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El instalador y el cortador de jamón: semejanzas

Por Miguel Ángel Jiménez

Aunque parezcan a priori dos oficios muy alejados –más allá del disfrute del jamón que practicamos todos en fiestas y saraos–, el instalador y el cortador de jamón presentan una curiosa coincidencia: son dos de los perfiles profesionales más solicitados en España y que más cuesta cubrir. Tal como se detallaba a principios de febrero en un artículo de El País Economía, los técnicos de Formación Profesional (FP), entre los que se encuentran los instaladores eléctricos y de climatización, y los cortadores y deshuesadores de jamones son perfiles con una alta demanda pero que son difíciles de encontrar, la oferta es muy escasa.

El cortador de jamón también es un perfil profesional con alta demanda, como el de instalador.
El cortador de jamón es una profesión muy demandada y con dificultades para cubrir vacantes, como la de instalador.

En este sentido, los representantes de asociaciones y directivos de organismos sectoriales vienen constatando desde hace bastante tiempo esta tendencia: el sector de las instalaciones adolece de una falta de profesionales cualificados que cada vez es más acusada. FENIE (Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones de España) ha puesto el foco en este asunto en un comunicado reciente: “es una tarea bastante difícil conseguir ocupar los puestos vacantes con trabajadores especializados”.

Alta demanda en un momento crítico

Este problema se produce cuando una generación de empresarios de dilatada trayectoria no halla mano de obra para acometer proyectos; y en muchos casos tampoco encuentra reemplazo o continuadores, en un momento además trascendental cuando convergen tendencias que están transformando sustancialmente el mercado: la digitalización de los procesos, el cambio de modelo energético con la creciente importancia de las energías renovables –sobre todo del autoconsumo fotovoltaico– y el auge en ciernes de la movilidad eléctrica, con todo lo que implica en el desarrollo de puntos de recarga para vehículos eléctricos.

A lo que se une también el potencial de la automatización de edificios y viviendas, que apuntan a un mayor contenido tecnológico para ser más eficientes y confortables. Todo ello impulsado también por Directivas Europeas.

Automatización de viviendas y edificios, entre otros campo, precisan de perfiles técnicos, como instaladores eléctricos o instaladores de domótica.
La automatización de viviendas y edificios, el llamado hogar conectado y el smart building, son ámbitos que requieren de perfiles laborales técnicos.

Oficios con buenos salarios

Así, en 2019 la demanda de especialistas y técnicos de formación profesional superó en 2019 por primera vez a la de los graduados universitarios. Es decir, nos encontramos con una serie de perfiles –instaladores eléctricos, operarios de instalaciones frigoríficas, instaladores de sistemas de climatización, entre otros­– con una salida laboral sin dificultades dada la elevada demanda y que ofrecen buenas posibilidades en cuanto a salarios. Otra semejanza.

En este contexto, es muy encomiable el trabajo de las asociaciones provinciales de empresas instaladoras, y de FENIE –entre otras entidades– desarrollando charlas y sesiones formativas para convencer a alumnos de FP y de escuelas técnicas de elegir esta profesión. El objetivo último es vencer también la pobre reputación social que arrastra la formación profesional y este tipo de oficios frente a otros de más ‘glamour’.

El instalador es un oficio que arrastra una imagen poco atractiva en la sociedad, y entre los jóvenes.
El oficio de instalador, y la formación profesional en general, ha sobrellevado una imagen poco atractiva entre los jóvenes.

Potencial de empleo

Los datos oficiales avalan esta necesidad. El PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, 2021-2030) podría tener un positivo impacto en el empleo; según las estimaciones que ha difundido el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), las importaciones de combustibles fósiles se reducirán en un total de 75.000 millones de euros acumulado entre 2021 y 2030, y se podrían crear entre 250.000 y 364.000 puestos de trabajo para el año 2030.

Esta tendencia se plasma también a escala global: según el informe “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2018: Sostenibilidad medioambiental con empleo”, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a medida que el mundo hace la transición a una economía más verde y con mayor presencia de renovables en el sistema eléctrico, se podrían crear 24 millones de nuevos empleos de aquí a 2030, y entre los perfiles más demandados se situarían los relacionados con la eficiencia energética, como ha subrayado la Universitat Oberta de Catalunya.

Instalador: en busca de un mayor prestigio social

Así las cosas, es tan complicado encontrar a un experto en inteligencia artificial, consultor de big data o desarrollador de aplicaciones como a un electricista o a un cortador de ibérico; lo que ocurre es que quizás el prestigio social del ciberespacio, la computación en nube o los algoritmos matemáticos sea mucho mayor que el de un instalador –o que el de un cortador de jamón–, aunque todos ellos estén muy bien retribuidos y se ganen muy bien la vida.

Acaso el poder de las palabras sea ahora lo esencial. Probemos a llamar al instalador integrador de tecnologías o consultor energético para dárselo a conocer a los estudiantes de FP y así convencerles de que se trata de un oficio con futuro, y quizás esta falta de profesionales se vaya reduciendo con los años. En esta misma línea, el cortador de jamón podría calificarse como “artesano del porcino”, o algún eufemismo evocador.

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