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El blog de Logística

El blog de Pedro Puig

Cambios en la distribución de productos de gran consumo

21 abril, 2021 Pedro Puig HAZ UN COMENTARIO

En Sin categoría

Al sentarme a escribir este artículo, me acecha la inutilidad de las opiniones. Cuando algo funciona no es una buena idea decir que va a cambiar. En este caso parece que la distribución funciona bastante bien, sobre todo si hablamos con algún responsable, orgulloso de lo que su empresa ha hecho, hace y hará. Ha funcionado de forma muy parecida durante mucho tiempo ¿Demasiado?

Separaremos el negocio de la venta impulsiva de la regular

Las magnificas cadenas de distribución de las que disfrutamos en este país, han llevado a una altura enorme de eficiencia la venta impulsiva. El surtido de productos disponibles cada vez es más grande en la tienda (POS: Point Of Sale), la ubicación de éstas, cada vez más cercana a nuestra casa. Su calidez, luces, limpieza, música de ambiente, ofertas, …. Seguiremos yendo a los hipermercados de las afueras a pasar la tarde, o a los supermercados de al lado de casa a ver qué encontramos.

A mi me gustaría despreocuparme de tener los productos que no necesito ver para comprar, al lado de la nevera, sin tener que ir a comprarlos.

Las cadenas de distribución (las formas de llevar la mercancía al consumidor) serán muy diferentes en los dos casos

Con la pandemia han aumentado las ventas por Internet, aunque no considerablemente, y las cadenas, como no podía ser de otra forma, han hecho exactamente lo mismo que siempre han hecho bien: vender en sus puntos de venta. Han preparado los pedidos ellos mismos en el mismo lineal que los clientes y se han inventado conceptos desconcertantes y contradictorios como los darkstores (tiendas oscuras) en donde preparan pedidos en superficies de un suelo carísimo.

Cuando tienen que servir un pedido capturado en Internet las cadenas ganan menos dinero, les cuesta más. Hablan con la boca pequeña de lo bien que gestionan estos pedidos, pero realmente están diciendo: “ojalá que esto no crezca demasiado”. Llevar la mercancía al consumidor como se hace ahora (reparto desde puntos de venta “especiales” al consumidor particular), no es compatible con los costes actuales.

La cadena de distribución de la mercancía regular

Esta es mi idea para llevar los pedidos capturados por Internet.

Un consumidor confirma un pedido por Internet. En un almacén centralizado, una máquina imprime en una bolsa de plástico los datos del pedido y el código de barras que lo identifica de forma única. La máquina pone la bolsa en una caja plástica con un orificio que permite leer el código de barras. La caja entra en un mini load (un mecanismo que ya existe) que guarda la caja en el mínimo volumen.

Llega un transporte con la leche a este almacén. Le pedimos al mini load que saque todas las cajas que necesitan esta leche y las ponga en un camino de rodillos o cinta que las lleve a algún tobogán de un sorter (mecanismo que ya existe y que usan algunos distribuidores). Es posible que haya que trabajar en los toboganes del sorter para que no necesiten gente.

Los palés descargados los desmonta un equipo de operarios que pone la mercancía en la entrada del sorter, que distribuye la mercancía entre las cajas (toboganes). Si se necesitan toboganes vacíos, llevamos las cajas otra vez al mini load. Este proceso se repite cada vez que llega mercancía. También se lanza cuando una carretilla deja en una zona mercancía preparada en el almacén de al lado, el que sirve mercancía para compra impulsiva.

Por cierto, este tipo de proceso se llama reparto y es utilizado hoy por grandes distribuidores teniendo muy pocos días de inventario en sus almacenes.

Para llevar esta mercancía al consumidor haremos dos saltos:

1. Lo llevamos al punto de venta, como ahora se hace con el resto de mercancía. (El mini load saca las cajas preparadas cuando llega el camión de la tienda.)

