Retomo en este post una de las ideas lanzadas por uno de los blogueros colaboradores de C de Comunicación, Juanjo Catalán, quien comentaba en su última entrada la puesta en marcha de comunidades energéticas, sobre todo de carácter local, como uno de los puntales de la transición energética. En este escenario que está emergiendo, el consumidor (sea un grupo de ciudadanos, una empresa o una entidad pública) ejerce un papel menos pasivo como cliente energético y pasa a ser más participativo, pues actúa también como generador de energía, con una información más transparente de sus consumos.
Así, se podría decir que estamos en los albores de un modelo energético más democrático y menos centralizado; un modelo que en otros países de Europa, como Holanda, Bélgica o Francia, ya cuenta con proyectos en marcha, y que se está empezando a plasmar también en España (como Som Energia o Enercoop, por citar algunos).