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Taxistas, limpiadoras de colegio y repartidores

Por Ricardo J. Hernández

Primero fueron los conductores particulares metidos a taxistas o transportistas urbanos a través de la aplicación Uber; luego las mamás agrupadas en cooperativas para limpiar el colegio de sus nenes (una sugerencia de la nueva alcaldesa de Madrid) y ahora Amazon pretende que usted o yo –si queremos- al menos en los Estados Unidos, hagamos de repartidores de sus envíos si nos pilla “de paso”, según ha publicado The Wall Street Journal.

Por una lado, los que tienen una visión de la sociedad basada en la autogestión (que para mí siempre ha sido aprovecharse de lo que los demás ya han hecho antes sin “pasar por caja”) están frotándose las manos: yo, mi, me, conmigo. Por otro, los que si no se han manifestado deberían hacerlo, son los operadores logísticos y los prestatarios de servicios de transporte y, especialmente, los de e-commerce.

Que el mayor negocio mundial de este tipo, proponga al particular como su repartidor, deja en muy mal lugar a todos esos prestatarios de servicios logísticos que no dejan de invertir, sin un horizonte seguro, en soluciones para entregar a cada vez más barato y cada vez más rápido. Nada de hoy para dentro de una semana, ni de 48 horas, ni de hoy para mañana: de hoy para ahoritita mismo, que diría un mexicano.

Aún más, hay quienes desde el propio sector de los operadores –nuevos negocios- afirman que      los precios que el comercio electrónico estará dispuesto a pagar por el transporte serán más bajos y que quienes mejor se adapten a este contexto y ofrezcan servicios de gran valor añadido lograrán una ventaja competitiva…si están vivos, claro.

Me froto los ojos y aún no salgo de mi asombro: precios bajos y gran valor añadido para llevarse el mayor trozo del pastel. A mí no me salen las cuentas salvo en un entorno miserable en todos los aspectos.

Creo que los operadores de comercio electrónico se equivocan. Lo de dar “duros a peseta” es más viejo que la tos y nunca funciona. Mucho menos sustituir el trabajo de unos (Excelentísima sra. Carmena) por el ciudadano de a pie. Como experimento de medida contenida, la “República de Marinaleda” está bien, pero nada más.

El proyecto de Amazon tiene hasta nombre, On My Way, y suena a canción de Sinatra, aunque aquella hablaba de un final y el proyecto de Amazon de un principio por el que ¡cómo no! lo que pretende es ahorrar costes, aunque remunerando al usuario-repartidor. El titular de la noticia del rotativo norteamericano, “Después de los drones: Tú”, me recuerda a los carteles de la II Guerra Mundial en las que el “Tío Sam” señalaba con el dedo índice a sus compatriotas  para que se alistaran.

Gasolineras sin personal, cajeros bancarios automáticos, autoservicios de alimentación, cajas de autopago en cada vez más establecimientos, muebles en kit…así las cosas, la idea de Amazon, en realidad, solo se apunta a una tendencia que ya casi es costumbre y que, eso sí, deja, injustamente en mi opinión, la eficacia de los operadores logísticos a la altura del betún. Sin contar otras “aristas”, como las entregas fallidas o la responsabilidad de esos repartidores “advenedizos” sobre las entregas ¿Y dónde queda el servicio?

El clásico moderno de esta semana es para amantes del terror sobrenatural: “La Profecía”, de David Seltzer (1976). Se da la circunstancia de que el autor fue el guionista de la primera versión cinematográfica, lo que la hace bastante fiel al original.

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