La profesión de instalador de infraestructuras para suministro y consumo de electricidad, telecomunicaciones, gas, agua, fluidos varios y aparatos de presión, fue durante el siglo XX en España una especialidad técnicamente muy diversa en cada área; requería además del aprendizaje individual y especializado basado en la maestría y la prueba-error en la mayoría de los casos.
Una vez transcurrido el umbral del siglo XXI, mediante el gran salto tecnológico que aportó la I+D en el sector, con gran capacidad de integrar como resultado diversas disciplinas procedentes de los antiguos oficios, se ha generado una especialización global adecuada a la nueva transición energética en la que estamos inmersos; algo a lo que ha contribuido sobre todo el impulso de la digitalización.
Bajo diversas trasposiciones europeas aprobadas en la materia en estos primeros años de milenio y con la adaptación, por tanto, de sucesivas normativas, los equipos se han adecuado a la consolidación de una nueva gestión de las instalaciones. El objetivo es que estas nos proporcionen comunicación, salubridad, confort y gestión en nuestro día a día, en la forma en que nos relacionamos, vivimos en nuestras casas, nos desplazamos y trabajamos.
