar abiertamente de entornos o situaciones en los que se pierden o reducen empleos por el lógico devenir de los tiempos, el desarrollo tecnológico y el progreso. No hablo de las salidas de pata de banco de algunos próceres del entorno asociativo empresarial -CEOE para decirlo más claro- afirmando que el empleo estable es cosa del pasado: “tener un trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX” dijo su presidente. Una declaración que no aporta más que incertidumbre y torpeza. Hablo de otra cosa.

Hoy estoy a caballo entre dos ferias logísticas, la CeMAT de Hannover de la pasada semana y el SIL de Barcelona de esta. Pues bien, por lo visto en Alemania y por lo que -intuyo- veré en la feria logística de la Ciudad Condal, de lo que hablo es de una imparable automatización de procesos en logística y transporte, para muchas de cuyas tareas la actividad humana va a quedarse en mera intervención de control, que no es poco en calidad, pero sí lo será en cantidad.

Por cuestiones de imagen y marketing, las marcas fabricantes no lo refieren así, claro, rotundamente y sin ambages. No es apetecible que los colectivos laborales, especialmente los sindicalistas, las señalen como las culpables de la reducción de puestos de trabajo. Lo que no es más que una simpleza de cara al colectivo obrero. Pero lo cierto, en todo caso, es que estamos asistiendo ahora mismo a una nueva revolución de las ciencias aplicadas a la industria, apoyadas en la tecnología de la información y en la automatización. Y la manutención, la logística y el transporte (incluso por carretera), no son ajenas a ella.

Todos sabemos cuál es el futuro. Quizás no el cómo y no exactamente el cuándo. Pero no hay duda que el progreso se impondrá como lo ha hecho siempre. Lo hará igualmente en el manejo de mercancías, en la distribución de bienes, en su transporte y gestión. Lo que ya hacen en gran parte las máquinas y los sistemas hoy, lo harán totalmente y de forma autónoma, en un horizonte temporal cercano para nuestro reloj biológico.

Y para los agoreros apocalípticos esta sentencia: el único parecido de todo esto con los cataclismos relatados en novelas o películas de futuros inventados, será que dejará de producirse sólo si, precisamente, un maremágnum planetario nos devuelve al taparrabos. Y bueno, en ese caso, si es de cara al incipiente y caluroso verano que ya tenemos aquí, tampoco está tan mal.

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Eduardo Escribano García Bosque
Eduardo Escribano García Bosque
06/06/2016 08:57

Bastante de acuerdo Ricardo. Lo que no se puede consentir es lo que dice la CEOE y luego hurgando en la herida el Banco de España. esos si que piensan como en siglo XX, en lugar de adaptar lo negocios y la economía a los tiempos y técnicas actuales, en lugar de basarse en ellas para lo que indican, en lugar de adaptarse a ello. Y eso son nuestros máximos referentes del progreso ???

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