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El Blog de Patricia González

Contra viento, marea y… ¿Filomena?

18 enero, 2021 Patricia González HAZ UN COMENTARIO

En Sin categoría

­Un día te levantas, abres la ventana y ahí está. Como si de un manto de algodón se tratara, las calles se pintan de blanco. Con curiosidad, sacas la mano por la ventana para atrapar un copo de nieve que al tocar tu piel se derrite. Efímero. Como la calma que precedió al caos logístico generado por Filomena.

Al igual que una pieza musical, el jueves un violín empezó a tocar las primeras notas que durante el viernes y el sábado serían interpretadas por bombos y platillos. El ruido ya no dejaba discernir. ¿Esa situación era algo que mirar con ternura o temor?

Sin embargo, la partitura no acababa ahí.

Para cerrar la interpretación, el domingo muchos fueron conscientes de que faltaba el gong final. De golpe, ir a la compra se convertía en una carrera de obstáculos, recibir paquetes en una misión imposible y así, lo más sencillo se tornó en complejo.

¿La misma piedra en el camino?

Mientras la gente esperaba que la tormenta amainase para retomar su día a día, la logística empezaba a ser consciente de la envergadura del fenómeno meteorológico.

Al tiempo que miles de camiones se quedaban atrapados en las carreteras, los almacenes se veían rodeados de toneladas de nieve. La estampa invernal dejó de resultar tan fotografiable. Después de tres días donde familiares y amigos usaban todos los medios a su alcance para hacerte saber que en la calle de al lado – como en la tuya – había nevado, las imágenes despertaban viejos fantasmas.

Las estanterías vacías en pequeñas y grandes superficies hacían consciente a la sociedad – una vez más -, de que el suministro no es cosa de magia. Así es, esa bolsa de palomitas que tantos fueron a buscar durante el fin de semana para ver una película refugiados en sus casas no llegaba sola al súper.

Como dicen: uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

De golpe, todos empezaban a cuestionarse cómo llegarían los alimentos a una tienda donde, a duras penas, podía llegar una persona andando.

La logística invencible

Por mucho que algunos medios de comunicación quisieran relacionar esta situación puntual con la vivida durante el confinamiento de marzo de 2020, lo cierto es que poco tienen que ver. Mientras el inicio de la pandemia llevó a las personas a comprar más, haciendo que la cadena de suministro reforzara cada uno de sus eslabones para responder al reto, ahora no dependía de ellos.

Desde el domingo, las plataformas logísticas comenzaron a limpiar sus accesos. El lunes, los operadores empezaban a tener todo a punto para retomar su actividad mientras que el martes, Mercamadrid volvía a abrir sus puertas. Con todo a punto, todavía faltaba lo más importante, el hielo.

Y es que, a pesar de todo el esfuerzo, pueblos y barrios quedaban a la espera de que las enormes placas de hielo generadas por la bajada de temperaturas se retirasen.

Las miradas, sin embargo, seguían puestas en esas estanterías, antes repletas de fruta, verdura, carne y pescado.

Ante el peligro de que los cerebros de las personas activaran el ‘modo pánico’, políticos, supermercados y operadores apelaban a la responsabilidad de los ciudadanos. Estaba claro: si una persona compraba de más, dejaba a otros sin la oportunidad de hacerse con productos de primera necesidad.

Pero, ¿la cadena de suministro no era invencible?

La respuesta no les sorprenderá, señoras y señores. Como todo sistema, el encaje de bolillos y la sofisticación de la logística – cada vez más preparada para hacer frente a retos como una pandemia mundial -, poco tienen que hacer frente al poder de la naturaleza en estos casos.

Sin embargo, y siendo optimista, esto nos ha dejado una gran lección: el valor de la logística, a diferencia de estos fenómenos, no es algo puntual.

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Y si encuentra algo mejor, inyécteselo

14 diciembre, 2020 Patricia González HAZ UN COMENTARIO

En Sin categoría

Es tiempo de parar. Reflexionar. El constante bombardeo de información está consiguiendo nublar la vista hasta del más juicioso y, sin embargo, seguimos. Sin ser conscientes, estamos siendo espectadores y partícipes de la mal llamada “carrera por la vacuna”. La queremos ya, la queremos barata, en cantidades ingentes y, como no, segura y efectiva. ¿Es que no nos damos cuenta?

Algo anda mal, y no es una teoría. Desde que la pandemia marcara el rumbo de este, como mínimo curioso, 2020, los deseos de muchos se han enfocado en una sola cosa: la vacuna. Investigadores de todo el mundo arremangaron sus batas y consiguieron, en un tiempo récord, desarrollar los prototipos del antiviral. Ahora, la pelota está en el tejado de la logística.

