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Es hora de poner naves al campo

Se trata de una ola imparable, para que negarlo. Nos parezca bien o mal, levantando un poco la mirada ahí se encuentran, a ambos lados de la carretera. De golpe, la típica frase de “todo esto era campo” empieza a resonar, haciéndonos conscientes de que algo, visiblemente evidente, está cambiando para siempre.

Erigidos como colosos, los desarrollos logísticos no paran de multiplicarse. Raro es el mes en el que no nos hagamos eco de una nueva plataforma de distribución o de la inauguración de un almacén en algún punto de nuestra geografía.

Así es, las operativas cada vez requieren de más espacio. Nuestro consumo lo ha impulsado y, según los expertos, lo seguirá haciendo durante unos cuantos años más.

Sin embargo, hay mucho más allá de esos gigantescos cubos que vemos desde nuestros coches. Sí, camiones, atascos, ruido, obras, polvo… ¿y qué más?

Escarbando en la inmologística

No puedo evitar dar la razón a Lluïsa Moret, alcaldesa de Sant Boi de Llobregat: el estigma sobre la actividad logística sigue existiendo. La noticia del aterrizaje de un proyecto sectorial no siempre resulta ser una ‘buena nueva’. De hecho, son numerosas las ocasiones en las que los vecinos de un municipio se han movilizado en contra de este tipo de construcciones.

Aún así, he de reconocer que, como dice la edil, este estigma se ha ido reduciendo. El hecho de que la logística haya trabajado por hacer más transparentes sus operaciones, unido al alineamiento de sus intereses con los de las comunidades vecinas, ha logrado su efecto.

Hemos conseguido conocer al sector, escarbando más allá de la capa externa que alberga su actividad. Sin embargo, queda mucho por hacer.

No todo está en manos de las empresas

Una vez llegados a este punto, toca trabajar sobre un eje vertebrador para el sector: las alianzas estratégicas. La clave es “crear un buen clima”, como apunta Moret, dando a conocer el otro impacto que tiene la logística: la generación de empleo y actividad económica.

Porque al igual que otras industrias, esta tiene sus pros y, para que negarlo, sus contras. No obstante, a sabiendas de que todavía queda avanzar en cuestiones relacionadas con la sostenibilidad y el bienestar de las comunidades circundantes, creo firmemente que vamos por el buen camino.

Mientras, la colaboración público-privada se mantendrá como elemento esencial para acercar al sector y la ciudadanía, haciendo confluir sus necesidades e intereses.

Del campo a las naves

Como sucede con todos los grandes cambios, el tiempo conseguirá que sociedad e industria alcancen un equilibrio sostenible. Mientras, el imparable avance de la inmologística seguirá dejando huella en nuestros paisajes y en nuestra economía ya que, como dice Emiliano García Page, presidente de Castilla-La Mancha, “no es hora de poner puertas al campo, es hora de poner naves”.

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