La Formación Profesional (FP) Dual responde a una necesidad laboral y su funcionamiento es sencillo. El estudiante recibe parte de su formación en el centro educativo en el que cursa. Mientras, la otra parte la obtiene mediante las actividades que realiza en la empresa, donde su participación se divide en dos fases. En un primer momento, el alumno accede en calidad de prácticas (FCT) y al finalizar este periodo, en un alto número de casos, se inicia la estancia remunerada (Dual), ya sea en modo de beca o de contrato, período en el que completa su cualificación.
A medio y largo plazo, los beneficios son recíprocos para todas las partes. Por un lado, las empresas incorporan personal cualificado, formado por ellas mismas y, por lo tanto, de acuerdo con su ADN y las necesidades concretas del sector; captan talento de entre los jóvenes; crean una cantera de aprendices con los que sustituir los trabajadores que se van jubilando, y contribuyen a la política empresarial de responsabilidad social corporativa (RSC).
Asimismo, los estudiantes mejoran su currículum; pues desarrollan sus competencias profesionales en un entorno laboral real y se incorporan al mercado como aprendices cualificados. De igual manera, formar parte del proyecto de una empresa, desde antes incluso de finalizar el grado formativo, supone un plus en la implicación del trabajador en la industria.