2. Desde el punto de venta, cercano al consumidor, se lleva la mercancía.

Este sistema garantizaría la entrega (confirmación telefónica desde el POS que estamos en casa) y no saturaría nuestras calles de furgonetas, como muchos anuncian, si hacemos el reparto desde un almacén central (usaría las aceras mayoritariamente; es necesario estudiar vehículos que ahora no existen).

Si el pedido contuviera algunos artículos de consumo impulsivo, se podría añadir la mercancía en el punto de venta.

Conclusiones

Es necesario que las cadenas inviertan en centros de distribución como el descrito o similar, capaces de preparar pedidos unitarios, para que se reduzca el coste del pedido de Internet. Esta inversión se pagaría por el incremento de pedidos.

También se debe estudiar cómo saber que una familia necesita 6 bricks de leche cada semana (o los que sea). Ofrecer opciones al consumidor de capturar pedidos de muchos menos artículos, con entregas cada semana, con el objetivo de entregar lo que el consumidor necesita, no lo que compra.

La tecnología para asegurar las entregas, confirmar que el consumidor está en casa, whattsApp, sorter, miniloads y cintas o caminos de rodillos son tecnologías que ya existen y funcionan muy eficazmente.

Los dos sabios

7 enero, 2021 Pedro Puig HAZ UN COMENTARIO

En Sin categoría

En la antigua Grecia había dos sabios. Uno vivía en la montaña y se vestía con harapos. Siempre respondía a una pregunta con la mejor forma de hacer algo, y no siempre rápido. El otro vivía en el centro de Atenas, iba bien vestido y la gente le pagaba por responder a sus preguntas acerca de cómo hacer las cosas, o cómo las harían los hombres normales. Era muy hábil en esto, se equivocaba mucho menos que la media y respondía enseguida.

Si le preguntáramos al segundo sabio cómo hacer los pedidos por Internet, nos diría dos cosas: que ofreciéramos surtido a más amplio mejor, y la ventana de entrega a más cercana mejor. Es posible que esto sea acertado. El consumidor se vuelca en las páginas web con el surtido más amplio y en las que entregan más rápido.

Un virus ha azotado nuestro mundo conocido y cambiado todo nuestro sistema de relaciones y libertades. Ahora parece que estamos más en nuestra casa.

Seguimos comprando productos de gran consumo en cadenas de tiendas. Estas siguen recibiendo la mercancía en su almacén, preparan los pedidos de las tiendas en función de su consumo estadístico y del olfato del jefe de tienda. Los preparan (rompen los palés que han recibido), transportan los pedidos a las tiendas y ponen la mercancía en los lineales. A partir de aquí las cosas han cambiado: yo ya no me desplazo a una tienda, ya no voy al lineal, ya no traspaso la mercancía al carro, ni del carro a la cinta, ni luego a las bolsas, ni luego las llevo al maletero de mi coche, ni las subo a mi casa para ponerlas al lado de la nevera.

Aunque me sigue gustando ir personalmente a ver y comprar algunas cosas, normalmente lo que no necesito, ahora busco en una página web entre 20.000 productos los pocos que necesito. Si triunfo en esto (no pasa la tarde/noche), busco una ventana de entrega (lo más rápido posible), y si la consigo compro. Si no, me voy a otra web.

Después, en la tienda más cercana a mi domicilio, un empleado entrará a trabajar, repondrá la mercancía al lineal y luego preparará mi pedido. Irá al lineal, traspasará la mercancía que yo he pedido al carro, luego a unas bolsas que meterá en una o varias cubetas de plástico. Alguien en la tienda contratará una furgoneta a un transportista y le pagará entre 4 y 9 euros por pedido, y éste la subirá a mi casa para que yo la ponga al lado de mi nevera.

¿Dónde está el ahorro?

El segundo sabio nos dirá que así preparábamos los pedidos de las tiendas en nuestro almacén y funcionaba, porqué hacerlo igual. Las cadenas crearán “darkstores” (Igual de caras en superficie que las tiendas, pero más cercanas al cliente). A pesar de eso, las tiendas nunca serán tan eficientes como su almacén. No sabrán dónde tienen el producto que yo quiero, por ejemplo. Harán cosas para saber cuánto tienen de algo en cada tienda, para evitar que se les pierda, aunque cuando preparen mi pedido tardarán en encontrar lo que pido. Usarán la misma ruta de picking que yo uso al ir a comprar: ninguna (aunque yo conozco donde están las cosas en una tienda).

