La disyuntiva se encuentra encima de la mesa de todos los directivos: presencial o a distancia. Como también me afecta y no lo tengo nada claro, llevo meses leyendo artículos de toda procedencia y desde todas las perspectivas que analizan y valoran el teletrabajo como fórmula de relación con la empresa. Yo mismo hice una primera aproximación hace unos meses sobre el tema
Si lo pensamos bien, no es nada nuevo esto de trabajar a distancia, en casa. Yo mismo he tenido colaboradores, durante años, que trabajaban a cientos de kilómetros de distancia. En algunos casos, con buenos resultados, en otros, con malos. Pero en ninguno han sido mejores -tanto los buenos como los malos- que los obtenidos por los colaboradores con los que he trabajado codo con codo. Reconozco que es solo mi experiencia, pero aquí lo dejo.
Casos claros
Dentro de la complejidad del tema, hay algunos casos claros. Con los barrenderos, los dependientes de ferretería, los cirujanos, los bomberos, los instaladores, los albañiles y el resto de oficios, los socorristas, los camareros, los toreros o los futbolistas, -y me quedo aquí por no ser demasiado prolijo-, no hay dudas.
En el otro extremo podríamos colocar a programadores, teleoperadores, proyectistas, contables, youtubers o artistas como pintores o escritores. No parece difícil aceptar que no tendrán ningún problema en teletrabajar, siempre que cuenten en su casa con las herramientas adecuadas y los sistemas de seguridad que garanticen la confidencialidad de sus trabajos.
Y en el medio, todos los demás
¿Y qué pasa con el resto? La mayoría de los artículos que he leído están analizados desde el punto de vista del trabajador: cómo afecta a su productividad, a su conciliación familiar, a su formación, a su carrera profesional dentro de la empresa.
Unos pocos están escritos teniendo en cuenta cómo afecta el teletrabajo a la empresa y a sus resultados: si se puede ahorrar en oficinas, si se puede controlar al trabajador igual que presencialmente, si se puede sustituir mano de obra nacional por otra más barata o de más talento -dado que la distancia ya no supondría una barrera para contratar-…
Lo que no he leído -salvo alguna alusión de pasada en algún artículo desde la perspectiva del trabajador o de la empresa-, es cómo afecta el teletrabajo a los clientes. Cosa que, en mi opinión, debería ser la clave del asunto.
La pandemia ha puesto en solfa muchos de los paradigmas de la sociedad de consumo y algunas cosas han quedado fuera del debate global: El consumidor está dispuesto a comprar por internet y es relativamente fácil devolver un artículo que no nos satisface; no hace falta efectivo para realizar cualquier tipo de compra; cada vez se valora más el tiempo que consumimos en comprar; la tecnología facilita cientos de procesos, incluidos algunos relacionados con la medicina; las videollamadas y las RRSS nos acercan a nuestros seres queridos o a nuestros clientes…
Confianza y cariño
Me queda poco para jubilarme y quizá por eso no soy un buen ejemplo de cómo relacionarme con mis semejantes, quizá. En todo caso, me pregunto dónde quedan, en un mundo de teletrabajadores, aspectos como la confianza o el cariño. Ya saben, aquello de que “el roce hace el cariño”.
Si como parece, el ser humano somos una especie social -como las hormigas o los chimpacés- no acabo de entender que no se valore el trato personal cara a cara. Yo sí lo valoro. Tanto que me niego a interactuar con máquinas siempre que tenga una alternativa.
Y como al final se trata de eso, de alternativas. Prefiero tratar con una persona que con una máquina; prefiero ver a la persona que hablo que solo oírla; y prefiero estrecharle la mano que sólo verle en una pantalla; en resumen, prefiero empresas que me den un trato personal, de persona a persona.
Puede que diciendo lo que digo parezca un animal prehistórico, pero sigo confiando más en las personas que en las máquinas, más en un apretón de manos que en un documento de decenas de páginas con letra pequeña. Las palabras dicen mucho, pero el lenguaje gestual aporta información que a veces el interlocutor preferiría no transmitir.
Como periodista, además, prefiero ver las cosas por mí mismo a que me las cuenten y que me las cuente el protagonista en el sitio donde suceden o han sucedido. Y eso, tiene muy poco que ver con el teletrabajo.
Esta es mi opinión, pero, como siempre, me gustaría conocer la suya y enriquecerme con el debate.
Y como este es mi último post antes de las vacaciones, les deseo a todos un feliz verano. Cuídense y disfruten. Hasta septiembre.
Gracias por tu comentario, Alfonso.
Me apunto a la emoción del ‘cara a cara’.
Una cosa es que haya un trabajo “que se pueda realizar desde casa”, como preparar ofertas , presentaciones…y que son complementarias a la “emoción” de presentar los productos a los clientes…a mí me gusta ese “cara a cara”, quizás porque me apasiona lo que hacemos en la empresa.. e intento transmitirlo…pero también veo compañeros que les asusta tratar de cerca..no sé, serán los nuevos tiempos…
Gracias Cristian por tu reflexión.
Buscar el equilibrio de intereses y poner el foco en el cliente parece, en efecto,lo más adecuado.
Totalmente de acuerdo contigo Juna Manuel , el teletrabajo como medida de auxilio frente a la pandemia ha sido un descubrimiento y en cierta manera ha ayudado mucho a poder tomar decisiones importantes en momento cruciales en los cuales no se podía acudir al puesto de trabajo, o no se podía interactuar con personas.
A mi siendo algo mas joven que tu jejeje, me parece tu idea genial y la comparto, creo que el roce hace el cariño y trabajar codo a codo con personas nunca podrá igualarlo el teletrabajo, ahora bien como siempre ni blanco ni negro, en el equilibrio esta el éxito.
y como? pues no se, seguramente haciendo un mix donde pueda una persona teletrabajar dos días en casa y luego tres en la oficina, o trabajar por las mañanas en la oficina y por las tardes en casa, hay muchas herramientas que se puede aplicar para buscar ese equilibrio, pero para mi y sobre todo en el mundo donde me muevo laboralmente el teletrabajo al 100% esta avocado al fracaso.
Porque como bien dices lo primero es el cliente que es a quien nos debemos.