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Porque en un día se nos va la vida

Una y otra vez, el mismo patrón se repite. Suena la alarma y la resaca de un día plagado de agobios y tareas invade tu cabeza y se acomoda sobre tus hombros. Miras la agenda, asimilas la jornada que te espera y te preguntas, ¿vale la pena tanto estrés? ¿De verdad todo corre tanta prisa? A diferencia de otras realidades, para la logística la respuesta parece clara, haga lo que haga, ya va tarde.

Lo que comenzó como un elemento diferenciador, se ha transformado en estándar. El boom del ecommerce experimentado en los últimos años así lo refrenda: reparte rápido, reparte gratis, y te apreciarán.

Un cambio de paradigma, ¿para mal?

Nuestra forma de vida está cambiando a pasos agigantados y, por el momento, poco podemos hacer al respecto. Como si de un río se tratara, nos dejamos arrastrar por la corriente.

Y no, no estoy diciendo que los cambios estén mal. Los que estamos mal somos nosotros.

En la cara A de esta cinta llamada humanidad, nos consideramos la respuesta para salvar el medio ambiente, activistas que luchan por mejorar las condiciones de los trabajadores y protectores de los derechos humanos.

La cara B, sin embargo, pinta el lado menos amable de nuestra especie. Así, mientras alabamos las bondades del cepillo de dientes hecho con bambú que pedimos por internet, obviamos que este venga envuelto en plástico y sea trasportado en una caja de cartón que, a los pocos segundos de ser recibida, acaba con suerte en un contenedor.

Tampoco recordamos que lo que finalmente nos ha hecho añadir ese producto a nuestro carrito online es que, a diferencia de su competencia, este es más barato. O tiene envío gratuito. O, por qué no, te lo entregan en dos horas.

Y es que claro, ¿cómo vas a poder esperar tanto para recibir algo que hasta hace poco tiempo no sabías que necesitabas?

El coste de nuestro modo de vida

Asemejando el nuevo paradigma del consumo a la Primera Ley de la Termodinámica, en estos casos, el gasto ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Y su ‘evolución’ final, queramos o no, es consecuencia directa de nuestros actos.

Cuando leemos “envío gratis” o “entrega en 24 horas” parecemos olvidar el coste que ello lleva asociado. Por un lado, un coste económico que, de no repercutir en el cliente, ahoga aún más a los minoristas, estrechando el margen de beneficios que, para pequeñas y medianas empresas, puede suponer abrir un mes más.

Por otro, el coste que asumimos todos y cada uno de los habitantes de este planeta, el medioambiental.

El barro logístico

Como si de una pieza de arcilla se tratara, la logística ha sabido adaptarse a cada uno de los cambios generados por la sociedad. ¿Un cliente quiere recibir los paquetes rápido? Ofrezco un servicio exprés. ¿No te gusta ir a la compra? Te la llevo a casa. ¿Pagar por los envíos no es lo tuyo? Pues fuera de la factura final.

Y es que, en todo lo que respecta a la evolución, la logística sigue avanzando para resolver dos retos igualmente críticos e inevitablemente opuestos: la sostenibilidad y la última milla.

Cada vez son más los operadores que intentan ofrecer soluciones que abarquen ambos desafíos, con nuevas flotas, instalaciones u operativas más responsables con el medio ambiente y a su vez eficaces para los clientes.

Sin embargo, la piedra no está solo en este tejado. No hay duda de que queda mucho camino por recorrer, en la logística y en prácticamente todas las industrias. Pero no nos olvidemos: el cambio reside en nosotros.

Paremos, pensemos y valoremos lo que hay detrás de cada clic, siendo conscientes de que el estrés de la cadena de suministro, al igual que el que vivimos día a día, muchas veces es innecesario.

Porque no se nos va a ir la vida por esperar un poco más. Tampoco nos vamos a arruinar por asumir el coste de un envío.

Es hora de repetirse una y otra vez estas frases, como si de un mantra se tratara, porque, queramos o no, nuestra forma de consumo tiene fecha de caducidad si queremos salvar el planeta y, ya de paso, la economía.

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Nuria
Nuria
15/03/2021 12:10

Me ha encantado el artículo, muchas gracias Patricia por la reflexión a la que nos invitas.

Juanjo Montiel
Juanjo Montiel
15/02/2021 12:16

¡Cuantísima razón tienes, Patricia!
Suscribo tu artículo de principio a fin. Efectivamente, queda mucho por hacer en el lado de la cadena de suministro para mejorar la eficiencia de nuestros procesos y reducir su impacto medioambiental, pero también es cierto que debemos cambiar nuestros hábitos de compra. El ejemplo del cepillo de diente que propones es paradigmático.
Enhorabuena por la reflexión.

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