Durante la pandemia hemos multiplicado las ventas de gran consumo por Internet. Hemos pasado del 1,2 al 3 por 100. Hemos duplicado algo despreciable, hagan sus números y escojan si lo de “duplicar” es magnífico en lugar de mirar las cifras absolutas, y darnos cuenta de que, otra vez, es despreciable. Si quiere analizar si es o no despreciable, puede pensar en su ciudad y por qué no ha llegado el anunciado bloqueo de las calles con las furgonetas de reparto a pesar del crecimiento de Amazon.

Si le preguntan al primer sabio, su respuesta será incómoda. El sistema con el que compramos productos de gran consumo no ha cambiado durante muchos años. Usted y yo lo hacemos igual que lo hacían nuestros padres. Insistiría en cambiarlo, en comprar de otra forma, nada puede no cambiar durante tanto tiempo, y menos con lo que ha cambiado recientemente nuestro mundo.

Creo que el primer sabio plantearía tres retos importantes:

  1. Cambiar la forma en la que capturamos los pedidos.
  2. Diseñar almacenes (con un miniload, reparto y un sorter), que preparen pedidos unitarios de forma eficiente, repartiendo, no almacenando.
  3. Diseñar una forma de repartir los pedidos que no bloquee nuestras calles.


Son tres retos apasionantes.

¿Estará el segundo sabio equivocado? ¿El primero? Si le hacemos caso al segundo debemos seguir mejorando lo que nos ha dado buenos resultados ¿Cambiar? Hacer lo mismo es cierto casi siempre.

Las cadenas de distribución han sido fundamentales para mantener las cadenas de suministro durante esta pandemia, nunca nos han faltado en casa los productos de gran consumo. Igual que cuando nacieron todas, ahora tienen la responsabilidad de cambiar la forma de hacer lo que hacen, para seguir haciéndolo bien.

¿Por qué tenemos que hacer inventarios?

10 septiembre, 2020 Pedro Puig 2 COMENTARIOS

En Sin categoría

Ud. es un jefe de almacén. El director comercial de su empresa le pregunta: ¿cuanto tenemos de esto? Ud. va a la pantalla, o mejor agarra su teléfono, selecciona el artículo y pulsa un botón. La impresora saca un listado que le dice qué cantidad tiene, así como las ubicaciones que contienen este artículo en su almacén y en qué unidades. Algo así como este:

Su almacén tiene un WMS  o SGA (Warehouse Management System, o Sistema de Gestión de Almacén), y conoce las existencias en tiempo real.

Muchos otros almacenes no tienen un sistema y usan diferentes estrategias para responder a la misma pregunta.
– Un buen jefe de almacén actualizará en una hoja Excel lo que entra o sale de un hueco. Si menos tiempo lo hará una o dos veces al día. Podrá usar las herramientas de Excel para responder a la misma pregunta. Dependiendo del momento, la respuesta será más o menos en tiempo real.
– Un jefe de almacén que no haya podido actualizar su Excel o que no lo tenga y confíe en su memoria, responderá con mucha inseguridad. Tal vez ni siquiera pueda responder.

Saber cuánto y dónde lo tenemos es el objetivo principal de un WMS (SGA. Es muy recomendable que todos los almacenes con estanterías tengan un WMS.

Un WMS proporciona a los operarios un terminal con un lector láser (conectado con el Sistema por WiFi, sin cables). Cada vez que hace un movimiento el operario lee con el lector qué se mueve (el código de barras del palé; hoy en día todos los artículos tienen un código de barras único), y  para saber a dónde lo mueve lee una etiqueta de código de barras que el WMS identifica con una ubicación (que pegamos en el larguero).
¡Sin tener que teclear nada! ¡Sin necesidad de desplazarse a una pantalla! ¡No cuesta dinero!

