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La culpa es del cha-cha-chá

Por Ricardo J. Hernández

La culpa es del cha-cha-chá

El pasado viernes 18 aparecía un nuevo periódico semanal independiente bajo la cabecera Ahora. En estos tiempos devoradores de negocios sin importar su longevidad, la aparición de una nueva cabecera y su homónima en la red (dirigidas por  Miguel Ángel Aguilar) es siempre una buena noticia, sobre todo en lo que al papel se refiere, pues demuestra que los agoreros que lo condenan quizás todavía deban esperar.

Entre los artículos de este número 1, me ha llamado a la atención uno que habla de manera recurrente -y por ello me sorprende más en un medio que, sin duda, pretenderá ser distinto- de automatización y robótica y vuelve a poner en la misma carga respectiva en ambos platos de la balanza: por un lado, automatización de tareas y procesos, industriales, de síntesis o cotidianos, para hacerlos más rápidos, eficaces, cómodos y baratos; por otro la sustitución del ser humano de esas tareas.

Y para ejemplificarlo, vuelta a los mismos argumentos de siempre: cuántos puestos de trabajo se perderán en esta u otra tarea; la inexistencia de cansancio o protesta que define a la máquina; a qué sectores afecta más; o cuánto se reducen los costes de producción con la intervención de máquinas o autómatas frente a humanos.

Para mí los argumentos en contra de la automatización son sencillamente una falacia y por ello ni siquiera son argumentos, son características o consecuencias. El mundo no sería lo que es sin el progreso, sobre todo sin el tecnológico. Desde la rueda a las aplicaciones de la física cuántica en los ordenadores personales, cada avance, automatización, robotización o mejora en un proceso, para hacerlo más eficaz, menos fatigoso, más rápido o más fuerte, ha definido al ser humano y sus inquietud por llegar un paso más allá.

¿Y qué me dicen de la logística o el transporte? ¿Son concebibles sus procesos, las cadenas de suministros, las exigencia a las que sometemos a la logística (lo quiero y lo quiero ya), sin informática, sin almacenes automáticos, sin maquinaria robusta, eficaz y cada vez más silenciosa (eso también es automatización), etc.? Todos sabemos cuál es la rotunda respuesta.

El problema es que nos ponemos orejeras y apuntamos equivocadamente hacia dónde no es (el progreso) cuando no sabemos hacia dónde hacerlo, o cuando nuestra miserias nos llegan al cuello por no haber previsto cómo sería determinado escenario económico, con determinada población y determinado nivel de bienestar.

En mi opinión quien apunta a la automatización como “culpable” o “responsable” inane de estos males sociales, está dibujando un escenario más propio de una novela de ciencia ficción post apocalíptica en la que se proscribe a la tecnología como hacedora del Mal.

En suma, esos argumentarios se sostienen menos que si echáramos la culpa al cha-cha-chá, como en la canción de Gabinete Caligari, aunque si fuera así, al menos sonarían bien.

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Patxi Fernández
Patxi Fernández
21/09/2015 11:22

Estoy de acuerdo en lo que dices. Solamente, añadiría que es muy lamentable que un medio de comunicación que se llama nuevo y que, en cierto sentido, sin duda, lo es, utilice argumentos tan viejos. ¿No será porque se trata de tenernos ocupados en supuestos debates que a nada conducen? si, lo del sexo de los angeles, lo de los hjos de treinta años que viven en el domicilio familiar, lo del “toro de la vega” y un millón de étceteras que, ¡ojo! no digo yo, no, que no se pueda hablar de ellos pero, yo también prefiero el “cha-cha-cha”

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