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Un repaso profundo a la nueva Ley de la Cadena del Transporte

Hemos tenido que vivir una pandemia y una guerra en territorio europeo, con sus correspondientes efectos en la economía, la inflación, la escasez de transportistas, los cortes de suministro y las tensiones en toda la cadena logística, para que al sector del transporte se le reconozcan algunos derechos básicos que deberían resultar esenciales a toda actividad económica.

Tras conversaciones y negociaciones varias con las asociaciones representativas del sector del transporte por carretera, el pasado 25 de agosto, el Congreso de los Diputados aprobó el Real Decreto-ley 14/2022 de medidas de sostenibilidad económica en el ámbito del transporte. Este texto legal modifica la Ley 15/2009 de contrato de transporte terrestre y la Ley Ordenación de Transportes Terrestre, y aunque se ha tramitado como real decreto-ley para poder aprobarlo con carácter de urgencia (el Gobierno se había comprometido a ello con el sector, y ha contado con su consenso), es conocido como la Ley de la Cadena del Transporte.

Su principal objetivo es mejorar las condiciones de trabajo de los profesionales del transporte que, no lo olvidemos, desempeñan una labor esencial en la estructura económica de nuestro país (su actividad es responsable del 95% del transporte de mercancías en España y representa en torno al 2% del PIB). Sin embargo, los acontecimientos vividos en los dos últimos años, marcados por las restricciones, la escalada de precios de los combustibles y también de otros gastos inherentes a su actividad, han llevado -como reconoce el texto legal- a una pérdida de viabilidad económica a este sector, muy atomizado y con un elevado porcentaje de autónomos y pequeñas empresas.

Precios por encima de costes

Los transportistas han estado muy olvidados, por lo que es positivo de partida que por fin se haya regulado el coste del servicio, para que se pague por él un precio justo y digno. La fuerte competencia que hay en el sector y la presión de los cargadores para ajustar los precios de sus proveedores a la baja ha tenido como resultado que muchos de ellos se han visto incluso obligados a trabajar en pérdidas.

Según una encuesta que recientemente hicimos desde Ontruck a nuestros transportistas colaboradores, un 27% de los consultados había tenido pérdidas de mayor o menor calado, y un 16% admitía haber realizado servicios por debajo de coste. El resto había reducido al mínimo sus márgenes, y 6 de cada 10 consideraban que esta situación ponía en peligro la continuidad de su actividad.

Con todo esto, que el real decreto imponga mayor transparencia en la contratación, exigiendo no solo que el precio del servicio de transporte sea superior a los costes y gastos en los que incurra el transportista, sino que se documente por escrito, mediante una carta de porte por cada envío superior a 150 euros, era algo necesario. Y al mismo tiempo es revolucionario, porque aunque parezca mentira, en el sector no es extraño encontrar acuerdos verbales, sobre todo para portes pequeños.

Sin embargo, si bien es cierto que se establecen sanciones que pueden alcanzar entre 2.001 y 4.000 euros para quien pague por debajo del coste del servicio, sí que echamos en falta mecanismos de control, medidas concretas que hagan seguimiento del cumplimiento de la ley. Es necesario incentivar que los cargadores la respeten, y que no haya competencia desleal entre empresas de transporte que cumplen y las que no.

En cualquier caso, la huelga y las movilizaciones de los últimos meses, sumado a la escasez de transportistas, parecen haber calado en los cargadores, y sí estamos percibiendo un cambio de tendencia: están apretando menos porque son conscientes del contexto inflacionista que estamos sufriendo y necesitan garantizar el servicio.

Subcontrataciones

El sector considera que una causa importante de la reducción de los precios del transporte, o al menos de lo que percibe el transportista que realiza el servicio, son los abusos en la cadena de subcontratación. El real decreto-ley ha dejado esta regulación pendiente, pero incluye una mención expresa al “establecimiento de compromisos aplicables a la contratación de transporte a través de intermediarios que presten servicios a través de la sociedad de la información”.

En este punto, es necesario distinguir entre la subcontratación de un nivel, que resulta positiva porque ayuda a tener más capacidad y confiere mayor flexibilidad al mercado, y las cadenas de subcontrataciones que implican a más actores y generan situaciones opacas. La opacidad se combate con información, y plataformas tecnológicas como la nuestra establecen mecanismos de registro, control y transparencia para evitar situaciones extrañas que no benefician a nadie. Pero no es tan sencillo de regular en el caso de modelos de gestión más tradicionales.

Carga y descarga

Por otro lado, también es positivo que se profundice en la regulación de la carga y descarga para, una vez más, aportar más transparencia al servicio requerido y ofrecido. Hasta ahora muchas veces se daba por sentado que un transportista debía intervenir en la carga y descarga de su vehículo, pero lo justo es que exista un acuerdo previo entre transportista y cargador, con un precio establecido por adelantado, y no que se gestione mediante una decisión unilateral a pie de muelle por parte del cargador.

Sin duda, la existencia de un marco regulatorio para este tipo de tareas aliviará tensiones previas generadas por la ambigüedad que había hasta el momento, aunque también añadirá carga burocrática y una cierta complejidad (que siempre podrán contrarrestarse mediante el uso de herramientas digitales que faciliten la gestión del servicio).

Ayudas directas

Por último, cabe destacar que el real decreto incluye también la aprobación de una serie de ayudas directas a los transportistas, de 1.250 euros por vehículo en el caso de camiones y de 500 euros por vehículo para furgonetas. Honestamente, con una inflación disparada que afecta a todos los costes operativos, incluidos mantenimiento o reparaciones, y con los precios del combustible todavía elevados (a pesar de haber dado un pequeño respiro), se trata de cantidades pequeñas que protagonizan titulares, pero no resuelven el problema real.

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