En los almacenes que tienen WMS se puede conocer donde está cada cosa en tiempo real, sin ningún coste adicional al del movimiento. Los almacenes que no tienen WMS emplean una cantidad de tiempo en actualizar sus inventarios (con los errores debidos a la captura de la información), o simplemente no invierten tiempo en actualizar inventarios, con lo cual no saben cuánto y dónde tienen cada cosa (menos aún cuando el jefe de almacén se va de vacaciones).

Las consecuencias de no saber cuánto y dónde lo tenemos van desde perder una venta, perder un cliente o volver a comprar algo que ya tenemos. Cuando los stocks no se han controlado a lo largo del año, esta regularización difícil.

Por eso hacemos inventarios: para saber qué y dónde lo tenemos.

Inventario para arrancar un WMS

Muchos responsables de almacén piensan que instalar un WMS es prácticamente imposible: el coste de hacer un inventario es enorme para meter el stock en el WMS.

Recuerdo muchas caras de inmensa felicidad cuando le decimos a  nuestros clientes que para arrancar nuestro WMS no hace falta hacer un inventario (no hace falta no facturar durante unos días; ni invertir gran cantidad de esfuerzo en subir a las estanterías y abrir los palés; ni pasar varios meses resolviendo los errores de un inventario).

Si el jefe de almacén tiene actualizados los datos, no tenemos que hacer inventario, volcamos los datos vía interfaz. Si los tiene mal actualizados o no los tiene, usamos una estrategia que hemos usado muchas veces: “el inventario continuo”, lo llamamos.

Primero. Llenamos virtualmente todos los huecos del almacén con un artículo ficticio.

Segundo. Vaciamos los huecos que están físicamente vacíos (una operativa en un terminal permite hacerlo con una lectura).

Tercero. Ponemos en marcha las entradas de mercancía del WMS, que sólo busca hueco en los huecos que están vacíos.

Cuatro. El almacén sigue funcionando como antes (sin WMS) pero cuando se baja un palé vaciamos el hueco.

Al cabo de un tiempo (el tiempo de rotación del almacén), todos los huecos están llenos de palés nuevos. Una simple consulta del artículo ficticio nos da los huecos pendientes de actualizar.

Inventario administrativo

Cuando se cierra el año fiscal, en contabilidad hacen un asiento de diferencia de existencias. Nuestra empresa no vale lo mismo según las existencias que tiene. Un auditor en condiciones hará este asiento respaldado por un papel escrito.

Si usted tiene un WMS el papel será parecido a un listado, su coste será sacarlo y el auditor lo verificará aleatoriamente. Si no lo tiene le tocará hacer un inventario, es decir, subir a las estanterías y contar la mercancía de los palés, y luego contar también la que tiene en los huecos de picking.

Inventario externo
Algunas empresas ofrecen el servicio de hacer un inventario. Se suben hasta los palés, identifican el artículo y cuentan la cantidad que tienen en cada hueco. No hay otra forma de hacerlo. Pero este inventario suele ser más exacto porque es externo.

Inventario con drones

Recientemente he visto en LinkedIn que alguien ofrece inventarios usando drones. Parece de ciencia ficción ¿drones? la solución a todo.

Vamos a suponer que tenemos un piloto de dron experimentado y captamos una película de cada estantería. Nos sentamos en nuestro ordenador y procesamos los vídeos. El reconocimiento de imágenes está muy avanzado. Nuestro programa es capaz de detectar cuántos palés verticales tiene una columna y cuántas columnas tiene una estantería, reconociendo largueros horizontales o verticales. De esta forma puede guardar, individualmente, la imagen de todos los huecos, el (17,3), o el (2,4), por ejemplo.

Cuando el sistema se pone a analizar la imagen de cada hueco se encuentra con estas tres opciones:

1. Cajas de cartón marrones sin ninguna identificación (el caso más normal).

2. Cajas con la imagen de un proveedor (este usa las mismas cajas para todos sus productos)

3. Este proveedor tiene cajas diferentes para cada producto, además identificables.

Resultados del reconocimiento de hueco:

1. Cajas de cartón sin identificar.

2. Articulo de la marca “ACME”.

3. 7 x 34 cajas del artículo de código proveedor “abcdefg” (Realmente hay 14 cajas, 7 no se ven).

