En el espacio de unas pocas semanas se han convocado en el sector de ferretería varios eventos tendentes a que proveedores y detallistas puedan conocerse mejor, intercambiando experiencias, para abordar con las mejores expectativas a un usuario final que está cambiando sus hábitos de consumo.
Las iniciativas, promovidas por algunos de los principales grupos de distribución: Cofac -«el Día Cofac-; Cecofersa -Convención anual-; Fercodis -jornada de trabajo- o Comafe -«Comafe Open Day» suponen siempre un estímulo para socios y asociados y deberían contar con la masiva participación de todos ellos. No es así, sin embargo, o por lo menos no en todos los casos.
Salvo excepciones, parecería que la pertenencia a tal o cual grupo o central de compras, cooperativa, etc. solo comportara poder comprar en condiciones mejores que la media del mercado, o al menos que los competidores más cercanos. Quizá por ello, algunos detallistas se asocian a más de una organización, para aprovechar las mejores condiciones de compra de cada uno en el producto o familia de productos de que se trate. Eso explicaría la no masiva asistencia de los asociados a los encuentros organizados por sus organizaciones de distribución.
Estas y otras iniciativas similares merecerían, sin embargo, mejor respuesta. Primero, porque aportan información general del sector. Segundo, porque permiten intercambiar experiencias no solo con los proveedores sino con los propios colegas de otra extracción geográfica. Tercero, porque contribuyen a cohesionar los intereses del grupo y a reflexionar conjuntamente sobre futuros desarrollos del mismo.
En mi opinión, son precisamente este tipo de actos los que aportan más valor añadido a los asociados y los que justificarían casi por sí solos el asociacionismo del sector. Si el ferretero prefiere quedarse detrás del mostrador esperando a los clientes y lamentándose de que no llegan, es muy probable que acabe desapareciendo y ni se entere de porqué lo hace.