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Permítanme que me levante

He leído en alguna parte que en la lápida del genial Groucho Marx, el líder de bigote pintado de esa loca estirpe del cine en blanco y negro, puede leerse este epitafio: “Permítanme que no me levante”. No he podido comprobar -como sería mi obligación periodística- la veracidad de tal cosa, pero en cualquier caso tomo prestadas esas palabras y, como aún estoy en el lado de los vivos, para lo que les pido permiso es para levantarme.

Estos días elaboramos una serie de artículos para el último número de 2013 de Cuadernos de Logística, representativos de otras tantas empresas y de lo que hacen en materia de RSC (Responsabilidad Social Corporativa) y Sostenibilidad. Si tuviera que hacer generalidad de estas individualidades, diría que ya no es nada singular la expresión de esa responsabilidad en lo que a los proveedores logísticos se refiere para con el entorno y me levantaría (de ahí el permiso) a saludarlas y celebrarlo.

Estas empresas, como otras, cada vez más -algunas aún antes de que nadie etiquetara la solidaridad o la responsabilidad- han pasado de lo anecdótico a tener en su ADN la vigilancia activa por los valores humanos y naturales que se resumen en el trinomio RSC, sin distinción de actividad ni tamaño, de subsector o de producto. Comprometerse y comprometer. Solidarizarse, cuidar el entorno, pensar en el futuro, ayudar a los  más desfavorecidos, son términos que empiezan a ser tan comunes en ese portfolio creciente de empresas como balance, ventas y beneficio.

Desde el punto de vista medioambiental, sin olvidar otros valores, debe darse un énfasis mayor a estos compromisos sostenidos, pues la cadena de suministros y el transporte de mercancías son una de las actividades que mayor huella de carbono dejan. Esas empresas que aparecerán en nuestras páginas ejemplifican lo que ya hacen también otras. Más allá de algo que hay que hacer, porque todos lo hacen, RSC y Sostenibilidad empieza a ser algo que se hace porque se quiere (y debe) hacer.  Por eso quiero levantarme a señalarlo.

En el fondo de este iceberg, tan invisible casi siempre como gigantescamente solidario, está la labor de los Bancos de Alimentos -con un fuerte y permanente cometido logístico- que cada día, los 365 del año, gestionan una cadena de suministros muy tensa, que tiene a los más necesitados en uno de los eslabones extremos. Por eso también merece la pena levantarse.

Y precisamente en estos días el Banco de Alimentos de Madrid lleva a cabo una campaña denominada La Gran Recogida de Alimentos NO perecederos. Una gran Operación Kilo que tendrá lugar los días 29 y 30 de noviembre y el 1 de diciembre de 2013 y en la que se espera recoger 1 millón de kilos para posteriormente distribuirlos. Y entre la recogida y la distribución este Banco de Alimentos necesita, temporalmente, almacenes para acopiar esos kilos.

Por esto también me levanto, para vocear un llamamiento al sector, para que ceda esos espacios ociosos de los que disponga. Seguro que aparecen. Y muchos. Y en un próximo blog me levantaré desde esta silla virtual para agradecérselo. Permítanmelo.

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