Después de una semana de ferias, Sicur y Expocadena, toca hacer resumen de lo visto y oído en los pasillos y los estands. O eso es lo que pensaba hacer hoy hasta que en una conversación salió el tema que va a protagonizar el post: El ferretero y la ferretería.
En un momento en el que Cadena 88 está impulsando entre sus asociados la apertura de nuevos establecimientos de proximidad, el tándem ferretero-ferretería se convierte en la clave del asunto. Lo comenté con Jesús y Eduardo González, propietarios de Ferretería Leonesa, que abren en los próximos días una nueva tienda en el centro de Madrid, concretamente en la esquina de Juan Bravo con Claudio Coello; y con varios responsables de Ehlis-Cadena 88, que me confirmaron lo que los responsables de Leonesa y otros colegas asociados comentaban: que, para que funcione una ferretería, al frente debe haber un ferretero.
Parece una perogrullada pero no lo es. En general, cualquier profesional cualificado puede estar al frente de un hospital, sin necesidad de ser médico; nada importa si al frente de una empresa de transportes está un camionero, seguramente sería mejor que no; ni, por supuesto, extraña que no dirija una constructora un albañil. En cambio, la experiencia dicta que las ferreterías que mejor funcionan son las que tienen al frente a su propietario, ferretero. Lo confirman las cifras que maneja Cadena 88. Muy cerca del 100% de las ferreterías abiertas en los últimos diez años bajo la enseña roja, al frente de las cuales hay un ferretero han sobrevivido a la crisis y se encuentran con buena salud en la actualidad.
Mi análisis, coincidente con el de Ignacio Ehlis, cogerente de Ehlis y Cadena 88, reconoce la influencia determinante de que al frente de la tienda esté un ferretero como los de toda la vida. Entiéndase en el sentido más positivo, un ferretero comprometido cien por cien con el negocio, al que dedica todas las horas del día, para quien los clientes son más que clientes, personas con nombre y cara, a los que está siempre dispuesto a ayudar, solucionando sus problemas domésticos o profesionales. Ese ferretero que es maestro de oficios, que sabe de todo o casi, que es capaz de interpretar los balbuceos del comprador inexperto y que remata la venta con un “si no le vale se lo cambio” o con un “si no sabe montarlo, me lo trae y se lo monto yo”.
Ferretería, limpia, luminosa, ordenada, con un surtido adecuado al entorno, con un almacén de soporte que le permita vender lo que no tiene en la tienda, pero su cliente necesita, y suministrárselo en 24 horas, con precios competitivos, al frente de la cual hay un ferretero de los de toda la vida –en el mejor sentido de la palabra-, es, en mi opinión, una garantía de futuro. Yo apuesto por ello.