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Mi peluquero también entiende de instalaciones eléctricas

Por Miguel Ángel Jiménez

La recesión, y sus duras consecuencias –que todavía persisten–, ha pasado y el mercado se encuentra ahora en una dinámica de crecimiento, pero el intrusismo profesional se mantiene como uno de los obstáculos insoslayables que impacta en el sector de las instalaciones. Así lo manifestaron de forma casi unánime los participantes en la primera de las Mesas Industriales de MATELEC, que se celebró en Málaga el pasado 6 de marzo: “el intrusismo es una de las principales lacras en este sector”, fue una de las conclusiones.

Un intrusismo que lleva, en ocasiones, a que fabricantes comercialicen directamente al usuario final, a instaladores que se dirigen al fabricante e incluso a distribuidores que van a la propiedad, invadiendo cada uno un papel que, tradicionalmente, no desempeñaba. Pero, en esta entrada del blog, quiero poner el foco en ese intrusismo cotidiano, con el que se convive diariamente y que hace que personas con escasos conocimientos, muchas veces conocidos o familiares, se encarguen de tareas que debería realizar un profesional.

Comentaba con acertado gracejo andaluz uno de los directivos que participaron en el citado encuentro que un familiar había pedido consejo a su peluquero sobre un problema en el cuadro eléctrico de la vivienda, en lugar de a él mismo ­–con una larga trayectoria profesional de más de 40 años– ya que el “Llongueras” de turno era lo que viene a ser el “manitas” de toda la vida y sabía manejarse con soltura para arreglar aparatos domésticos y problemillas en instalaciones eléctricas o de fontanería (yo no acudo a un peluquero, profesión muy respetable, para solventar una avería eléctrica). En estas ocasiones, los resultados, mejor no profundizar, suelen oscilar entre la chapuza habitual y el apaño para salir del paso con unas garantías dudosas.

La seguridad, aspecto clave

Ya sabemos que la electricidad no se ve, es como el sistema nervioso que recorre todos los elementos de una vivienda, un edificio o una fábrica, y por ello parece que lo puede manejar cualquiera con cuatro rudimentos básicos. Sin embargo, la seguridad debería ser un elemento fundamental, mucho más que ahorrarse unos euros en el bolsillo, a la hora de reparar un cuadro eléctrico, renovar la instalación eléctrica o instalar nuevos dispositivos en una oficina; una buena parte de los incendios en España se ocasionan por causas eléctricas (falta de protección eléctrica adecuada, instalaciones defectuosas o antiguas, sobrecarga de líneas, etc.) y seguimos sin poner coto a esta tendencia, como denunció hace unos cuantos años la añorada plataforma PRIE.

La seguridad debe ser una condición indispensable en las instalaciones eléctricas.

Los cuñados –por mucho o poco que se les aprecie–, el manitas a domicilio de confianza o el peluquero que mencionábamos al principio no deberían ser la primera opción a la que se recurre en estos casos. Pensemos siempre en un instalador profesional acreditado. En este sentido, agradezco a los participantes en la citada mesa redonda sus consejos y opiniones y les envío desde aquí un afectuoso saludo. Las asociaciones sectoriales, me consta,  están trabajando activamente para que el intrusismo sea perseguido y se reduzca, y la comunicación siempre es un arma eficaz en estas situaciones.

Deseo también a los lectores unas agradables vacaciones de Semana Santa, sin que les sorprenda ninguna avería eléctrica en casa o en el lugar de destino, y que disfruten de estos días para despejar la mente y reconfortar el cuerpo.

Como en otras ocasiones, les dejo una recomendación para estos días: la obra “Los negocios son los negocios”, del escritor y dramaturgo francés Octave Mirbeau, comedia ácida y breve escrita en 1903 que demuestra que las cosas no han cambiado tanto en el ámbito empresarial y comercial en más de cien años, corruptelas incluidas.

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