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Lo digital como hecho irreversible

Por Miguel Ángel Jiménez

Después de siete semanas de confinamiento por el estado de alarma decretado el pasado 14 de marzo a causa de la propagación del COVID-19, nuestras vidas han cambiado de un plumazo y la incertidumbre se apodera de nuestro más inmediato futuro en todos los planos: personal, familiar, laboral, social y económico. Las medidas de aislamiento y de seguridad (mascarillas, distancia física…) se han instalado en nuestra cotidianeidad y permanecerán varios meses con toda seguridad hasta que se encuentre una vacuna o, al menos, tratamientos específicos eficaces para controlar la enfermedad.

En este contexto, uno de los aspectos que se ha impuesto de manera rotunda en estos tiempos es la digitalización forzosa de nuestras relaciones, tanto personales como profesionales, al desaparecer el componente presencial. Con la implantación generalizada del teletrabajo (en España se ha pasado del 4 % al 88 %, según la analista Gemma Galdón), podría decirse que lo digital ha tomado un protagonismo absoluto dado que hemos de desarrollar casi todas nuestras actividades desde el hogar (trabajo, compras, entretenimiento, formación, educación, etc.); nuestras casas se han convertido en oficina, gimnasio, guardería, sala de juegos o restaurante, todo en uno.

La extensión generalizada del teletrabajo es un claro efecto provocado por el confinamiento.
La extensión masiva del teletrabajo ha sido una de las primeras consecuencias del confinamiento que ha provocado el COVID-19.

Aceleración de lo digital

Así, el sector de material eléctrico, como otros ámbitos, ha visto cómo crecía de manera exponencial el uso de aplicaciones de videoconferencia (Zoom, GoToMeeting, Teams, Google Meet, por citar algunas) para todo tipo de encuentros virtuales: reuniones de trabajo con compañeros, comités de directivos, revisiones de ventas, entrevistas de selección… Ahora, el que más y el que menos, con más o menos pericia, tratamos de desenvolvernos en este apartado, que se va a extender indefectiblemente para todo tipo de organizaciones.

Y si un segmento está viviendo un auténtico boom ese es de la formación online empresarial. La imposibilidad de realizar jornadas presenciales ha llevado a las compañías a celebrar todo tipo de webinars, a ofrecer video tutoriales de producto y a diseñar sesiones online a medida de sus clientes. Lo que antes era meramente complementario ha pasado a ser una actividad esencial para fabricantes y distribuidores, que, en ocasiones, se completa con chats de asesoraría técnica y asistencia telefónica.

Además, esta situación excepcional de emergencia ha logrado también acelerar la comunicación digital. Las empresas necesitan informar y comunicar sus mensajes a su potencial audiencia de clientes para dar a conocer su política corporativa, sus tecnologías y productos, su marca y también, en estos tiempos de Coronavirus, sus iniciativas solidarias. Digitalizar la información y los datos se ha convertido en una tarea inaplazable. Como bien reza el precepto clásico, el que no comunica no existe; y hoy en día, más que nunca, hay que comunicar en el escenario digital.

La comunicación digital también se ha incrementado de manera exponencial ante la imposibilidad de eventos presenciales.
La situación de excepcionalidad que ha originado el COVID-19 ha propiciado también la aceleración de la comunicación digital por parte de las empresas.

El comercio digital crece y crece

En último término, y no por ello menos importante, esta creciente digitalización de las actividades cotidianas y de las relaciones empresariales encuentra su punto más álgido en el comercio electrónico, que se ha disparado a causa del aislamiento forzoso en los hogares. Las primeras conclusiones del primer E-commerce Digital Congress, de la consultora Making Science y la Cámara de Comercio de España, revelan que los efectos del COVID-19 ocasionarán un incremento del eCommerce de más del 20 %; nuevos hábitos de consumo y de compra están provocando que incluso diversos colectivos, como las personas de mayor edad, compren online por primera vez.

Surge así un nuevo escenario, que, como señalan mis colegas de Hacemos Cosas en su post La Economía Digital tras el COVID-19, obliga a replantearse muchas cosas en términos de cambio de costumbres de los consumidores, y también de las empresas.

En este sentido, también en el ámbito del sector eléctrico se está asumiendo cada vez con más fuerza que facilitar a los clientes canales de venta online sencillos, eficaces y accesibles ya es una necesidad, más que una opción, ahora y cuando cese el estado de alarma. Los ingresos por las ventas electrónicas deberían crecer con más firmeza y convertirse en un porcentaje más significativo de la facturación; ello permitirá también ganar en productividad.

El comercio electrónico se ha disparado a causa del aislamiento forzoso en los hogares.
El comercio electrónico se ha disparado en las últimas semanas, desde el comienzo del estado de alarma decretado por el Gobierno.

Transformación digital, sí o sí

Ni que decir tiene que aquellas compañías y organizaciones que ya contaban con un plan estratégico de transformación digital –tanto en la parte de marketing y ventas como en la de comunicación y el resto de procesos–, y que habían planificado acciones para poner en marcha, tienen ya mucho terreno ganado frente a aquellas empresas más dubitativas.

Quiero terminar este post con un mensaje de aliento y ánimo a todos aquellos que han perdido algún ser querido o cercano en estas semanas, y a los que han sufrido la enfermedad. A pesar del sensible descenso en los últimos días, las cifras de fallecidos constituyen una tragedia.

Aun así, el fin de la pandemia está más cerca.

#EsteVirusLoParamosUnidos

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