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La logística es una disciplina en la que todo depende

Le han encargado a usted como director de logística suministrar pan en Madrid, de tal forma que en Madrid no haya ninguna familia comiendo sin esa barra de pan medio tostadito, como le gusta a su mujer.

Empecemos a trabajar. Cuatro millones de madrileños son unas cinco millones de barras diariamente. Es necesario fabricarlas, pero los procesos industriales han mejorado muchísimo y fabricar una barra de pan es muy, muy fácil. Tan solo hace falta harina, agua, levadura y sal. Conoce a un consultor que será capaz de diseñar la planta casi sin personal (es muy bueno en eso). También puede hablar con Joaquín, su amigo e influyente político que encontrará el mejor lugar en donde poner la fábrica (donde sea más barato y acceda a la M30 o a la M40) ¡Fácil!

Ahora tenemos que distribuirla (esa pesadez de la logística). Tenemos que enviarla a 1,5 millones de hogares, y antes de las 14:00 ¿a qué hora podemos empezar? Seguro que la fábrica puede fabricar esos 5 millones de barras en tres o cuatro horas a un coste mínimo (apretará al consultor). Seguro que puede contratar a otro consultor para que le dé su opinión, pero casi seguro que su intuición no le falla y lo mejor será subcontratar el servicio

¿Un solo nivel será lo más eficiente? ¿Es posible que organizar cuatro o cinco almacenes intermedios? seguro que mi consultor es capaz de decirme si uno, dos o tres niveles es lo más adecuado?

La logística de una panadería

Tenemos que establecer sistemas de redundancia (aunque se estropee la furgoneta un barrio no puede quedarse sin pan) ¡Ostras! Acabo de darme cuenta, el domingo también necesito distribuir pan (no hay problemas con la fábrica, casi no tiene personal), pero necesitaré un contrato especial para la distribución ¡maldita logística! Y seguro que tengo que pensar en un número de furgonetas propias para cubrir imprevistos.

Será necesario definir una política que determine qué hacer si la familia destino ha salido a comer fuera y no hay nadie en casa. Gracias a Dios en muchas zonas de Madrid hay porteros, y les dejaré las barras. En el resto ya lo pensaré luego, tal vez unos centros pequeños de distribución en cada barrio, o nombrar distribuidor exclusivo a los comercios regentados por chinos que hay en cada esquina, siempre están ¡Y si la familia no está, haberlo pensado antes de salir!

Suerte que la subcontrata de la distribución sabe que es un negocio asegurado de 1,5 millones de envíos diarios. El coste será pequeño si lo comparamos con lo que cuesta cada barra. Yo me podé olvidar de la logística, ellos se ocuparán.

En ese momento se cae de la cama.  Al despertarse huele el pan que está haciendo la panadería de debajo de su casa. Está oscuro.

Miles de panaderías tienen sus hornos de pan y sus reservas de harina, levadura y sal, que los proveedores suministran cada cierto tiempo. El panadero se levanta a las cinco de la mañana para hacer la masa y pone a funcionar su horno para que cada barra sea tostadita o blanca, y se ajuste a los gustos de su clientela (ya sabe que el truco de su negocio es que le tiene que sobrar poco pan del que haga).

Logística del día a día

Margarita, su mujer, atiende la barra de la panadería. Muchas veces le ha dicho al panadero que estaba cansada de hacer siempre lo mismo, pero sonríe cuando la señora María se lleva tres barras tostaditas: hoy comen  sus hijos en casa y les gusta el pan bien dorado. Al cerrar, satisfecho, el panadero comprueba que hoy ha sobrado poco y al sumar la caja puede hacer bromas con Margarita y sus próximas vacaciones.

La tienda de la esquina, un negocio de estos regentado por chinos que vive allá, se ha comprado un pequeño horno y un fabricante de barras de pan congelado le suministra cajas una vez a la semana. En una caja caben 48 barras y ocupan poco espacio en el congelador que tiene al fondo de la tienda. Cuando la panadería cierra la gente le compra las barras de pan que repone en el horno sin parar.

Aunque no lo crean, hay países en donde hace tanto calor y humedad que las barras doraditas no llegan rectas a la mesa, y otros en donde el coste de la logística del pan es tan grande que les ha obligado a comer con pan de molde o ¡sin pan!

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