Para que el resultado nos sirviera para algo, las cajas deberían contener un literal claro de lo que tiene y, además, estar todas visibles.

En mi opinión el inventario con drones solamente sirve como ciencia ficción.

Una nueva forma de comprar

16 julio, 2020 Pedro Puig HAZ UN COMENTARIO

En Sin categoría

Al principio de esta crisis le pregunté a un amigo mío que trabaja en una magnífica cadena de supermercados, qué es lo que iba a pasar. Su respuesta fue que no dejaríamos de comer y de limpiarnos, y que, si había que reducir costes, eso harían.

No sé si es por el impacto que me ha dejado la pandemia, o porque pienso que los políticos no van a conseguir esta vez que todo siga igual. Me están entrando ganas de mover el árbol para ver si caen melones o sandías. Siempre he escrito que nuestra forma de comprar es muy antigua y, por lo tanto, obsoleta. Les ofrezco mis reflexiones, por si a mi amigo o alguien le sirven de algo.

No, no vamos a dejar de comer y seguiremos comprando en los supermercados. La pandemia ha provocado una situación logística tensa que se ha resuelto magníficamente. Los lineales han permanecido cargados a pesar incluso de algunas locuras impredecibles, como la del papel higiénico o el miedo de los empleados de toda la cadena de suministro.

Ahora entramos en otra fase en donde el dinero disponible ya no será el de antes. Tendremos que comer menos carne o limpiarnos con papel higiénico menos veces. Me temo que las cadenas de supermercados tendrán que hacer recortes.

¿Sí? ¿Por qué no cambiar?

Los fabricantes llevan muchos años haciendo dos cosas:

  1. Concentrar sus productos cada vez en menos fábricas y almacenes buffer
  2.  Confiar más en distribuidores, sobre todo si les ayudan a vender sus productos.

Noticias como la de que Deliveroo venderá productos de Nestlé en 30 minutos en Barcelona deberían hacernos pensar. Va a ser difícil que funcione.

Va en contra de una de las cosas que está haciendo Nestlé. También va en contra de Deliveroo porque lo barato de su entrega de mercancía se basa en los reducidos costes de los desplazamientos, dependientes de su coste salarial y de la geografía. Pero mi amigo debería tomárselo como un aviso. Si tuviera éxito, los fabricantes se decantarían por este modelo, mucho menos costoso y, sobre todo, porque les acercaría más a sus clientes. La tienda ya no sería una obligación.

Un ejército de compradores trata con un ejército de vendedores para ponerse de acuerdo en el precio de un producto y los lugares que ocupará en la tienda. Otro ejército de logísticos intenta mantener lo más bajo posible el coste de la logística para llevar la mercancía desde el almacén a los puntos de venta. Por supuesto, en casi todos los casos su logística es propia (se ahorran el dinero que podrían ganar los 3PL si consiguieran gestionar su operación).

Otro ejército de gente busca superficies libres en las grandes ciudades. Cada día más grandes, para que sus tiendas tengan los pasillos más anchos o quepan más cosas. Los jefes de tienda se esfuerzan para que estén limpias. Los responsables de la cadena intentan distinguirse por algunos de los productos que ofrecen, por ejemplo los perecederos, acercándose cada día más a los mercados de abastos, o incluso al campo. Las grandes superficies intentan tener de todo. También se distinguen por las ofertas, intentando hacernos creer que comprar cada día es diferente.

Un empleado del súper repone los lineales para que siempre parezcan llenos. Nosotros caminamos por los pasillos y sacamos la mercancía del lineal y la ponemos en el carro. Cuando terminamos sacamos la mercancía del carro y la ponemos en la cinta de la caja. Después de que la lean la sacamos de la cinta y la ponemos otra vez en el carro o en una bolsa y otra vez al carro. Luego sacamos las bolsas del carro y las metemos en el maletero del coche. Luego las sacamos del maletero del coche y las subimos a nuestro piso, donde, finalmente, acaba la compra, cerca de la nevera.

