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FP Dual y la pyme instaladora

La Formación Profesional (FP) Dual responde a una necesidad laboral y su funcionamiento es sencillo. El estudiante recibe parte de su formación en el centro educativo en el que cursa. Mientras, la otra parte la obtiene mediante las actividades que realiza en la empresa, donde su participación se divide en dos fases. En un primer momento, el alumno accede en calidad de prácticas (FCT) y al finalizar este periodo, en un alto número de casos, se inicia la estancia remunerada (Dual), ya sea en modo de beca o de contrato, período en el que completa su cualificación.

A medio y largo plazo, los beneficios son recíprocos para todas las partes. Por un lado, las empresas incorporan personal cualificado, formado por ellas mismas y, por lo tanto, de acuerdo con su ADN y las necesidades concretas del sector; captan talento de entre los jóvenes; crean una cantera de aprendices con los que sustituir los trabajadores que se van jubilando, y contribuyen a la política empresarial de responsabilidad social corporativa (RSC). 

Asimismo, los estudiantes mejoran su currículum; pues desarrollan sus competencias profesionales en un entorno laboral real y se incorporan al mercado como aprendices cualificados. De igual manera, formar parte del proyecto de una empresa, desde antes incluso de finalizar el grado formativo, supone un plus en la implicación del trabajador en la industria.

Estudiante de un centro de formación profesional.
Estudiante de una escuela de formación profesional (imagen de Educaweb).

Por último, los centros incrementan y mejoran su relación con el tejido empresarial; están al día en tiempo real; intercambian y transfieren conocimiento a las empresas; acceden a tecnología, recursos e instalaciones empresariales; y se convierten en centros de referencia de los sectores profesionales del ámbito al que se dedican.

Interiorizar la nueva FP Dual

La  nueva ley de FP aprobada recientemente en el mes de septiembre por el Consejo de Ministros (en trámite parlamentario con amplios consensos), equiparará la “dualidad total” en todos los itinerarios formativos “profesionalizadores”, como ya existe en otros países europeos; en estos Estados este modelo es fundamental para la economía y productividad del país. No obstante, estos itinerarios deberán estar adaptados a la realidad de España y sus comunidades y tejido productivo; por lo que estoy seguro de que la nueva norma será un gran avance, que todos debemos apoyar y participar en el proceso desde nuestra posición, por el bien de nuestros alumnos, profesionales y empresas.

En este contexto, en mi opinión, desde hace décadas existía la necesidad de aprobar una ley como esta, que normalice, regule, actualice y aposente las bases de una FP de hoy en día; que consolide un modelo de formación flexible, para acompañar a las personas hacia un modelo de trabajo en el mercado laboral “transformador y cambiante” como es el actual, con conocimiento de las habilidades que requiere la sociedad y la tecnología del siglo XXI.

Está en juego la viabilidad de infinidad de empresas (sobre todo pymes) de varias generaciones en algunos casos, a quienes esta nueva realidad les corresponsabiliza junto a los centros de formación.

No se puede entender de otra manera. Los autónomos y empresarios tienen que interiorizar que si el estudiante va a adaptarse a la nueva FP y a la Dualidad Centro-Empresa, también la empresa es una pieza importante del puzle, con una parte de la formación a cargo de ellos, por su propio interés.

Las empresas instaladoras, en su mayoría pymes y micropymes, necesitan jóvenes profesionales.
Las empresas instaladoras, en su mayoría pymes y micropymes, necesitan incorporar jóvenes profesionales.

El tamaño de la empresa instaladora

Todos somos conscientes de que el tamaño de la empresa es un problema inicialmente a la hora de ejecutar los proyectos conjuntamente Empresa-Centro docente, ya que somos un país de pymes, con un 85 % con menos de 10 trabajadores (este porcentaje es quizá superior en el colectivo de las empresas instaladoras); pero existen diversas soluciones y herramientas para llevar a cabo estos proyectos con plenas garantías y satisfacción de las partes.

Hay que proyectar la nueva realidad con voluntad, esfuerzo y la mirada puesta en la formación compartida, como una inversión más, dado que otra opción o plan B no existe. Si queremos afrontar, con garantías de futuro, el relevo generacional y la acreditación de competencias y habilidades de los futuros profesionales para los diversos sectores demandantes de perfiles provenientes de grado medio y superior de FP, hay que apostar por la formación profesional permanente. Este modelo de la nueva FP ha llegado para quedarse.

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