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Bienvenido Míster Europe. Los fondos europeos

De reciente actualidad por el descubrimiento de un guion inédito en el Instituto de Cervantes, el cineasta Luis García Berlanga tiene una obra tan personal que ha dado lugar al término ‘berlanguiano’, reconocido por la RAE. Precisamente, una de sus películas más conocidas, “Bienvenido Mister Marshall”, sugiere a mi parecer un probable paralelismo con la situación actual, donde España está esperando como un maná salvador los fondos europeos del Plan de Recuperación; al igual que la sociedad española de los cincuenta tenía depositadas sus ilusiones en la lluvia de dólares del Plan Marshall.

Recordemos que la España empobrecida que atravesaba el periodo de posguerra necesitaba para recuperar su maltrecha economía ayudas millonarias del exterior; ayudas que tenía vetadas por muchas vías por su posición en la Segunda Guerra Mundial. El programa presentado por el secretario de Estado de EEUU en aquel entonces, George Marshall (oficialmente llamado, fíjense en la ironía, European Recovery Program), iba a ser la transfusión que precisaba nuestro país.

Cartel publicitario de Bienvenido Míster Marshall.
Cartel de la película “Bienvenido Míster Marshall” (fuente Amazon).

En una suerte de analogía, los Estados europeos, entre ellos España, a raíz de la intensa y dura crisis desatada por la pandemia, han puesto los ojos y las esperanzas en los fondos europeos Next Generation EU; un paquete temporal de ayudas dotado de 750.000 millones de euros hasta el año 2026. El objetivo, además de paliar los daños económicos y sociales provocados por el COVID-19, es que el continente sea más ecológico, más digital, más resiliente y mejor adaptado a los retos del presente y futuros.

Proyectos sólidos para los fondos

Así, al igual que los habitantes de Villar del Río –el pequeño pueblo castellano donde trascurría el relato de Berlanga– querían mostrar a los visitantes americanos la versión más castiza de la cultura española, las asociaciones sectoriales, agrupaciones empresariales y grandes compañías han de presentar los mejores Proyectos Estratégicos de Recuperación y Transformación Económica (llamados PERTE) para captar las inversiones procedentes de Europa. Proyectos que serán ejes vertebradores para transformar el parque edificatorio, bastante envejecido, y segmentos como la industria, el sector sanitario, el turismo o las infraestructuras.

Pero los funcionarios de la Unión Europea, prudentes, quieren ver y estudiar proyectos sólidos y con recorrido; que sean generadores de riqueza y empleo a corto, medio y largo plazo. Quizás la cautela provenga de experiencias del pasado en el uso de inversiones públicas financiadas por las instituciones de Bruselas.

fondos europeos next generation eu
Imagen oficial del programa Next Generation EU.

En este sentido, España se hizo famosa por infraestructuras malogradas; podríamos citar ejemplos de aeropuertos sin tráfico aéreo que funcionaban como aparcamientos, ciudades de la justicia semiabandonadas, o autopistas de peaje sin vehículos, por citar algunos. Este tipo de actuaciones se erigieron en un sumidero donde desaparecieron cantidades millonarias.

Burocracias y otras trabas

En este contexto de razonable optimismo, un posible obstáculo, reiterado desde distintas instancias, que podría poner en riesgo la adecuada canalización de los fondos, son las trabas burocráticas, tan arraigadas en las Administraciones Públicas.

Un proyecto bien diseñado podría no aprobarse, o no estar en disposición de captar inversiones, por culpa de un proceso administrativo lento, complejo y que dilata los plazos de manera un tanto arbitraria. La escasa o deficiente digitalización de los trámites, en no pocos casos, no hace sino perjudicar todo lo que se avanza en otros terrenos.

Y estos frenos se producen también a nivel autonómico y local. La descentralización administrativa, muy positiva en numerosos ámbitos, se traduce en muchas ocasiones en retrasos injustificados, condiciones a veces arbitrarias y ordenanzas contradictorias; a pesar del intenso trabajo de asociaciones y entidades empresariales para mejorar la situación.

Capilaridad de las fondos europeos

Y no menciono aquí los escollos procedentes de los comportamientos de algunos políticos. Eso daría para demasiada tinta.

Lo esencial, en mi opinión, es poner en marcha una coordinación eficaz entre Administraciones y empresas, para que los fondos europeos puedan llegar también a las pymes, las comunidades de propietarios y la ciudadanía (las comunidades energéticas locales podrían ser una muestra); que las inversiones tengan así un efecto multiplicador y de capilaridad, con el necesario acompañamiento de los proyectos de grandes compañías. Y también es fundamental activar planes de información y concienciación para los ciudadanos y empresarios que sean útiles de verdad.

No queremos que las inversiones europeas pasen de largo, como la caravana de vehículos americanos en el filme de Berlanga; pero sí que sean un elemento dinamizador de la economía y buena parte del tejido industrial español.

Y para despedirme, podría parafrasear con Lolita Sevilla y el resto del plantel:

“Os recibimos fondos europeos con alegría
Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía”

Amén. Buena semana

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