Es urgente que a alguien se le ocurra otra forma de hacerlo. Durante la pandemia los pedidos por Internet han subido, pero antes eran menos del 2 por 100 de las compras (en Gran Bretaña el 7 por 100). Lo que sí ha aumentado es ir a comprar y dejar el carro en la cinta, para que el resto de cosas las hiciera el personal de las tiendas. Desde luego, se me ha quitado el miedo a ser engañado. Ya no me importa de dónde salen las cosas, a mis hijos desde luego que no.

Ahora imaginen una plataforma en la que una maquina etiqueta bolsas con un pedido y las mete en cajas plásticas. Hace tiempo que existen robots muy fiables que son capaces de guardar las cajas en un volumen reducido, y muy rápido, se laman mini-load.

Llega a la plataforma un camión de leche y descarga la mercancía. Unos empleados desmontan los palés y van poniendo las cajas en un sorter (una cinta que se mueve y desvía cosas hacia toboganes). El mini-load ha sacado todas las cajas que piden leche y hacen cola en un camino de rodillos en los toboganes del sorter. El sorter desvía la mercancía y va llenando las cajas que vuelven al mini-load si hace falta. Llega un camión con otro producto y se repite la escena. Al final del día tengo muchos pedidos completos en sus bolsas, dentro de las cajas en el mini-load. Puedo hacer un último intento de completar más pedidos bajando la mercancía sobrante de ayer. Apenas tengo stock.

En lugar de recibir el pedido de su centro de distribución en un camión, a horas intempestivas, para no molestar a los vecinos, las furgonetas llevan los pedidos completos a las tiendas que, a su vez, reparten las bolsas en cajas plásticas por su barrio (también pueden completar los pedidos si hace falta).

Los fabricantes se acercan más a sus clientes. Los distribuidores pueden bajar sus costes. Imaginen que alguien puede montar muchas plataformas como la que he descrito.

Si, además, cambiamos el paradigma y hacemos que en lugar de venir a comprar a una tienda, le servimos el producto, porque sabemos que cada semana necesita 3 litros de leche. Empujamos una mercancía conocida, en lugar de dejar al comprador a su impredecible libre albedrío, dejándolo este solo para artículos gourmet.

Es una idea, tal vez peregrina. Habrá que reducir costes, pero también es necesario encontrar una nueva forma de comprar.

¡Hemos aguantado!

7 mayo, 2020 Pedro Puig HAZ UN COMENTARIO

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La logística con mayúsculas ha demostrado que resiste incluso una bomba tan grande como un confinamiento.

Las cadenas de suministro, tan vilipendiadas hace unos meses, han demostrado que si un kilo de patatas que pagamos a un euro en el súper y que cuestan en el campo 10 céntimos, era por algo. Supongo que este margen, que a algunos les parecerá mucho, es lo que cuesta asegurar que la patata sea buena y que llegue siempre al consumidor.

El esfuerzo de mucha gente ha permitido que comiéramos todos los días. Al menos yo, que soy un privilegiado. No he visto imágenes de patatas traídas por los agricultores en medio de la plaza de Cataluña y a los precios que realmente se merece un kilo de buenas patatas.

Parece que hace un siglo que pasó, por lo menos. Había otras explicaciones y soluciones que las que encontraron nuestros políticos. Eliminar las leyes de la oferta y la demanda no era una buena solución porque tenían mucho que ver con nuestra sociedad del bienestar.  Es posible que una explicación fuera que las subvenciones a la agricultura de la UE (Unión Europea), las famosas PAC (Política Agraria Común), hayan tenido algo que ver incrementado nuestra capacidad de producción para que produjéramos más patatas de las que consumimos en España. La ley de la oferta y la demanda era quien ponía el precio.

