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2015 acaba en cinco

Por Ricardo J. Hernández

Traspasado el peculiar periodo navideño, mezcla de encanto festivo, consumo y negocio, un cuando en el que la logística es cada vez más clave, volvemos a la realidad más prosaica y nos enfrentamos de lleno a un 2015 que en el escenario doméstico-económico se presenta muy prometedor.

Aupado por los resultados mejorados de 2014 (sobre todo en su segunda mitad), por el despegue del consumo y por augurios cimentados en las cifras al alza del PIB, contratación laboral, prima de riesgo, etc., los más optimistas se sumarán al análisis gubernamental, rotundamente positivo, y aún augurarán un escenario aún mejor al pronosticado por Rajoy, de Guindos o Bañez; los más pesimistas enarbolarán la oscura bandera del escenario global, los extremismos de Podemos o Syriza, el precio del crudo por los suelos, la debilidad de la UE y entenderán ese análisis como una cortina de humo volátil y electoralista; y los más ponderados reconocerán las cifras como alentadoras, viniendo de donde venimos, aunque aún débiles para esbozar una clara sonrisa. De todo habrá.

Lo cierto es que en el panorama logístico, el horizonte inmediato tiene tintes más optimistas que lo contrario, si atendemos a las cifras y a la opinión de los directamente implicados, tanto clientes como proveedores. Los índices de ventas, de solicitudes de oferta, de alquileres y de proyectos, en carretillas elevadoras, almacenes o equipamiento, han cerrado 2014 con números desconocidos desde hace años; el comercio electrónico no parece tener límite de crecimiento, por ahora, y su actividad se refleja en la práctica totalidad de la cadena de suministros; y hasta el transporte por carretera acabó 2014 con la indisimulada sonrisa de su órdago ganado al Gobierno en la pugna por la devolución del “céntimo sanitario”.

Por lo tanto, hay razones para no deprimirse en exceso, aunque no conviene olvidar que hay sombras entre las luces y que hace ocho años estos mismo índices y resultados nos hubieran parecido poco más que ridículos y, desde luego, nadie los hubiera pronosticado.

Por cierto, un experto economista internacional viene a decir que los pronósticos económicos solo sirven para hacer más creíble la astrología. Es decir que los que saben, realmente, no saben lo que va a pasar.

Con estos mimbres, lo único veraz es que habrá que trabajar y mucho, que aquí arranca 2015, y que podrá ser un año Jekyll o Hyde, la “niña bonita” o hacer honor a su último dígito, con perdón.

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