Alrededor del mundo, Gobiernos de todos los países apelan a la calma, asegurando que no sólo estamos preparados para recibir la vacuna, sino para distribuirla por todos los territorios. Da igual el color del partido, la ideología, el discurso se repite una y otra vez. Sin embargo, a veces merece la pena preguntarse: ¿saben algo de la situación del sector?

Donald Trump, en guerra con Angela Merkel por la vacuna del coronavirus |  Internacional

Otro ‘pequeño’ esfuerzo

Y es que por mucho que deba generarse una suerte de ‘calma’ ante la euforia de una posible solución para la pandemia, la realidad choca con las promesas. La cadena de suministro ha asumido costes, adaptado sus operativas, enfrentado situaciones sin precedentes y ahora, ‘otro pequeño esfuerzo’.

No me cabe ninguna duda de que lo conseguirá. Las proezas de este sector pocas veces se dan a conocer, pero que hoy podamos leer desde nuestros dispositivos con calma estas líneas depende, en gran parte, de ellos. Y sí, la carga aérea tiene problemas de capacidad, por no hablar del transporte marítimo y la escasez de contenedores. Pero como un encaje de bolillos, el sector da una y otra vez con las respuestas.

Ahora es el momento de girarse y ver quien está al otro lado de la balanza. Sí, nada más y nada menos que nosotros. Esa pelota que es la vacuna también está en nuestro tejado, para lo bueno y lo malo. Sin embargo, no somos conscientes de su magnitud.

El riesgo de las gangas

No, no es un producto más a distribuir. Unos pocos mililitros envasados en un tubo de cristal pueden salvar muchas vidas. Ni ‘bueno, bonito, barato’ ni ‘busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo’. Impongamos la razón al deseo y dejemos que los profesionales hagan lo que requieran, aunque lleve un poco más de tiempo, aunque cueste un poco más.

Al igual que los Gobiernos y sus previsiones de compras y estocaje, los ciudadanos debemos plantearnos bien las cosas. Si queremos que vayan bien, claro. Porque la vacuna puede salvar el 2021, pero poner en riesgo la cadena de suministro.

Walt Whitman: De todo éxito, por pequeño que sea, surgirá un día un  esfuerzo más grande que lo completará....

Dejemos margen. Permitamos que los que saben actuar, actúen. Sobre todo, no se dejen llevar por la desesperación. Sé que es fácil decirlo, pero como dice el refrán “vísteme despacio, que tengo prisa”.

El tiempo nunca fue un buen aliado de las urgencias. Tampoco lo fue la economía. Seamos parte de la solución.

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Del “Te quiero” a “Tu paquete está en camino”

18 noviembre, 2020 Patricia González 1 COMENTARIO

En Sin categoría

Lo que muchos sospechaban ha terminado siendo cierto. La frase “Tu paquete está en camino” es la que más satisfacción provoca a los españoles, por encima de otras expresiones clásicas como “Te quiero” o “Este año te sale a devolver”.

Estas cinco palabras son capaces de activar el sistema límbico, favoreciendo la segregación de endorfinas y de adrenalina, manteniendo a la persona en un estado de felicidad expectante.

Un nuevo universo de emociones, sentimientos y sensaciones ligados al mundo de la logística parece abrirse ante nosotros. ¿O no?

Estas afirmaciones, dignas de publicaciones pseudocientíficas, nos acercan a una realidad – no tan alternativa – creada por el diario satírico El Mundo Today. Sin embargo, como dice el refrán, entre broma y broma, la verdad se asoma.

Y es que ya no es raro ver cómo incluso las rutinas personales se ven modificadas por un ‘ansiado’ paquete que llevamos esperando ‘siglos’ (un margen temporal que puede abarcar desde 12 horas hasta varios meses en el peor de los casos).

El proceso de espera se ha convertido en un ritual más de la sociedad del siglo XXI, inundando las redes de vídeos, fotografías y, cómo no, memes que representan ese sentimiento compartido.

“Es como esperar una noticia que, sí o sí, va a ser buena”

El otro día, hablando con una amiga sobre la llegada de estas fechas tan icónicas para el ecommerce, le pregunté cuál era el motivo de esa emoción al recibir la dichosa notificación. Su respuesta, a pesar de generarme dudas, me resultó de lo más curiosa.

