Nunca hemos sido ajenos al caos. Lo impredecible forma una parte tan esencial de nuestras vidas como lo es la certidumbre y, sin embargo, nos seguimos sorprendiendo. Del mismo modo ocurre con la cadena de suministro, un engranaje casi perfecto y más que acostumbrado a las alteraciones, pero ¿hasta cuándo?
Por mucho que todos tuviéramos las esperanzas puestas en el 2021, deseando que fuera el año del ‘borrón y cuenta nueva’, la vida se ha encargado, una vez más, de ponernos en nuestro lugar.
“Viniendo de un 2020 marcado por una pandemia mundial, no podemos ir a pe…” – ¡Y pum!
Antes de poder formular nuestros deseos nos arrastró la resaca del Brexit, Filomena, la crisis de contenedores, la falta de capacidad y, para colmar el vaso, gotas tan grandes como el Ever Given.
Cada vez más ingredientes se han sumado a esta receta caótica que, en cosa de cinco meses, se ha encargado de hacernos cambiar de opinión. Ya fuera por la propia naturaleza o por errores humanos, una batalla tras otra, la cadena de suministro se ha rearmado y ha resistido.
Sin embargo, todavía queda mucho año por delante…
¿Qué podría venir ahora?
Quizás utilizar la expresión “lo poco gusta y lo mucho cansa”, hablando de incidentes, no sea lo más acertado. Sin embargo, no podemos evitarlo, los problemas nos hacen evolucionar.
Hace poco más de un año nadie pensaría que la cadena de suministro, la industria y, en general la humanidad, estaría preparada para enfrentarse a una pandemia. Del mismo modo, tampoco sabíamos si el Brexit sería un golpe para la logística europea y mucho menos si podríamos desencallar un buque gigantesco que colapsaría una de las vías principales del tráfico marítimo con el continente asiático.
Enfrentarnos a cada una de estas situaciones ha sido similar a cuando de pequeños nos decían que había que caerse para aprender a levantarse. Si nada de esto hubiera tenido lugar, la cadena de suministro se hubiera mantenido estable y… un momento… ¡sí, lo ha hecho!

A bombo y platillo
Mientras sucesos como el impacto del Brexit o el bloqueo del Canal de Suez copaban las portadas de todo el mundo, una vez superadas estas crisis, la humanidad volvía a olvidarse de lo que hay detrás, en las bambalinas del comercio internacional.
La cadena de suministro, sin embargo, no podía permitirse ese lujo. Mucho menos cuando cada día observa cómo la cuerda se tensa más y más ante una crisis de capacidad que amenaza al tráfico marítimo y aéreo y, en resumen, al intercambio de mercancías tal y como lo conocemos en la actualidad.
Y esto, amigos, es en parte culpa nuestra. Porque no lo neguemos, mientras que nuestros pedidos lleguen en el momento adecuado, al lugar indicado y al precio establecido inicialmente, para nosotros no estará pasando nada fuera de lo común.
Esa es la magia de la logística. El hacer que todo suceda sin que nos lleguemos a preguntar cómo. Pero realmente detrás de esta industria no se esconde nada místico. No hay pequeños duendecillos que sacan adelante el trabajo mientras dormimos. Son personas.
El altavoz
Apelando a nuestros orígenes, donde toda la tribu se enfrentaba a las amenazas que ponían en riesgo su supervivencia, la humanidad debe seguir sumando fuerzas. Todos y cada uno de los beneficiados por la cadena de suministro debemos comprender la importancia de hacerse eco de los problemas que sobrevuelan a la logística, más allá de las crisis puntuales.

Porque sí, a veces toca hacer ruido. Al igual que abordamos cuestiones como la sostenibilidad, toca ser portada y estar en boca de todos para que situaciones como las que enfrentan las compañías que dependen del tráfico marítimo para sacar adelante su actividad no se conviertan en un mal crónico.
Ahora, es momento de pasar a formar parte de ese engranaje casi perfecto para que la logística solo se tenga que preocupar de que la vida le sorprenda y no de que las sorpresas pongan en peligro su vida.