Durante el confinamiento me permití la chulería, incluso, de hacerle traer a mi mujer una rosa en el día de Sant Jordi, … y llegó. La logística, definitivamente, ha funcionado.

No sé si esta vez nuestra sociedad cambiará en algo, ya me equivoqué con la crisis del 2008 diciéndolo. Parece que hemos tenido la excusa perfecta para pedir lo que necesitábamos por Internet, incluso productos de Gran Consumo. Antes, el negocio por internet para productos de Gran Consumo apenas llegaba al 2 por 100. Con el confinamiento esta cifra ha crecido a golpes.

Como fabricante de un WMS de gran implantación en el mundo tenemos que cambiar nuestra forma de pensar y de hacer.

Nuestro argumento comercial, compartido hasta ahora por toda la competencia era el ahorro de costes. Éste argumento ya no nos sirve, tenemos que encontrar otros.

El reparto

La mayor parte de los almacenes guardan la mercancía que reciben. Cuando llegan los pedidos, los preparamos y servimos la mercancía guardada. Podemos cambiar esto e ir preparando los pedidos cuando llega la mercancía. En lugar de guardarla tal como se recibe podemos repartirla entre los pedidos de nuestros clientes y guardar estos. Saldrán cuando estén completos, o cuando llegue el transporte de salida.

Esta filosofía, ya usada por algunos, disminuye enormemente el espacio de almacén que necesitamos, aunque tal vez requiera más trabajo de coordinación y a nuestros proveedores servir los pedidos más pequeños.

Herramientas

La logística siempre ha estado a disposición de todo el mundo.  Seguro que una de las cosas que tenemos que hacer son aplicaciones más fáciles, más intuitivas, más herramientas, menos soluciones universales que solamente nosotros entendíamos. De esta forma más gente podrá usarlas y el sentido común de cada uno se convertirá en diferencial.

Cuestión de escala

Nada parecido a lo que hemos hecho hasta ahora: grandes proyectos que prometían y obtenían grandes beneficios. Se trata de hacer muchas cosas y sacar partido a todas para que sumen ventajas.

Explicar lo aprendido

Hemos provocado grandes diferencias entre las logísticas: más eficientes cuanto más grandes. Debemos cambiar esto y explicar lo que hemos aprendido en las grandes logísticas.

Como en la crisis de 2008 volveremos a oír frases en las que se afirma que un gran problema se puede transformar en una gran oportunidad. No sé si esto es cierto o no, pero sí es cierto que mucha gente buscará su oportunidad.

La idea feliz

Y tal vez alguien invente algo que cambie radicalmente nuestra forma de comprar artículos de Gran Consumo, algo que ha permanecido inalterable los últimos 100 años  ¿Saber cuánto nos van a comprar antes de que lo hagan?

Mientras esto no suceda nosotros repartiremos la mercancía, haremos la logística más cercana, pondremos en el mercado mejores herramientas, haremos proyectos más pequeños y compartiremos lo que hemos aprendido.

Me han pedido que sea optimista, y esta es una visión optimista de nuestro futuro como empresa volcada en la logística. Mañana “hablaremos del gobierno”, que decían Tip y Coll.

¿Todo? Todo no,… todavía

19 marzo, 2020 Pedro Puig HAZ UN COMENTARIO

En Sin categoría

El timbre suena insistentemente y no hay nadie en casa para oírlo. El repartidor mira indiferente frente en la puerta el paquete que tenía que dejar, parecen folios. Piensa en el problema que se le genera: tendrá que volver más tarde cuando haya alguien. Se lleva el paquete a la furgoneta y se incorpora a la circulación de la gran ciudad en la que vive.

La empresa en donde trabaja le contesta siempre igual cuando pide un aumento de sueldo: que si tienen que pactar con Amazon cuatro euros por entrega, que no tienen dinero y todo el mercado está igual… A pesar de los  simulacros de plante de su empresa, muchas siguen trabajando para Amazon, y a ese precio.

Al llegar a la calle puede ver aparcada otra furgoneta delante del mismo edificio, ésta con tres cajas plásticas con artículos del súper. La mira, mitad con envidia, mitad no. Los folios apenas pesan y las tres cestas que lleva el otro parecen pesadas.