Cuando llega el aviso, lo primero que te preguntas es ‘¿qué me tenía que llegar?’. Mi amiga lo tenía claro, estar pendiente de la llegada de un paquete “es como esperar una noticia que, sí o sí, va a ser buena”, porque al fin y al cabo “lo has elegido tú”.

Si bien antes de comprar algo siempre mirábamos por internet, la realidad se ha tornado en que el mundo online sea nuestro centro comercial. Consumimos en diferentes webs, todo tipo de productos, bien por capricho o por necesidad, hasta el punto de olvidar lo que hemos pedido.

Sin embargo, a estas alturas, quizás convenga preguntarse: ¿Y si el paquete no está en camino? ¿Y si lo que está en camino es una persona?

Me interesas, pero por tu paquete

Durante la presentación del V Foro de Talento Logístico, Gabino Diego, CEO de Foro de Logística, hizo hincapié en una idea que puede incomodar a muchos: “los paquetes no llegan solos”. No hay una suerte de magia que los traslade del punto A al punto B.

Sí, lo sabemos, la logística aún tiene mucho camino por delante. Las entregas no siempre salen bien, las rutas de reparto no resultan lo óptimas que deberían, pero, ¿qué pasa con los profesionales?

Recuerden, señoras y señores, que detrás de “Tu paquete está en camino” hay una persona encargada de llamar al timbre.

Abramos la puerta a su reconocimiento.

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Lo siento, esto no es normal

19 octubre, 2020 Patricia González 1 COMENTARIO

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Los expertos en salud pública ya lo advirtieron. Una pandemia de esta magnitud era, tarde o temprano, inevitable. Pero no escuchamos. Y como no prestamos atención, las cadenas de suministro se sumieron en un caos temporal que marcó su rumbo para siempre.

Lo vemos todos los días. Alguien aparca, sale de su coche y se dirige a una oficina o tienda cercana. A unos pocos metros de la entrada, los pasos se detienen, se escucha un murmullo y los pies retoman de nuevo el camino recorrido para coger la mascarilla que, una vez más, dejó colgando en el retrovisor.

No podemos negarlo, a todos nos ha sucedido en algún momento. Es un hecho casi diario en lo que hemos empezado adoptar como “nueva normalidad” que, de normal, tiene poco. De hecho, nada de lo que está sucediendo ahora lo es.

Comparativamente hablando, la necesidad de recordar una mascarilla es una nimiedad dados los desafíos que enfrenta nuestro sector en 2020. Sin embargo, es un buen recordatorio de que las cosas son ahora diferentes.

¿Una luz al final del túnel?

En medio del caos, tanto las empresas como los consumidores se han adaptado, generalmente mediante el uso de la tecnología, para eliminar o reducir la necesidad de contacto interpersonal.

Si bien estas adaptaciones se han visto inicialmente como medidas provisionales, cada vez está más claro que muchas han llegado para quedarse. No solo hablamos de nuestra adopción colectiva del ecommerce. Las visitas a los consultorios médicos serán reemplazadas en muchos casos por atención médica de telesalud. En lugar de ir al cine o la sala de conciertos, muchos de nosotros optaremos por el entretenimiento en línea. En lugar de ir a la oficina o la escuela, trabajaremos – y aprenderemos- de forma remota.

Esa tecno-tendencia también se está manifestando en el mundo de la logística y la gestión de la cadena de suministro. Los pedidos realizados en línea pronto serán entregados por robots y drones. Los métodos de pago serán digitales y sin contacto. Algunos pedidos incluso se cumplirán con impresoras 3D domésticas, una tecnología cuyo momento finalmente ha llegado.

Xiaomanlv, el robot logístico para la última milla presentado por Alibaba Group

Las tecnologías impulsoras de la llamada Cuarta Revolución Industrial, como blockchain, Internet de las cosas y Big Data, conducirán a una mejor precisión, agilidad y resiliencia de la cadena de suministro.

Lo planteado una vez con vistas a un futuro cercano ya ha aterrizado sobre nuestra realidad sectorial. Los cambios han llegado para quedarse porque, reconozcámoslo, las prácticas “normales” ya no serán suficientes en un mundo que es justo lo contrario.

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¿Y si se olvidan de nosotros?

21 septiembre, 2020 Patricia González HAZ UN COMENTARIO

En Sin categoría

Ahora. Es el momento. Ahora que entendemos el sentido de urgencia, ahora tenemos su atención sobre la logística.

La situación global ha levantado la manta y destapado todos los engranajes sociales, económicos y políticos que mueven el mundo, arrojando luz sobre cómo, dirigiéndonos hacia un futuro incierto, todos los actores deben ajustarse a una normalidad que, lejos de lo común, resulta imprevisible en muchos sentidos.

