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Hacer un Rajoy-Pastor

Por Ricardo J. Hernández

Un nanosegundo es la milmillonésima parte de un segundo o el tiempo que tarda un internauta español en sacarle punta, hacer un chiste y mandar una imagen por la red de cualquier noticia que tenga la más mínima oportunidad de hacerse hilarante. Así somos, chistosos y demoledores. Tanto que –para los creyentes- el patrón de España debiera ser San Benito y no Santiago, porque al que le cae ya no se le quita de encima.

Lo penúltimo de nuestros chascarrillos es , “hacer un…” Así, “Hacer un Fernando Alonso” es que se te averíe el coche, recién salido del taller, sin apenas circular; “Hacer un Cospedal” es intentar explicar lo que está muy claro de manera inexplicable (a propósito del despido de Bárcenas del PP); “Hacer un Zapatero” es ver lo que nadie ve, como las pitonisas, a propósito de los brotes verdes, que no eran brotes, si acaso botes y de humo que no nos dejaban ver el precipicio de la crisis que teníamos por delante; “Hacer un Melendi” es montarla en un avión y obligar a dar la vuelta; o “Hacer un Rosell” es decir que no, que desde luego que no, que todo es mentira, para luego dimitir porque era verdad que en aquel fichaje no había nada claro…

Me apunto a la moda y quiero acuñar una más: “Hacer un Rajoy” o mejor “un Rajoy-Pastor” que no es un movimiento de ajedrez, más bien nuevo sinónimo de procrastinación, es decir dejar las cosas para ya se verá cuándo, que es lo que ha hecho el Gobierno con el Plan piloto de desvío voluntario de vehículos pesados a autopistas de peaje, que tras múltiples idas y venidas, se anunció para su entrada en vigor el pasado 1 de julio para luego retrasarse. Afortunadamente, en este caso (excepcional en eso), sólo tres días hasta el Consejo de Ministros el pasado viernes 3. Otras cuestiones no han tenido tanta suerte.

La dilación ha sido –y es- la marca, el sello, de este Gobierno, que tardó meses en aprobar sus primeros Presupuestos Generales y no menos en que Rajoy compareciera en una rueda de prensa (con o sin preguntas). Y aún lo será, ya que el presidente ha dicho este mismo fin de semana que no sabe, que quizás, que podría ser, o no, que ya veremos, que pudiera ser que dilate la convocatoria de elecciones generales a diciembre, con lo que esa dilación e incertidumbre genera en administraciones, presupuestos, toma de decisiones, etc. Gracias, señor presidente.

¿Y en la logística y el transporte? Pues más de lo mismo. No tendremos aprobado el necesario reglamento (ROTT) de la Ley de Transportes (LOTT) en esta legislatura, pese a la promesa en contra; tampoco avanzará más allá de lo que se hizo en su presentación la Estrategia Logística; e igualmente, no habrá Ley específica para el sector que la acompañe; cualquier día, o no, quizás nunca, habrá una nueva reglamentación para pesos y dimensiones; y no sería extraño que al Gobierno vuelva a pillarle en “fuera de juego”, por no tomar decisiones, alguna protesta como la huelga de transportes que finalmente no fue el pasado mes de diciembre…

En las escuelas de negocio se enseña que no tomar decisiones es, también, tomar una decisión. Parece que el señor presidente y la señora ministra sacaron sobresaliente en esa asignatura del máster y quién sabe, quizás lo adornaran con alguna cita del artículo “Vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra.

Sin más dilación, para no caer en el mismo error, mi recomendación literaria, muy de verano, ligera, divertida y que pesa poco, perfecta para leer bajo la sombrilla o sobre la hamaca: “Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco”, un compendio de curiosos relatos de ciencia ficción de Athur C. Clarke que se consume de un tirón.

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