Piensa en el chollo que sería trabajar para un súper a pesar del peso de la mercancía: mejor pagado y siempre igual, aunque mucho.

Hoy en día ya todo se puede comprar por Internet ¿Todo? Todo no, todavía no compramos lo que consumimos de alimentación a diario. Los pedidos por internet a los súper apenas llegan al 2 por 100 en España (7,5 por 100 en Gran Bretaña). Casi todas las cadenas de supermercados preparan los pedidos que capturan por Internet en las tiendas, como si fuéramos a comprar nosotros, y tienen un número concreto de repartidores y furgonetas. Hay incluso cadenas importantes que no han sentido la necesidad de incorporar este servicio. Todavía no conozco ningún almacén que prepare pedidos unitarios.

Aunque resulte machista, en mi casa es mi mujer quien va a la compra, y a veces también hace el pedido por Internet. Cuando hace esto trabaja de lo lindo para seleccionar lo que necesita entre los 20.000 artículos que le ofrecen los súper y, al final, se oye su desesperación porque la siguiente entrega que le puede hacer su súper con su flota fija de repartidores, es dentro de tres días. La necesita antes. Vuelta a empezar con otro súper.

En Gran Bretaña, con su 7,5 por 100 de pedidos por Internet hay una empresa que ha puesto en marcha un almacén que puede servir 220.000 pedidos unitarios por semana. Es sospechoso, sin embargo, que su estrategia sea vender el know how de cómo lo hace, no los pedidos.

Amazon intentó vender leche hace un tiempo, como si fuera un súper, igual que los folios, pero ni mi mujer ni mis hijos lo consideran como una opción.

Las cifras de crecimiento de los pedidos por Internet es muy grande porcentualmente, pero cualquier porcentaje de un casi cero, es casi cero.

Las furgonetas pueblan nuestra ciudad, pero no la colapsan. Las entregas fallidas no son la norma sino algo excepcional, porque nuestros jóvenes no han perdido todavía la percepción física: mañana (a las 12) llegan los folios. Las empresas de paquetería se quejan, igual que los agricultores.

Yo creo que lejos de anunciar que “todos vamos a morir” como por el coronavirus, es necesario ver nuestra situación real:
– El volumen de compra que colapse de tráfico de nuestras calles está muy lejos todavía.
– No se compra por Internet aquello que podría ser el volumen.
– Las empresas de paquetería a pesar de pactar un precio que a todos nos sigue pareciendo ridículo, sobreviven.

Un  día de estos alguien inventará una forma diferente de comprar por Internet de la de ahora, y que estará copiada de la que compramos desde hace muchos años en los súper. Entonces los pedidos crecerán de verdad en los súper (hasta un porcentaje significativo, 30 por 100 o el 40 por 100) y entonces sí se colapsaran nuestras calles, sí será un problema la última milla, y el coste de la entrega llegará a su valor real. Se aplicarán los sistemas de precios de las líneas aéreas, ruta vacía tarifa cara, ruta llena, casi gratis, low cost. No todas las entregas tendrán el mismo coste.

Ahora ya han llegado a casa. Los chicos piden folios o tóner para la impresora seguros de que va a lLegar puntualmente. Mi mujer está en la compra, es muy parecida a la que haría por Internet.

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Pedro Puig

Pedro Puig

Soy un convencido de que aplicar logística a los procesos genera beneficios o ventajas diferenciales. Sin embargo saber de logística no garantiza que las soluciones que ponemos en marcha vayan a funcionar, cada problema tiene su solución.

He trabajado treinta años en logística, explicando lo que sé y aprendiendo mucho de lo que pasa y debería pasar en los almacenes. En Leuter contribuí a desarrollar uno de los mejores sistemas de gestión de almacén (WMS en inglés), adaia. Trabajo ahora en Grupo Leuter y ayudo a mantener e incrementar el número de clientes que usa nuestros sistemas de gestión de almacenes (adaia y compaas).

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