Las crisis generan oportunidades, sí, pero ¿qué pasa con los caídos en combate?

Adaptarse o morir. La cruel – aunque no por ello menos realista – teoría desarrollada por el naturalista Charles Robert Darwin muestra, una vez más y a pesar de sus más de cien años, una vigencia innegable.

Las piezas clave del estado del bienestar, sin embargo, no pueden permitirse el lujo de elegir. Sobrevivir no es una opción, es una obligación porque ¿qué sería del mundo si los supermercados tuvieran los estantes vacíos? ¿Qué pasaría si los hospitales no tuvieran materiales para atender a los enfermos? O, sin irnos más lejos, ¿qué sería de nosotros si no pudiéramos consumir porque cualquier producto quedara fuera de nuestro alcance?

La cadena de suministro ha sido, es y será siempre el eje central sobre el que se asienta la normalidad, sea del tipo que sea. Por ello, garantizar su supervivencia no es moco de pavo y, desde luego, dicha misión no puede depender solo de las tan ansiadas ayudas estatales.

No podemos esperar porque, señoras y señores, se avecina un futuro incierto.

3 BASES SOBRE LAS QUE AVANZAR, A PESAR DE TODO

La expectativa de una futura inyección de capital externa, si bien para muchos puede suponer la salvación de un sector duramente castigado por el azote pandémico, no debería suponer para otros tantos una señal de ‘STOP’ en la inversión, a la espera de que esta se convierta en impulsora para la construcción de capacidades como la agilidad, la resiliencia y la sostenibilidad, claves para la salvación de la cadena de suministro.

Siendo sinceros, nos ha pillado el tren. Hemos llegado tarde a aspectos esenciales de la logística y la llegada de una situación imprevista de este calibre no ha hecho más que mostrarnos la importancia de reforzar los pilares sobre los que se asienta su futuro.

Que no se malinterprete. La logística, la cadena de suministro y todos sus actores implicados han dado todo lo que han podido, incluso más si cabe, para que los efectos de la pandemia se dejaran notar lo mínimo posible sobre el resto de la sociedad. Sin embargo, temas que se iban postergando para ‘cuando hubiera tiempo’ o ‘cuando hubiera dinero’, se han mostrado imprescindibles y, en algunos casos, inexistentes.

Olvidarse de su desarrollo, más que un error, sería la crónica de la muerte anunciada de un sector estratégico.

MÁS PRONTO QUE TARDE

Las ya mencionadas capacidades de agilidad, resiliencia y sostenibilidad – entrelazadas entre sí – ya no solo funcionan como meta, sino como punto de partida para replantearse las nuevas estrategias a desarrollar en tiempos de coronavirus y de cara al mañana.

En pocos datos, las empresas con cadenas de suministro ágiles superan a sus pares. El 10 por ciento de las compañías que Accenture clasificó como Masters de la cadena de suministro lograron un crecimiento de ingresos un 13 por ciento mayor, triplicando la contribución a los ingresos totales y un margen de EBITDA un 2,5 por 100 más alto. Uno de sus puntos en común: la inversión en agilidad.

Asimismo, la archiconocida resiliencia ha permitido a las compañías reconocer las debilidades potenciales de sus cadenas de suministro antes de que fueran expuestas por elementos ajenos a su control, evitando las temidas roturas en la cadena de suministro y las desoladoras estanterías sin reponer de supermercados y tiendas.

En último lugar, aunque no por ello menos importante, la pandemia nos ha hecho conscientes del ‘respiro medioambiental’ que la reducción de la actividad supuso para el ecosistema. No podemos parar, es cierto. El consumo crece y con él los servicios para saciar las necesidades de una población cada vez más demandante. Sin embargo, podemos potenciar todos los cambios que dejamos para 2030 ó 2050 como fechas límite para afrontar una cruda realidad: la destrucción humana del planeta.

Es el momento, ahora que somos protagonistas, de implantar todas las medidas necesarias para asegurar el futuro del sector. Porque si se olvidan de nosotros, si no llegan las ayudas o la situación se torna complicada, sólo habrá una certeza: la logística salvará a la logística.

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Patricia González

Patricia González

Responsable de contenidos de Cuadernos de Logística. Amante de las letras, formo parte de esa generación que se niega a perder la esperanza en el periodismo. La información, fuente de conocimientos y base estructural para la toma de cualquier decisión, es la clave de mi vida. Y para qué negarlo, de la suya también.

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