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Asesor energético latente

Desde hace años, la asesoría energética ha pasado a ser una línea estratégica fundamental en todos los agentes del sector, tanto eléctrico como térmico o arquitectónico.

Los fabricantes invierten en innovación y lanzan una parte importante de su producto en base a su implantación en dicho campo y en sus efectos en la mejora energética. Los distribuidores cada vez se acercan más a ofrecer un servicio integral de asesoramiento al canal de la instalación que ayude a justificar la inversión basándose en el ahorro energético obtenido.

En todo este proceso, cabe destacar el papel fundamental que la empresa instaladora tiene en la reconversión energética. La empresa instaladora, en el momento de presentar una mejora en la instalación basada en una optimización del rendimiento energético, debe justificar el ahorro obtenido con la inversión y el retorno de la misma. El objetivo no es otro que el de tener argumentos suficientes a la hora de vender la solución.

Hay que tener en cuenta que actualmente se ha cambiado el término producto por solución. Es decir, se trata de ofrecer al cliente una solución frente a un problema determinado. En este caso, un consumo energético excesivo como consecuencia de una instalación obsoleta o por una mala gestión.

El tamaño medio de una empresa instaladora en España es de entre 1 a 5 trabajadores (el 90% del colectivo). Se trata de un dato compartido en todas las provincias y comunidades autónomas de España e incluso a nivel internacional. Es cierto que los medios de los que dispone una empresa de dicho tamaño para mejorar su formación, teniendo en cuenta que debe dedicar la mayor parte de su tiempo a generar ingresos mediante una actividad que requiere una ejecución presencial, son escasos. No obstante, hay que tener muy en cuenta hacia dónde se mueve la demanda y el propio sector. Obviar estas variables supondrá estar completamente “fuera de juego” en relativamente poco tiempo.

Actualmente, ya nadie duda del potencial de negocio que se envuelve del concepto de “eficiencia energética”, pero es fundamental saber vender bien la solución. Para ello es completamente necesario tener una formación potente y sólida que permita realizar estudios y análisis que reflejen al máximo la realidad y que no genere desconcierto y desconfianza en el cliente final. Las empresas instaladoras deben aprovechar las oportunidades que este nicho de negocio genera. Una posible solución para incorporar el aprendizaje en este ámbito sería el poder establecer alianzas con otras empresas con experiencia previa, de características similares, sin depender de otros agentes que intervienen en el sector y que distan de la actividad propia de la empresa instaladora.

Hoy en día más del 95% del sector comercial es susceptible de implementar medidas de eficiencia energética en sus locales. Es sorprendente que aun así este dato se mantenga invariable y en la misma situación durante años. Un futuro sin formación ni preparación en eficiencia energética es extremadamente incierto.

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