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Salir llorados de casa

Por Miguel Ángel Jiménez

Tomo prestada la expresión de este titular del escritor Arturo Pérez-Reverte, que la ha utilizado en alguno de sus artículos periodísticos, porque en estos tiempos donde las malas noticias se han constituido en un denso magma que nos atenaza desde cualquier rincón –sea periódicos, emisiones radiofónicas, informativos de televisión e incluso conversaciones coloquiales en una cafetería– es necesario hacer un ejercicio intenso de autoafirmación y salir a la calle procurando ofrecer nuestra mejor cara a clientes, colaboradores e incluso a las personas de nuestro entorno más cercano.

La verdad es que para ello, en ocasiones, se requiere un notable esfuerzo: desde el contexto macroeconómico hasta el ámbito más particular, pasando por el sector eléctrico, no dejamos de oír inputs negativos, expresiones de desánimo y mensajes que invitan a la confusión y al pesimismo. Pero es la realidad con la que tenemos que lidiar, tozuda e insistente. Sin ir más lejos, AFME (Asociación de Fabricantes de Material Eléctrico) ha difundido recientemente los indicadores del sector durante su asamblea general, celebrada en Barcelona la pasada semana, y los datos son contundentes: tras un 2011 en el que las ventas en el mercado nacional cayeron un 14,8%, el volumen de ingresos volvió a descender un 17,5% en 2012; según relató Enrique Valer, presidente de la Comisión de Mercado de la asociación, “el presente año se ha iniciado con una tendencia similar y el primer cuatrimestre ha visto cómo se reducía el mercado nacional un 14,57%”. A pesar de que se espera una cierta mejoría tras el verano, “todo apunta a que 2013 registrará de nuevo una contracción importante de las ventas”.

Con la tendencia bajista de los últimos ejercicios, no es infrecuente que en numerosos eventos y congresos algunos profesionales y directivos recojan este sentir y, quizá de forma algo malsana, se recreen sólo en las noticias negativas, que parecen ocuparlo todo. Pero soy de los que cree, como decía el pensador griego Herodoto (los filósofos griegos son un recurso muy socorrido y citado por periodistas y escritores en esta época de ansiedad), que “tu estado de ánimo es tu destino”, por lo que es necesario llorar y desahogarse en casa para así llegar a la oficina, a la fábrica y al puesto de trabajo con las mejores intenciones y espíritu, con afán de superación de las muchas dificultades que nos aguardan.

Evidentemente, esto no es fácil, pero si salimos de nuestro hogar con las energías apagadas y una sombra oscura en el pensamiento habremos perdido parte de la batalla. Siendo conscientes de la dimensión de los problemas que afrontamos, una actitud positiva y prudente puede ayudar a la consecución de objetivos, aunque sólo sea porque contribuye a generar ambientes de trabajo mucho menos tóxicos. Y si no, acuérdense de algún vecino o conocido –todos los tenemos, estoy seguro– de los que se complacen en contar únicamente desgracias y quejarse de lo triste de su existencia; siempre tratamos de escapar de ellos.

Por ello, busquemos soluciones para mejorar nuestra organización, trabajemos duramente y con rigor, si bien no sabremos qué resultados obtendremos, y exploremos las escasas oportunidades que nos ofrece el mercado, a veces incluso desarrollando fórmulas de colaboración con otras empresas y entidades. No hay muchas más opciones.

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