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Lean, por favor

Hace unos meses, pero ya en 2015, remití un cuestionario para conocer el grado de aplicación de determinadas herramientas y tecnologías en empresas del sector logístico para documentar un reportaje. En el listado de opciones incluía: SGAs (sistemas de gestión de almacén), Geolocalización, Herramientas para Compras, Lean, Identificación por Radiofrecuencia y otras más.

Uno de los receptores me contestó, amablemente, que faltaba el enlace en “lean” y que por ello no podía “leer” el contenido de esa línea. Como ya habrán caído en cuenta, confundía -o seguramente desconocía- las herramientas Lean (fonéticamente “Lin”) sobre las que preguntaba la encuesta, con el subjuntivo o imperativo del verbo “leer”.

Suponemos con demasiada frecuencia en los ámbitos profesionales que todo el mundo “está en el ajo” y que determinadas tendencias que se hacen para nosotros habituales, lo son para todo el mundo, aunque escarbando en la realidad casi siempre el espectro de conocimiento se parece a un iceberg o a una regla de Pareto: unos pocos saben de este o aquel tema especializado; el resto, no. Aunque en este caso, todos deberían saberlo.

¿Por qué? La recomendación viene por el uso más prosaico del sentido común. Las herramientas y aplicaciones de las enseñanzas Lean (que nacen en la década de los 30 del siglo XX) lo que procuran es el ahorro, la erradicación del despilfarro en cualquier recurso y la mejora continua. Lo que les decía, aplicación del sentido común a la empresa -más necesario que nunca- a manos llenas, ahí es nada. Y no solo en logística. En cualquier área o sector.

Lo único que hay que hacer es proveerse de un buen experto que nos acompañe por ese camino para después no abandonar nunca la senda. Pero no se preocupe, que expertos, haberlos “haylos”, como los que mostraron su saber hacer la pasada semana en una jornada que organizamos en el Instituto Logístico Tajamar.

Así que no lo duden, “lean” (del verbo leer), infórmense, busquen, comparen, asesórense y apliquen Lean (la herramienta y sus técnicas) en la medida que puedan, desde un pequeño proceso a toda la compañía. No se arrepentirán.

Y otra recomendación. Esta para que la lean. Como siempre, un clásico (1980): “El quinto jinete”, de dos colegas periodistas (Dominique Lapierre y Larry Collins). Una muy buena novela de suspense, con magníficas descripciones de Nueva York desde la primera línea, y de alguna forma inquietante y premonitoria de acontecimientos sucedidos, con más de 20 años de antelación.

En cualquiera, o en los dos casos: Lean, lean, por favor.

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