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Blancanieves y las 44 t

Por Ricardo J. Hernández

¡Espejito, espejito…

La próxima celebración del Foro Nacional del Transporte, organizado por AECOC, ha vuelto a poner sobre la mesa -si es que alguna vez ha dejado de estarlo- el debate sobre el incremento de pesos y dimensiones en el transporte por carretera en España y, sobre todo, la posibilidad de que el límite se eleve a las 44 t. En AECOC lo tienen claro y su director de logística, Alejandro Sánchez, es rotundo al afirmar que estamos perdiendo competitividad por no poder elevar ese límite cuatro toneladas sobre el máximo actual.

Tan claro como lo tiene la asociación de cargadores, lo tienen los colectivos patronales y de autónomos del transporte por carretera en España, pero en sentido contrario. Elevar el límite es, según esas asociaciones, innecesario e inoportuno, sólo favorecería a unos pocos con recursos para invertir en nuevos vehículos de más capacidad y difícilmente ese incremento se trasladará económicamente al sector del transporte.

La Administración nacional ya ha dicho su última palabra: no a las 44 t; sí a los megacamiones de 60 t de MMA y 25,25 m, en determinadas circunstancias. Y la Administración comunitaria sigue con su despropósito de “laissez faire, laissez passer”, que cada país legisle por su cuenta, aunque a todas luces de trate de una cuestión supranacional. Una legislación comunitaria homogénea, aclararía el panorama sobremanera.

Aún más. En lo que, desde luego, no hay opinión rotunda es a quién y en qué proporción irían a parar los supuestos beneficios de esos incrementos de pesos y dimensiones: ¿a los cargadores? ¿a los transportistas? ¿al consumidor? ¿a los fabricantes de vehículos? ¿a los constructores de nuevas o reforzadas infraestructuras viarias?

Y la guinda (aunque más parece una bomba fétida): cinco meses después de su finalización ni está, ni se espera, el informe de conclusiones de la prueba piloto con vehículos de 44 t realizada en Cataluña ¿Por qué?

Si miramos “hacia arriba”, al resto de Europa, el problema y la pugna por incrementar o no esos límites no parece de excesivo calibre a juzgar por lo acontecido en países donde se transporta por encima de las 40 toneladas. Ni tampoco parece que haya sido una solución universal. Más bien una alternativa. Sin más. No ha habido bruja malvada, ni manzana emponzoñada que se haya tragado, engañado con malas artes, el sector del transporte por carretera.

¿Y la Unión Europea? Me dicen que legislará en este sentido a escala comunitaria. Pero no ahora. A partir de 2016.

¡Espejito, espejito!, dime cuál es el mejor límite de peso y dimensión para el transporte por carretera…¡pero dímelo ya! que esto es muy cansino.

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