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Dos más dos, no son cuatro

Por Ricardo J. Hernández

En el boletín electrónico de noticias que lanzamos cada día, han comenzado a agolparse las noticias de compras y fusiones, un índice más de que la situación económica ha cambiado de signo.

Las empresas compran otras básicamente por tres razones, acceder a un mercado que no tienen, crecer de forma rápida en el mercado en el que ya están, diversificar sus ventas o prestación de servicios. Tras una larga crisis como la que hemos vivido, además se dan otras dos circunstancias que favorecen estas operaciones: disponer de recursos cuando la mayoría los ha agotado, y aprovechar oportunidades, por la misma razón.

Esta multiplicación de compras de hoy me han recordado que hace años cuando trabajé durante una larga etapa en la prensa de otro sector profesional, el de la maquinaria de obras públicas y minería, se produjo, también, una fiebre compradora en ese sector. Eran los años finales de la década de los 80 y los primeros de la de los 90 del siglo pasado. Y sobre todo recuerdo la rápida creación del un macrogrupo (IBH), que a base de compras reunió bajo una misma enseña a buena parte de la flor y nata de la maquinaria de obras. Sin embargo, con la misma rapidez que fue creado se desmembró aunque, por desgracia, dejó varios “cadáveres” en forma de marcas por el camino.

Con todo esto quiero decir lo que tantas veces se repite en las escuelas de negocios y tantas veces se yerra cuando se practica. Hay cosas de una empresa que no se pueden comprar con dinero; y otras pierden todo su valor con sólo cambiar de manos. De ahí vienen muchos fracasos.

No están claros los porqués de estas situaciones que, seguramente, se repetirán ahora que empiezan a florecer esas adquisiciones. Pero parece que una de las causas puede ser la escasa atención que se suele prestar en esas operaciones a los detalles y, sobre todo, a los recursos humanos y sus intangibles. La suma de voluntades de las personas hace que una empresa y sus marcas sean lo que son y, por lo tanto, son irrepetibles, por un lado y difícilmente replicables, por otro.

En un mundo como el de los negocios, tan cartesiano, con frecuencia, 2 + 2 no suman 4. Y si hablamos de personas, desde luego que no.

Tras tanto negocio, algo de evasión. Mi recomendación clásica de esa semana es de ciencia- ficción y tiene poco que ver con lo que acostumbramos ver en el cine: “Crónicas Marcianas” (1950) de Ray Bradbury.

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